Hacia la circularidad de los plásticos
Kevin Quast | Global Business Lead | Honeywell Plastics Circularity Business
21/03/2023De todo el plástico fabricado entre 1950 y 2017, siete mil millones de toneladas se han convertido en residuos, una cantidad que sigue creciendo. Hoy en día, el mundo produce el doble de plástico que hace dos décadas, y ocho millones de toneladas al año terminan en los océanos. Para 2050, podría haber más plástico en el mar que peces, según la organización WWF.
De todos modos, es poco probable que la necesidad de producir plásticos desaparezca a corto plazo. Los plásticos desempeñan un papel relevante en la conservación de los alimentos o en la protección de los productos médicos, por ejemplo. Nuestra sociedad los sigue necesitando para mantener e incrementar los niveles de vida sana, moderna y segura. Todo ello, desafía a los responsables de la toma de decisiones a aplicar soluciones realistas y eficaces para reducir este tipo de residuos.
Los gobiernos deben pasar a la acción
En todo el mundo, las agencias gubernamentales trabajan para reducir los desechos plásticos. Estas medidas pueden tomar la forma de restricciones o prohibiciones de plásticos de un solo uso, como las bolsas en las tiendas de alimentación. Sin ir más lejos, el pasado 1 de enero, en España entró en vigor la Ley de Residuos y Suelos contaminados, que determina la obligatoriedad de pagar impuestos por los envases de plástico no reciclables, entre otras medidas.
Sin embargo, la legislación por sí sola no resolverá el problema. La sociedad también necesita un enfoque holístico para lograr un mayor reciclado de plásticos, y eso significa adoptar toda una serie de tecnologías.
Nueva tecnología para desafíos complejos
En la actualidad, las tecnologías de reciclado mecánico procesan la mayor parte del plástico que se desvía del flujo de residuos. En este proceso, el plástico se transforma en pellets que se utilizan para crear nuevos productos, mediante un método está muy extendido por su accesibilidad, eficiencia energética y rentabilidad. Asimismo, los nuevos avances han ampliado la gama de plásticos que pueden reciclarse mecánicamente más allá del tereftalato de polietileno (PET) para incluir materiales más difíciles, como los envases flexibles.
Sin embargo, el reciclado mecánico tiene sus limitaciones. Las propiedades físicas del material se degradan en el proceso, los plásticos reciclados mediante estos métodos son adecuados para menos aplicaciones y, a menudo, se “degradan” para ser utilizados en la fabricación de bancos para parques o ciertos tejidos para prendas de vestir. Asimismo, algunos plásticos son difíciles de procesar mediante este reciclado, como algunas películas, materiales mixtos y plásticos de colores. Al mismo tiempo, la normativa restringe el contenido de plástico reciclado que puede utilizarse para determinadas aplicaciones, como los envases en contacto con alimentos, que pueden requerir una mayor esterilización o descontaminación antes de poder ser utilizados.
Por contra, el reciclado químico descompone los plásticos a nivel molecular. Los aceites de pirólisis que se producen se envían a craqueadores de vapor y desplazan a los flujos de alimentación basados en combustibles fósiles. Los craqueadores de vapor producen los monómeros que posteriormente se polimerizan para crear nuevos plásticos que sustituyen a las fuentes de plástico basadas en combustibles fósiles. Según la Universidad de Gante, el rendimiento de los monómeros producidos en el craqueador a vapor a partir de aceites de pirólisis de plástico reciclado es similar al de las materias primas de origen fósil.
Los recientes avances en la tecnología de pirólisis del reciclado químico permiten procesar con mayor eficacia los residuos mixtos clasificados para obtener plásticos reciclados de alta calidad, aptos para uso alimentario, y con los mismos niveles de seguridad y rendimiento que los plásticos fabricados a partir de combustibles fósiles. Combinando la pirólisis con la gestión de contaminantes y la conversión molecular, Honeywell UOP ha desarrollado un proceso de pirólisis que convierte los plásticos de desecho de baja calidad en materia prima de polímero reciclado que puede utilizarse para producir nuevos plásticos de calidad virgen.
Colaboración crítica
Tanto el reciclado mecánico como el químico, sin embargo, no son competencia y deben complementarse. Cuando los residuos son adecuados, el reciclado mecánico ofrece un método sencillo y de bajas emisiones para devolver los plásticos a su uso. Cuando el plástico está contaminado, es complejo o de calidad, el reciclado químico evita que acabe en el vertedero o incinerado, y puede reducir radicalmente la necesidad de plásticos vírgenes.
Del mismo modo que las dos tecnologías pueden trabajar juntas para acercarnos a la economía circular de los plásticos, también es necesaria la colaboración entre todos los agentes del sistema de gestión de residuos: transformadores, recicladores, procesadores, minoristas y fabricantes de bienes de consumo. Un obstáculo clave a la hora reciclar plásticos han sido las desconexiones e incoherencias entre estos actores clave y sus enfoques del reciclado.
En este sentido, Honeywell se ha propuesto conectar a estos distintos agentes trabajando con empresas de gestión de residuos para conceder licencias de su tecnología de proceso UpCycle, facilitando así la adopción de los mecanismos del reciclado avanzado. Por otro lado, también es vital que todas las partes implicadas eduquen al público consumidor sobre cómo estos cambios deberían afectar a los hábitos de reciclaje y aboguen por los cambios necesarios en los esfuerzos de recogida. Las marcas deben desempeñar un papel clave en ello, ya que pueden colaborar comunicando a los consumidores los cambios en los materiales de envasado y en las nuevas prácticas de reciclaje.
Aunque esta colaboración ya está tomando fuerza entre las empresas, queda mucho trabajo por hacer en el reciclaje y en la producción. Sin embargo, la atención también debe centrarse en los consumidores, animándolos a reciclar y, sobre todo, facilitándoles al máximo la tarea reduciendo barreras, como la necesidad de clasificar los distintos materiales. Para que esto funcione y, en última instancia, se logre la economía circular que desean la industria, los gobiernos y los ciudadanos, será necesario utilizar toda la gama de herramientas y tecnologías disponibles.