El estado emocional de cerdos, galgos y podencos
19 de septiembre de 2012
Investigadores del IRTA, del Departamento de Agricultura de la Generalitat de Catalunya, van a estudiar cómo el estado emocional del cerdo afecta a su bienestar y, en consecuencia, a la calidad de su carne. Un cerdo malhumorado o tensionado acabará en un plato que no dará satisfacción al comensal, quien saldrá del restaurante maldiciendo su elección entre tanta suculencia, volverá al trabajo y a su hogar y transmitirá su desagradable experiencia con el cerdo entre sus compañeros y familiares, quienes se sumarán a la protesta y dirán cosas como “ya no hay cerdos como los de antes”. Es curioso porque sabemos que el bienestar animal es un concepto que incluye tanto la salud física como mental del animal, y aunque existan indicadores sobre el confort, el hambre, la salud o las lesiones que pueda padecer un animal, todavía faltan por desarrollar medidas sobre el estado emocional de los animales de granja. Sabemos también que esto es atribuible al humano, cuyas similitudes con el cerdo son cada vez mayores. Y tampoco vamos a decir que no se atienda a estas cuestiones, pero, la verdad, en una España deprimida, con los ciudadanos en declive emocional, no parece que se estén trabajando demasiado los asuntos del ánimo, ni entre desempleados, ni entre empleados con el futuro más inseguro de los últimos tiempos… si es que hubo futuro en el pasado. Según los especialistas de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (AEEMT) “la incertidumbre acerca del futuro hará que el estrés en el trabajo sea la epidemia de la próxima década”. Un reciente estudio señala que hasta el 62% de los trabajadores españoles afirma estar más estresado que el año pasado.
Ante este panorama se agradecen iniciativas como la de Irún de este mes de septiembre para aliviar el alma de los mortales cuyas carnes están tensas. Esta localidad guipuzcoana ha acogido la feria del cannabis más grande de Europa. Siempre habíamos liderado el movimiento de la paella más grande del mundo, el embutido más largo de Europa o el club de fútbol que más gasta, pero hasta ahora se nos había resistido el sector del Grow. Iniciados y no iniciados, profesionales y amateurs, todos encontraron su hueco en una feria en la que tanto los 200 expositores como las numerosas jornadas acercaron la felicidad y la sonrisa a una sociedad humana cuyo bienestar, como el de la sociedad cerda, debe ser revisada.
Dejadnos, amigos del IRTA, deciros algo, aun a riesgo de participar en esta fiesta sin invitación. Todos queremos que los cerdos estén contentos, pero no dejemos de lado, por favor, a los galgos y a los podencos. Porque ese correr suyo para cazar a los conejos, esa amenaza a nuestro modelo de convivencia sólo denota su infelicidad e insatisfacción. ¡Cuán bien estarían cerdos, galgos y podencos en la feria del Grow buscando esa sonrisa que la vida les niega, pero la hierba les proporciona!