La densidad de masa disciplinar de la ingeniería mecánica

La ingeniería mecánica, por lo menos a nivel académico, ha resistido los dictados de las modas. Cuando aparecieron nuevas especialidades de ingeniería, como la informática y todo lo relacionado con las tecnologías de la información, se percibió un cierto descenso en la aportación científica española en aquellas disciplinas consideradas "clásicas", como puede ser la electrotecnia

"La mecánica siempre se mantuvo en unos niveles razonables" —afirma Vicente Díaz, presidente de la Asociación Española de Ingeniería Mecánica (AEIM). "Pero desde hace una década se advierte un despegue, no sólo en número de alumnos en la escuelas, sino también en número de colocaciones de los recién licenciados". Si en algunos casos la mecánica ha podido tener la imagen de tecnología antigua o superada —aunque quien está en la profesión sabe que no es así—siempre aparecen temas nuevos: tribología, biomecánica, nuevos materiales... y ello sin contar las posibilidades de profundización adicional que aportan las técnicas de simulación.

La propia industria también lo percibe, contratando ingenieros y técnicos mecánicos al resultarles de utilidad y rendimiento acorde con la actividad, comparativamente con otras áreas.

"La industria mecánica ha evolucionado muchísimo en las últimas décadas", manifiesta Emilio Bautista, fundador y presidente de honor de la AEIM. Durante un cierto tiempo se produjo un desenfoque industrial orientado más a la producción en masa que a la incorporación de tecnología —lo que hizo imposible resistir, por ejemplo, el dumping que sufrió la industria naval. Pero ahora, con un mundo más internacionalizado, esta situación va cambiando.

Por ejemplo, aunque España no disponga de una industria automovilística con posibilidades de diseño, si existe una industria auxiliar del automóvil bastante eficaz. Aún así, Bautista cree que está cambiando a un ritmo bastante acelerado, aunque no suficiente.

"Desde hace una década se advierte un despegue, no sólo en número de alumnos en la escuelas, sino también en número de colocaciones de los alumnos licenciados"

Es necesario pasar a una industria de mayor valor añadido, pues estamos perdiendo cuota industrial. Cuanto más tarde la empresa en darse cuenta, y la administración en promoverlo, más duro será el trance

Con respecto a la administración, ocurre que la tecnología mecánica no es la que lo políticos más visualizan. Actualmente, los departamentos universitarios están saturados de proyectos, y a menudo hay que renunciar a algunos. "Hoy en día, a diferencia de lo que ocurría hace 10 ó15 años, la Universidad ya no tiene que dirigirse a las empresas en busca de financiación, sino que ocurre más bien lo contrario" —asegura Emilio Bautista. Pero la falta de apoyo institucional impide un crecimiento de los equipos de trabajo.

"Actualmente —prosigue Bautista— la Universidad española está más cercana y es más homologable a las universidades internacionales de referencia que la industria española clásica a la industria de referencia internacional. Y ello con muy pocos recursos invertidos por parte del Estado". La universidad española, actualmente, está exportando ingenieros.

La densidad de masa disciplinar de la mecánica es muy grande. El mundo tridimensional, con la capacidad dinámica que le otorga el tiempo, es esencialmente mecánico. Se constituye así en polo de atracción —y aplicación— de muchas otras áreas

Cuando un ingeniero es contratado por una empresa, antes le sobran conocimientos que no le faltan. Ello es un síntoma de que la industria no hace todo lo que podría hacer. "Olvídate de lo que has aprendido en la Universidad", suelen oírse decir. Pero no hay otro camino que reconvertir la industria hacia productos y tecnologías de mayor valor añadido, pues de otra forma la competencia de los nuevos integrantes de la Unión Europea o de los países asiáticos hará —como ya está ocurriendo— que la industria española pierda parte de mercado en Europa. Y no hay, por el momento, políticas públicas que lo favorezcan.

Sin embargo, Emilio Bautista es optimista: acabará ocurriendo. "De la misma forma que cuando se produjo la entrada en la Unión Europea temíamos convertirnos en un país de servicios dedicado al turismo, y no ha sido finalmente así. Pero cuanto más tarde la empresa en darse cuenta, y la administración en promoverlo, más duro será el trance".

"No se presta atención alguna a los pequeños talleres; sólo a la gran industria. "Si yo tuviera más responsabilidades de gobierno crearía más —todavía más— centros tecnológicos, para que puedan realizar la investigación que la pequeña industria no puede hacer por si misma. Hay suficientes profesionales preparados. Cuando una empresa decide cambiar a mayor valor añadido no echa de menos personal formado. Pero la administración debería promover más su utilización”, asegura Vicente Díaz.

También la industria naval se está activando. "Antes no nos pedían desarrollar tecnología, sino cumplimentar pedidos", cuenta Mateos.

"A diferencia de lo que ocurría hace 10 o 15 años, la Universidad ya no tiene que dirigirse a las empresas en busca de financiación, sino que ocurre más bien lo contrario"

"La ingeniería de nuevos materiales, ahora una especialidad de la química, debería estar bajo la ingeniería mecánica", asegura Vicente Díaz. Incide Emilio Bautista: "a la hora de procesar y mecanizar estos materiales, bien que acuden a nosotros. Y es preciso saber cómo han sido generados."

Hoy en día difícilmente se puede concebir la mecánica sin la electrónica, varios departamentos operan ya bajo la denominación de mecatrónica. Ambas reunidas, la aportación de la automática se hace imprescindible. Y los controles digitales comenzaron a realizarse con lógica discreta, después con microprocesadores y ahora una placa de PC suele resolver la mayoría de los problemas. Luego, la informática se ha unido también a la mecánica.

Es una tendencia general de muchas disciplinas, como reflejo de la condición humana de quien las tiene por suyas, tomarse por centrales. Pero la mecánica probablemente lo hace con fundamento. Y es que la densidad de masa disciplinar de la mecánica es muy grande. No sólo por su antigüedad, sino que el mundo, con sus tres dimensiones espaciales y la capacidad dinámica que le otorga la cuarta dimensión —el tiempo— es esencialmente mecánico. Así, se constituye en polo de atracción, y aplicación, de buena parte de muchas otras.

Además, la práctica lo demuestra: en la industria naval de Cádiz, según un estudio relativamente reciente, hay dos ingenieros navales, dos o tres ingenieros técnicos "y el resto son mecánicos", reseña Mateos. Díaz incide en lo mismo: "un ingeniero industrial mecánico tiene toda la capacidad para calcular el metacentro de un barco. Y por mucha electrónica que se meta en el automóvil, si no se domina la mecánica no sirve para nada" .