Estudios de investigación en Canarias
La ceniza que expulsó el volcán de La Palma podría emplearse como material de construcción
La limpieza y recogida de ceniza, que expulsó el volcán durante los 85 días que duró la erupción en La Palma, sigue. Según el Cabildo calcula que se tardará al menos un año en retirarla. En cualquier caso, durante el fenómeno se especuló con su posible uso, desde la agricultura hasta la construcción. En este sentido, existen varias investigaciones abiertas, sobre todo en el sector de la construcción, para reutilizar esta ceniza en la edificación.
Una de estas investigaciones la lleva a cabo el Servicio de Laboratorios y Calidad en la Construcción de la Viceconsejería de Infraestructuras y Transportes del Gobierno de Canarias. El jefe del departamento, Javier Jubera, explica que intervienen tres líneas de trabajo para darle uso a la ceniza: reponer arena de playa, asfalto y vinculada al cemento y sus derivados, con destino a la construcción. Y ésta última parece que es la más avanzada. “Nuestro objetivo es que su utilización sea rentable económicamente, para que la ceniza tenga más valor que las materias primas que ahora mismo se utilizan en el sector de la construcción y, a su vez, que reduzca costes en la fabricación de productos”.
Jubera añade que durante los ensayos han podido comprobar que algunas muestras de las cenizas recogidas en La Palma tienen capacidad o actividad puzolánica, similar a la de las empleadas para producir cemento desde la antigüedad romana hasta el siglo XIX. Durante la revolución industrial se desarrolló el clínker, con el que se fabrica el cemento más común en la actualidad, “que permitía construir más rápido, porque tardabas menos tiempo en que la construcción alcanzara la resistencia que necesitaba”, recuerda Jubera. Y en Canarias se importa el clínker que se mezcla con puzolanas para producir cemento.
Varios estudios de investigación en La Palma avanzan para emplear la ceniza del volcán como complemento al hormigón en el sector de la construcción fomentando, así, su economía circular. Foto: ANERR.
El problema del clínker, añade Jubera, es que “es una industria muy contaminante”. Y los trabajos tratan de comprobar la actividad puzolánica de las cenizas, para añadir la mayor cantidad posible al clínker, para fabricar cemento sin reducir excesivamente su resistencia y, al mismo tiempo, eliminar la necesidad de importar un material que se hace “en grandes hornos, con un enorme consumo de energía”, añade el jefe del Servicio de Laboratorio y Calidad en la Construcción.
Gran resistencia a largo plazo
Sin embargo, uno de los principales problemas de las investigaciones es la inmensa cantidad de ceniza que expulsó el volcán y que se ha revuelto durante los trabajos de retirada, complicando su separación por su calidad, porque presenta una gran heterogeneidad, aunque los expertos concluyen que lo ideal es que tenga sílice. “Lo que estamos intentando ver, una vez tengamos caracterizada esa capacidad puzolánica del material acopiado, es cual es la mejor utilidad que podría tener”, subraya Jubera.
Por este motivo, existen otras líneas de investigación, como la fabricación de hormigón. Éste, que se fabrica con cemento, áridos y agua, debe ser resistente, dócil y durable. Para que sea dócil (que cuando se introduce en un encofrado ocupe bien todo el volumen sin dejar huecos), en Canarias se suelen utilizar diversos productos químicos e importar arena de África. Aunque la ceniza no alcanza la misma capacidad que la arena africana, sí es más dócil que el basalto y aporta resistencia.
El Servicio de Laboratorio y Calidad en la Construcción también está desarrollando prototipos de bloques que se emplearían en viviendas. Se trata de otra línea de actuación distinta del Servicio de Laboratorios que, en su caso, usa residuos de demolición de edificios y se mezclan con el material volcánico. Jubera destaca que han comprobado que le aporta resistencia y “va bien por ese camino”.
En este sentido, se determina que cuando la ceniza se comporta bien con el cemento, da unas características de resistencia, que a su vez las puede aportar a los bloques y al hormigón. “Vemos que a corto plazo no mejora mucho las propiedades o la resistencia, pero a largo plazo parece que sí. Se tarda en dar esa resistencia a los materiales, igual que hacía la puzolana de los romanos”.
Aunque se encuentra en fase de estudio, los análisis van muy avanzados, para dar respuesta a la gran cantidad de ceniza que se acumula en La Palma y que podría dar respuesta a la economía circular que impulsa el sector de la construcción. Incluso, no se descartaría su importación fuera de las islas.