¿Qué dirían nuestros antepasados? En buena parte por culpa de nuestra industria de los plásticos ya nada es lo que parece. ¿Es de piel o es de plástico ese bolso que nos han regalado los Reyes Magos? ¿Son de madera o de PVC esas ventanas del restaurante donde nuestra empresa nos llevó a cenar el pasado 15 de diciembre? ¿Era el langostino que sirvieron nuestros suegros de carne y bigotes o era una perfecta imitación en algún polímero comestible? Desde luego, por lo que costó tragarlo, era polimérico. Rodolfo Langostino se ha pasado a la modernidad y ya no envía a sus congéneres a nuestras mesas por Navidad, sino que ha creado todo un ejército de langostinos moldeados que adornan la mesa perfectamente, aunque no acaban de convencer a los de paladar fino. Sí es cierto, no obstante, que tras descorchar las botellas de vino aunque tal vez empezará a ser más correcto decir “dessiliconar” botellas si la silicona sigue arrinconando al corcho cualquier langostino vale, pues el paladar pierde propiedades gustativas con el vino. Y alrededor de los langostinos artificiales en la mesa, las familias se congregaron con su aspecto no menos irreal, con peinados peinadísimos para parecer despeinados o ropas nuevas muy rotas que querían parecer viejas. Lo nuevo quiere ser viejo, los viejos quieren ser nuevos, recuperar la piel elástica, brillante, colorida y llena de vida de su niñez. Siempre la insatisfacción como color de fondo, la paradoja llevada al extremo.
Llegará un momento en el que el plástico que simula ser madera en el salpicadero del coche, pretenda parecerse al plástico. Pero no directamente, sino de forma compleja. Querrá ser madera, pero tener aspecto de plástico a los ojos del usuario, aún siendo plástico y no madera. Más madera es por cierto la que necesita la estufa del sector de los plásticos, cuyo fuego se ha debilitado durante 2006 tras unos años de luz y calor. Más madera, o mejor, más madera de esa que es de plástico, porque no comparemos el valor calorífico de la madera con el de los plásticos, que también en esto ganan con uno menos y los pies atados.
Más madera de plástico, más plásticos, más cosas de verdad, pero, sobre todo, más salud y más plásticos, claro. ¡Y un FELIZ AÑO NUEVO!