La movilidad sostenible avanza de forma dispar en las principales ciudades españolas
Medidas similares, resultados dispares
Aunque en cada localidad se ha puesto el acento en áreas determinadas, la receta es común: limitar el acceso de los vehículos más contaminantes a las zonas más céntricas de las ciudades; aumentar de las zonas peatonalizadas; promocionar la movilidad eléctrica, tanto pública como particular, con la entrada en funcionamiento de una red de recarga y, también, el estímulo a diversas iniciativas privadas de uso compartido de coches, escúteres y patinetes.
Barcelona adopta una estrategia integral
Barcelona, en la que viven algo más de 1.636.000 personas, cuenta con un sistema de transporte público que incluye metro, autobuses, tranvías, así como plataformas de uso compartido de diversos tipos de vehículos.
Algunas de las iniciativas que se han llevado en la capital catalana para reducir el impacto en el medio ambiente del transporte han sido, en primer lugar, la ampliación de la red de transporte público, que en la capital catalana se ha materializado en la construcción de nuevas líneas de metro, en el desarrollo de una red de tranvías, así como mediante la inauguración de nuevas líneas de autobús urbano.
Otra de las apuestas municipales barcelonesas ha sido el fomento del uso de bicicletas, para lo cual se ha implantado una red de carriles bici. Asimismo, se han habilitado sistemas de alquiler de bicicletas, tanto públicos como privados.
En cuanto a la movilidad eléctrica, la ciudad ha modernizado su flota de autobuses apostando por la incorporación de autobuses urbanos de baterías. Asimismo, para favorecer la movilidad eléctrica particular se ha instalado una red de puntos de recarga. Además, y mirando ya al medio y largo plazo, Transportes Metropolitanos de Barcelona está llevando a cabo diversas pruebas piloto con autobuses alimentados con hidrógeno.
En general, la capital catalana ha aplicado una mirada integral para reducir la contaminación provocada por el transporte. Algunas de las medidas no han sido bien recibidas por parte de los ciudadanos, como la exclusión de vehículos con mayor edad del centro de la ciudad, un rechazo que, por otra parte, se produce en todos aquellos núcleos urbanos en los que es obligatorio implantar Zonas de Bajas Emisiones (ZBEs).
Fachada del edificio del Ayuntamiento de Bilbao. Foto: Zarateman.
Bilbao pone a prueba los biocombustibles
Bilbao, con una población de casi 345.000 habitantes, ha implementado diversas iniciativas para promover un transporte urbano más sostenible. En primer lugar, la capital vizcaína ha invertido en la mejora de su red de transporte público, incluyendo la introducción de nuevos autobuses eléctricos y tranvías. Además, se han implementado medidas para hacer que el transporte público sea más atractivo, como la mejora de la accesibilidad para personas con diferentes discapacidades.
Como sucede en prácticamente cualquier ciudad del territorio nacional, Bilbao ha establecido una red de carriles bici. Además, la corporación municipal ha establecido un sistema de alquiler público de bicicletas: ‘Bilbao Bizi’.
Tal y como ha sucedido en otros lugares de la geografía española, Bilbao cuenta con una línea de tranvía, en este caso inaugurada hace más de veinte años. Fue el 18 de diciembre de 2002 cuando empezó a funcionar la línea que une la estación de Bolueta y el apeadero de La Casilla, que en su trayecto incluye otras 16 paradas más.
La cercanía de la refinería de Petronor, ubicada en Muskiz (a menos de 25 kilómetros del Ayuntamiento de Bilbao), ha facilitado la utilización de biocombustibles en autobuses urbanos en una prueba piloto en la que colaboraron Repsol, Bilbobus y Alsa para evaluar el rendimiento de HVO, un combustible de cero emisiones netas elaborado a partir de residuos, otro ejemplo de economía circular.
Madrid y la colaboración público-privada
Mientras en otras ciudades se han establecido condiciones a la actividad de determinadas plataformas de movilidad, el Ayuntamiento de Madrid (con alrededor de 3.286.000 habitantes) ha facilitado la actuación de Cabify, Uber, entre otras. Asimismo, la ciudad ofrece una amplia oferta de plataformas de uso compartido de coches, como WiBLE, Zity, entre otros, y también de escúteres, como Acciona Movildiad, eCooltra, Muving, por citar algunas, que ponen al alcance de los usuarios vehículos eléctricos de dos ruedas.
Además de impedir la circulación de los vehículos más contaminantes en Madrid Central —área en la que solo pueden acceder los vehículos con etiquetas ambientales Cero y Eco, así como los vehículos propiedad de los censados en la zona delimitada, taxis, VTCs y servicios esenciales— la ciudad cuenta con BiciMAD, un sistema de bicicletas públicas que cuenta con más de doscientos ‘hubs’ y una flota de alrededor de tres mil bicicletas de pedaleo asistido.
Además, cada vez se van incorporando más autobuses eléctricos a la flota de la EMT, que también está desarrollando proyectos pilotos para evaluar el rendimiento de autobuses de pila de combustible, que son alimentados por hidrógeno en la ciudad más poblada de España.
Sevilla acota el centro y amplía sus carriles bici
Sevilla, en la que viven unos 682.000 habitantes, es una de las ciudades españolas que más ha apostado por la bicicleta como medio de transporte sostenible. La capital andaluza cuenta con más de 180 kilómetros de carril bici y desde 2077 en la ciudad opera un sistema de alquiler de bicicletas públicas (Sevici) que en la actualidad cuenta alrededor de 2.500 bicicletas distribuidas en más de 250 estaciones/aparcamientos.
El ayuntamiento hispalense también ha aumentado las zonas peatonales en el centro de la ciudad y ha reducido el tráfico rodado para mejorar la calidad del aire y fomentar la movilidad sostenible, una decisión que —como sucede en todas las ciudades que han aplicado estas limitaciones— cuenta con el rechazo de determinados colectivos.
El tranvía siempre añade un toque entre nostálgico y moderno. En la imagen un convoy circula por una calle sevillana.
Valencia descarboniza su flota de buses
Valencia en bici es una iniciativa del ayuntamiento de la capital del Turia para fomentar el uso de la bicicleta como medio de transporte. La ciudad (con algo más de 792.000 habitantes) cuenta con alrededor de 160 kilómetros de carril bici y desde 2010 opera un sistema de bicicletas públicas (‘Valenbisi’) que cuenta con una flota de unas 2.750 bicicletas distribuidas en más de 275 estaciones.
Tal y como nos explicó el concejal de Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de València, Giuseppe Grezzi, la ciudad pasó de contar con 127 kilómetros de carriles bici en 2015 a 166,5 kilómetros en 2021. A medidos de febrero del pasado año, tal y como apuntó Grezzi, Valencia contaba con 254 autobuses híbridos, dos eléctricos, treinta alimentados por gas natural comprimido (GNC) y 203 diésel/biodiesel. El objetivo era, y continúa siendo, reducir las emisiones de la flota de autobuses urbanos, por lo que se está reduciendo el número de unidades alimentadas por gasóleo y ampliando el de los autobuses eléctricos, cuyo número se quería incrementar en veinte unidades a lo largo de 2023.
Como es habitual, en Valencia también se ha incidido en la peatonalización de diversas calles del centro de la ciudad para mejorar la calidad del aire y alejar a los vehículos, mejorando así la seguridad vial y reduciendo la contaminación acústica.
Zaragoza, pendiente de la renovación de 'Bizi Zaragoza'
La capital del Ebro (unos 673.000 habitantes) ha puesto en marcha varias medidas para reducir la contaminación y mejorar la movilidad. Entre ellas se encuentran la creación y ampliación de una red de carriles bici, la promoción del transporte público con la creación de nuevas líneas de autobús y la mejora de la red de tranvía, así como la aprobación de zonas de bajas emisiones en el centro de la ciudad.
Por lo que respecta a Bizi Zaragoza, este servicio cambiará de empresa prestataria del mismo desde el próximo mes de septiembre. La intención del actual equipo de gobierno municipal es la ampliación territorial de Bizi Zaragoza, que aspira a contar con 218 estaciones y 2.180 bicicletas con pedaleo eléctrico asistido. Pero para eso habrá que esperar cuál es el resultado de las elecciones municipales que tendrán lugar en el próximo mes de mayo.
Además, la ciudad también ha delimitado una zona 30 en la que la velocidad máxima permitida a los vehículos es de 30 kilómetros por hora con el objetivo de reducir la contaminación, la siniestralidad y la contaminación acústica.
En definitiva, las medidas destinadas a reducir el impacto medioambiental del transporte público y privado son similares en el ámbito de las ciudades españolas. Por lo que respecta a la bicicleta es un modo de transporte que en determinadas ciudades ha logrado una presencia impensable hace unos años. Factores como la educación vial, la orografía y la climatología son determinantes en el éxito de su afianzamiento, pero el apoyo administrativo, mediante la habilitación de aparcamientos seguros —bien ubicados y con las dimensiones adecuadas— o la concienciación de todos los usuarios de las calles (también los propios ciclistas) juegan un papel determinante para aumentar su presencia en las vías de las principales ciudades españolas.