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Espectáculo gutural

Ibon Linacisoro, Director15/06/2006
¿Sabe usted emitir un sonido tocando el dorso de la lengua con la parte posterior del velo del paladar o acercándose a él formando una estrechez por la que pasa el aire espirado? En principio, diría uno que no, pero seguro que sí. Querer es poder. Es así, de forma tan compleja, como uno emite los sonidos guturales. Muy gutural es la forma de comunicarse de los bosquimanos que, si la tele no miente, hablan mediante sonidos guturales. Claro que sería bueno saber cómo les suenan a ellos nuestros sonidos, especialmente los nuestros, los del país chillón por antonomasia. Pero a lo que íbamos, a lo gutural. No consta expresamente en la noticia, pero no pensamos que quedara en gutural el aullido del individuo más próximo al ordenador que explotó en una presentación. Fue en Japón, donde la contención es universal, durante una conferencia. De pronto, un ordenador, Dell que preferimos no dar la marca para no ofender, explotó. Y lo hizo varias veces, hasta el punto de que el inicial espectáculo gutural del personal transformose en griterío generalizado. Pasaron del sonido tocando el dorso de la lengua con la parte posterior del velo del paladar al sonido inarticulado de la voz, agudo y desapacible.

El peligro está en todas partes. Uno piensa que un ordenador está preparado para no explotar, que incluso si explota no se quema con facilidad, por aquello de los plásticos con retardantes de llama, que serán malos para reciclar, pero que te permiten atender a una conferencia con una cierta tranquilidad. ¡Qué va! El espectáculo está en todas partes y siempre nos da qué pensar. ¿Que habría ocurrido si el ordenador hubiese estado en el regazo de un ejecutivo en un aeropuerto? Nervios iniciales acompañados de espectáculo gutural, carreras, gritos... por no hablar del maltrecho estado de las extremidades inferiores, de todas las extremidades inferiores, del pobre ingenuo que se creía poseedor de un ordenador ignífugo.

Desde entonces, desde que la noticia se propagó como el fuego por internet, en esta revista no nos cansamos de pedir prudencia a los plastiqueros todos. Aprovechemos nuestra situación de privilegio para llevar siempre con nosotros un pequeño salero, con un poco de retardante, y aderecemos nuestros “gadgets” más queridos con ese polvito. Sin complejos. El ordenador, el cepillo de dientes eléctrico, la PDA, el mp3, la cámara digital... todos estos frutos del consumismo alocado pueden explotar en nuestras manos, pero un salerito con retardante, con un poco de gracia, nos salva el momento.

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