Control horario obligatorio, ¿Cuál es el temor?
Y ni 24 horas después de la publicación en el BOE del Real Decreto sobre la obligatoriedad de las empresas a llevar un control horario sus trabajadores, volvió la polémica. Sindicatos e Inspectores de Trabajo criticaban el redactado de una medida que tiene como objetivo principal luchar contra la precariedad laboral.
Esta vez las patronales están “moderadamente satisfechas”. El motivo es que “el control horario sólo será obligatorio en caso que lo acuerden la dirección de la empresa y los sindicatos en una negociación colectiva, acuerdo de empresa o decisión del empresario”, señalan los lobbies empresariales. En cambio, los sindicatos y los Inspectores de Trabajo encuentran insuficiente la forma de ejecutar el registro. Se habla de que las empresas “garantizarán la ejecución del registro”. Ambos colectivos creen que es un término blando. Para ellos se omite la “exigencia” y “obligatoriedad” que debería incluir la nueva medida.
Polémicas aparte, no parece que haya término medio es este tema. Y el empleado se ha quedado mudo, en el centro. Tal vez sea el vértigo que genera a sindicatos, patronales e Inspectores de Trabajo reconocer el cómputo de las horas extraordinarias realizadas cada año en España. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2017, del total de los más de 6,1 millones de horas extras semanales que se realizaron en España, casi la mitad (el 44,6%) no fueron pagadas ni compensadas. Eran “ilegales” según los sindicatos.
Esta polémica no deja ver los beneficios que supone contar con un control horario eficiente de nuestra jornada laboral. Uds. se preguntarán ¿beneficios por saber cuántas horas pasamos en la oficina o en la fábrica? Claro que sí, y no sólo eso. Un control horario que, además, informe a nuestros responsables superiores no sólo del número de horas que trabajamos, sino en qué proyecto, función o tarea las empleamos. Y no sólo con clientes exteriores, sino que también plasme las horas de los profesionales que en una misma empresa colaboran en más de un departamento.
Unos dirán que se trata de una intromisión flagrante en la autonomía del trabajador. Para otros supondrá un excesivo control y presión sobre las funciones de los empleados. Todo ello en un marco de empresas aparentemente cada vez más flexibles y enrolladas. En absoluto. Se trata de empoderar al propio profesional para que, mediante las herramientas necesarias, gestione su tiempo laboral. Y también pueda tener argumentos a su favor para justificar sus horas de trabajo y sus progresos. Con ello podrá evitar amenazas para la propia empresa. Por ejemplo, la falta de productividad, ¿cómo puede ser que, si en España se hacen tantas horas, la productividad continúe siendo tan baja? Y junto a estas otras amenazas para la conciliación laboral y familiar como el denostado presentismo.
Las nuevas formas de trabajar, más disruptivas, colaborativas y transversales nos exigen compartir qué hacemos en cada momento. Pero todavía más los nuevos perfiles de trabajadores. Trabajar con Millenials, por ejemplo, nos exige formas de organización laboral menos rígidas y más transparentes. La respuesta debe pasar por un control horario eficiente y moderno de nuestra jornada laboral. Bien ejecutado, neutral y con indicadores reales. Antes que una debilidad, una fortaleza para el profesional comprometido, competente y competitivo. Y por extensión a su empresa.
Resultará clave contar con soluciones de gestión empresarial que, de forma sencilla, permitan controlar las horas trabajadas. Y también extraer los informes pertinentes tanto a nivel individual como agrupado. Otro reto más a la transformación digital a la que estamos abocados.