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Hablar y hablar para oídos sordos

Ibon Linacisoro - Director15/10/2008

Lo mejor de esto de Internet es que uno se entera de todo. Normalmente, además, de asuntos que son de obligado conocimiento en el desempeño de nuestra profesión. Tal es el caso de esta noticia, según la cual una mujer alemana de 48 años acabó llamando desesperada a los servicios de emergencia para que la rescataran de una situación de alerta máxima: un amigo que fue a visitarla estuvo hablando sin parar durante 30 horas. El amigo, si puede llamarse así, se puso a explicarle sus problemas personales y la ingesta de alcohol hizo que su estado de ebriedad aumentara progresivamente, lo cual dio alas a su verborrea. Sin saber ya qué hacer, la anfitriona llamó al número de emergencias. La mujer -aterrorizada- llamó una ambulancia pero los servicios sanitarios -unos vagos- se negaron a llevarse al amigo, por lo que la sufrida mujer telefoneó a la policía. Los agentes se llevaron al pesado amigo y lo dejaron en su domicilio, donde se desconoce lo ocurrido en las horas posteriores.

No, no nos lo agradezcas, amigo lector, es nuestra obligación mantenerte al día de las cosas importantes que pasan. Noticias como ésta no se pueden silenciar.

La táctica comercial de hablar y hablar es famosa en el mundo entero. Uno acaba a veces vendiendo por derribo más que por convencimiento. Lo malo del hablar y hablar, así como del escuchar y escuchar, es que las palabras finalmente pierden todo su sentido. Las ferias, llenas de feriantes, son al hablador lo que el famoso colococo al bebedor: un paraíso. Ahora, hace poco, en Alemania, los feriantes han tenido su oportunidad en la AMB, donde 80.000 víctimas potenciales han abarrotado los pasillos, exponiéndose alegremente al hablador profesional. Algunos hablaron con conocimiento e incluso algunos, se dice, vendieron máquinas. Esto es casi seguro, porque uno que suscribe es testigo directo de que se están haciendo máquinas. Y si se hacen... a algún sitio irán. Y Alemania no va mal. Con la que está tirando por aquí el mercado alemán está dando ciertas satisfacciones. A los organizadores de la feria AMB, desde luego, seguro que les supo bien ese 60 por ciento más de visitantes en comparación con la anterior edición.

Claro que de tanto hablar y hablar, ya uno no sabe en quién confiar y los argumentos comerciales confunden en ocasiones lo que es con lo que puede ser, lo que hay con lo que habrá. Y en esta maraña de sobre información, donde tanto se escribe y tanto se habla, los ojos y los oídos del receptor están tan a la defensiva que resulta complicado penetrarlos. Hagamos un esfuerzo pues por la empatía. Si todos vendemos algo, en definitiva, pongámoslo fácil al que nos habla y evitémosle el difícil trago de hablar para oídos sordos. Y si esto no convence, siempre queda la opción de no escuchar y seguir leyendo esta revista para enterarse uno de todo.

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