“La etiqueta acústica en la edificación será un elemento informativo sobre el confort acústico”
Entrevista a Sergi Soler, presidente de ACCA
La contaminación acústica es un problema grave de salud ambiental en Europa. El ruido es su principal causa y no solo está presente en las ciudades más concurridas, sino que cada vez lo encontramos más en entornos naturales. A finales del mes de abril de 2022 la Generalitat de Catalunya inició la campaña ‘Semana sin ruido’, presidida por el lema ‘Bajemos el volumen’, para poner en valor todas las acciones que mejoran la calidad acústica de nuestro entorno, como la sensibilización y la educación ambiental. En este marco se celebró en Granollers (Barcelona), los días 25 y 26 de abril el congreso Acusticat. Para explicar cuál es la situación de la acústica en la edificación, hablamos con Sergi Soler, uno de los responsables de la organización de Acusticat y presidente de ACCA, Associació Catalana de Consultors Acústics.
Acusticat es un encuentro de todos los agentes que colaboran en la mejora acústica de nuestro entorno construido. ¿Cómo surgió esta iniciativa que congrega a expertos, políticos y empresas?
La mayoría de los agentes que formamos parte de la acústica en Cataluña ya nos conocíamos al coincidir en los congresos que se celebraban en el ámbito estatal, como el Tecniacústica, e internacional, como el Internoise o el Forum Acusticum. Básicamente éramos profesionales de la consultoría acústica, técnicos de la administración y personal universitario.
Los consultores acústicos, como grupo de profesionales que buscábamos la profesionalidad y la ética profesional en nuestro sector creamos la Associació Catalana de Consultors Acústics. Esta asociación tiene unos estatutos, un reglamento interno y un código ético que velan por la capacidad y calificación de sus asociados, y garantiza su independencia y su calidad.
Al coincidir habitualmente en los mismos encuentros profesionales con la administración y las universidades, nos animamos entre todos a crear algo similar a lo que ya veíamos en otros congresos, pero circunscrito al ámbito catalán, orientado a reconocer nuestras inquietudes y, a una escala menor, poder afinar más nuestra normativa según nuestras necesidades. De ahí surgió la promoción del evento bianual Acusticat.
¿Por qué esta organización temática de Acusticat en forma de retos y dilemas?
Teníamos el referente de los congresos a los que íbamos asistiendo, que consistían en sesiones magistrales protagonizadas por grandes expertos, en las que no había opción a trabajar los temas desde más de un punto de vista. En nuestro caso, nos interesaba más que Acusticat fuera un marco donde debatir problemas, retos, sacar dilemas a la luz y, entre todos de forma más colaborativa, buscar soluciones y respuestas.
Tras la idea de no optar por clases magistrales, había la voluntad de establecer marcos de cooperación y creo personalmente que ya estamos consiguiendo que esta manera de trabajar sea plenamente productiva.
Una de las sesiones del congreso Acusticat 2022, celebrado los días 25 y 26 de abril en Granollers, Barcelona.
¿Qué futuro le espera a la disciplina acústica en Europa los próximos años?
Hay muchas disciplinas involucradas en la acústica. Si tomamos la arquitectura como referencia, existen diversos códigos técnicos desplegados en toda Europa donde ya se registra la importancia de la acústica. Si hacemos comparativas entre los diferentes países, el Código Técnico de la Edificación (CTE) actualmente es uno de los menos exigentes en cuanto a aislamiento acústico.
Al igual que la etiqueta energética, que ya hace tiempo que está implantada, se prevé que, a medio plazo, se extienda la demanda de una etiqueta acústica en la edificación, que será una información importante sobre la calidad y el confort acústico en los edificios. Asimismo, a largo plazo se habla también de otros posibles cambios de los parámetros acústicos de evaluación, del aislamiento acústico.
La normativa “UNE 74201:2021. Acústica” ya establece una escala de la clasificación acústica de los edificios. Sin embargo, el interés por la eficiencia energética parece actualmente tener más peso que el confort acústico en las estrategias de nueva construcción y en la rehabilitación. ¿Es esta una percepción real? ¿Cómo se puede incentivar la mejora acústica de los edificios?
El problema de esta normativa es que tiene unos límites cuantitativos fijados por el CTE, que ya está pensado para proteger la salud de los habitantes y usuarios de un edificio. Esta clasificación aporta unas categorías que están por encima de los valores mínimos del CTE y otras categorías que están por debajo, pensadas para el ámbito de la rehabilitación. Intentar clasificar pluses sobre el mínimo que marca el CTE no siempre es lo más apropiado. La clasificación podría seguir una comparativa similar a la adoptada por las estrellas de calidad en el mundo de la restauración alimentaria. Si quiero disfrutar de un estándar de confort acústico determinado, sé que pagando un plus puedo conseguirlo. En cambio, si nos fijamos en los índices fijados actualmente por la ley, éstos parecen mucho menos ambiciosos; por ejemplo, la clase A que se plantea ahora en España sería similar a las exigencias mínimas del código acústico alemán. Es decir, alguien de Alemania que estuviera en un edificio clasificado clase A en acústica en España, tendría el mínimo exigido en Alemania. Nos encontramos pues con el debate de si sería necesario solicitar más exigencia a una clase A. Y este es uno de los dilemas que hemos tratado en el Acusticat.
Por otro lado, parece claro que la preocupación por el factor energético se ha antepuesto al acústico. El mejor ejemplo de ello es que la clasificación energética de los edificios es una realidad desde hace tiempo y la acústica todavía no.
Es cierto que ofrecer una clasificación acústica del edificio se puede interpretar como la voluntad de dar una información sobre la calidad del edificio según sus prestaciones de confort, que quizás no son actualmente tan demandadas como las energéticas. Sin embargo, el confort acústico es algo muy importante y que sería muy interesante aplicar cuanto antes.
¿Por qué el ruido ‘social’ aún es visto como una molestia a combatir y no como una oportunidad para establecer paisajes sonoros?
Siempre tenemos el debate entre la diferencia entre ruido y sonido. El ruido tiene una connotación desagradable y molesta. Tenemos que definir esta diferenciación entre ambos conceptos, que, además, es algo muy subjetivo. Combatir la idea del ruido social debería enfocarse hacia el ruido del tráfico, por ejemplo, sonidos que sí son molestos y que pueden llegar a ser nocivos por los niveles a los que se nos está sometiendo.
Cuando hablamos de paisajes sonoros nos referimos a sonidos que pueden llegar a ser agradables, como sonidos de ríos, de viento, de hojas de árboles… Tenemos que aprender a hacer esta diferenciación entre sonidos y ruidos.
El principal problema actual es el tráfico. En el congreso siempre que hablamos de ruido acaba saliendo el tráfico rodado, porque el ferroviario y el aéreo no tienen tanta repercusión. El tráfico rodado es una tónica general, presente en todas partes y que está surgiendo incluso en enclaves como pueblos de montaña, donde, con unos niveles sonoros a priori muy buenos, empieza a ser un problema. Como sociedad tenemos que concienciarnos de que el hecho de movernos con transporte particular y de combustión nos está comportando problemas de confort y convivencia.
¿Qué importancia tienen los materiales de construcción en la mejora del aislamiento acústico en los edificios, cómo se está evolucionando en este sentido?
Ya desde la salida del CTE, dejamos de aplicar la norma básica de edificación, la NB-CA 88, sobre condiciones acústicas en los edificios. A partir de ese momento se produjo un salto en cuanto a los productos, sobre todo en lo que respecta a sus exigencias.
Esta situación se dio principalmente por dos motivos. Una fue porque las exigencias se incrementaron y era necesario conseguir valores de aislamiento más altos. Ésto hizo necesario hablar de flancos laterales y de cortar transmisiones en aristas, por lo que surgieron nuevas ideas y materiales en la frontera de las uniones entre elementos constructivos. La otra razón se debía a que tras el CTE hay una filosofía de trazabilidad para poder seguir la correcta implementación del proyecto arquitectónico hasta la obra. Por lo tanto, se comenzó a exigir que los productos que se recibieran en la obra fuesen completamente trazables, es decir que sus prestaciones fueran realmente las proyectadas. Los fabricantes han trabajado en estos dos aspectos.
En los últimos años ha habido otro cambio, que el peso que ha ganado la exigencia de sostenibilidad en la edificación, lo que nos ha llevado a nuevas arquitecturas que recuperan materiales como la madera o introducen nuevos derivados industriales de ella como los paneles de madera CLT. Son productos que buscan las mismas prestaciones pero con mejores comportamientos y un valor añadido de sostenibilidad, pero de los cuales tenemos aun limitada experiencia acústica.
Por ejemplo, en los últimos trabajos que hemos hecho en edificios de madera ha sido necesario incrementar la masa de los elementos estructurales de madera y la primera opción que teníamos era cargarla con hormigón. Sin embargo por este motivo, en términos de sostenibilidad, la traza energética de su recuperación es mucho más cara. Por ello nos planteamos utilizar la arena, que se puede recuperar de manera mucho más fácil en el momento de la deconstrucción y que es reutilizable. Este es un ejemplo de cómo están cambiando las soluciones que utilizamos, no solamente por las exigencias o la trazabilidad acústica, sino porque como sociedad también valoramos más la sostenibilidad.
¿Qué papel tiene el consultor acústico en el momento de la proyección de edificios, notáis que vuestra opinión se tiene más en cuenta?
Sí, también porque en el ámbito legislativo se está empezando ya a solicitar la aplicación de medidas finales de comprobación del cumplimiento del CTE. Ahora está sucediendo en la ciudad de Barcelona pero es posible que en unos meses también se solicite en toda Cataluña. En el momento que existe un control final y se empieza a ser más exigente, los arquitectos se asesoran más con especialistas. En los pliegos de condiciones de algunas licitaciones a concurso ya se dan puntos específicos si se cuenta en el equipo con un asesor acústico e, incluso, por cada dB de mejora de la exigencia que se pretende superar por encima del valor mínimo.
La propia administración o los promotores públicos están exigiendo más calidad acústica, por lo que es lógico que el sector de la arquitectura se apoye en nosotros como consultores para buscar estos resultados que a veces ¡casi son imposibles!
¿Qué incidencia tiene el intrusismo profesional en el gremio de consultores acústicos, es un problema grave?
En algunas tipologías de proyectos notamos bastante intrusión de gente que, sin contar con los conocimientos y la experiencia mínimos se atreve a firmar ciertas actividades y a tomar decisiones que pueden derivar en repercusiones económicas que quizás no parezcan tan importantes si se ponen en el contexto de las obras de edificación, pero que sí tienen consecuencias finales.
Existe intromisión y la combatimos sobre todo en el día a día. Sin embargo, al final cada cual acaba en su lugar, al fallar sus intervenciones en varias ocasiones acaban desapareciendo del mapa.
¿Cuál es el mensaje que enviarías a todos los arquitectos, aparejadores e ingenieros que no han estado presentes en Acusticat?
Les diría que la acústica es un sector vivo, donde la administración y los usuarios finales están demostrando sus inquietudes. La exigencia del usuario de un edificio ahora no es la misma que la de hace veinte años. Socialmente se ha tomado consciencia de los derechos que tenemos en nuestra casa. Los implicados deben saber que tienen a los consultores acústicos a su lado como ayuda y que pueden contar con nosotros, porque realmente es la mejor manera de conseguir resultados. Además, es la manera de mejorar, porque cuando conseguimos resultados podemos ir a por resultados superiores.
¿Qué valoración se puede hacer de esta convocatoria de Acusticat, cuáles eran sus planteamientos iniciales y qué conclusiones se pueden extraer? ¿Qué ideas tenéis para incorporar al programa de la próxima cita?
Lo primero a reseñar ha sido la vuelta a la presencialidad. La pasada edición la hicimos online, desde Sant Cugat y este año ha sido la ocasión de volvernos a encontrar, de vernos las caras y darnos la mano. Además, hemos visto que había muchas ganas e interés por las materias tratadas, hasta el punto que por primera vez en el congreso se ha creado un grupo de trabajo para desarrollar ideas con objetivos fijados a exponer en la próxima edición en 2024, que se celebrará en Manresa.
Finalmente, la semana en que se ha celebrado el congreso Acusticat, la Generalitat inició la ‘Semana sin ruido’, con el lema ‘Bajemos el volumen’. ¿Qué estrategias podemos seguir para conseguir bajar este volumen?
La administración se encarga de las “estrategias técnicas” como los mejores trazados de infraestructuras, las políticas de reducción de la combustión, los asfaltos fonoabsorbentes, la regulación de terrazas, y demás temas, muchos de ellos debatidos en el Acusticat. Nuestra colaboración como sociedad debería salir de la consciencia y el control del ruido que generamos: No gritar en espacios públicos o sin aislamiento, desplazarnos más en transporte alternativo a la combustión, respetar el derecho al descanso de los demás, y en general concienciarnos que nuestro ruido puede molestar a los demás.