50 años de ingeniería y arquitectura (1967-2017)
Hace 50 años, en 1967 se encontraba en plena construcción en Madrid el edificio de viviendas Torres Blancas, de Francisco Saenz de Oiza, uno de los hitos de la arquitectura española del siglo XX, y quizás el más conocido internacionalmente. En este edificio confluyen un gran número de tendencias de la época, pero es interesante destacar la integración de espacio y estructura, en una fusión de espacio e ingeniería de la construcción quizás no igualada desde la arquitectura gótica, donde la estructura crea la forma.
Los ingenieros de caminos Carlos Fernández Casado y Javier Manterola fueron los responsables de la definición y cálculo de esta compleja estructura que no tenía semejante hasta ese momento, en un ejemplo de fructífera colaboración que debería ser habitual en cualquier proyecto. Este edificio tuvo un carácter singular y difícilmente repetible, aunque se aprecian propuestas que permiten percibir una línea de continuidad en la progresión arquitectónica, como la investigación de soluciones bioclimáticas en el uso de ventilaciones cruzadas y las amplias terrazas que atemperan el clima con el sombreamiento y estudio de las orientaciones adecuadas.
Realmente las viviendas estaban dotadas de ascensores, electricidad, agua y calefacción. No se consideraba la climatización y tratamiento del aire como un servicio necesario, y pasarían algunos años hasta conseguirlo. Incluso en esta época se seguían construyendo miles de edificios de viviendas sin ascensor.
“En los años 60 no se consideraba la climatización y tratamiento del aire como un servicio necesario y pasarían algunos años hasta conseguirlo.”
Es precisamente este esfuerzo de plantear las instalaciones desde la base del proyecto el que nos va a servir como punto de partida en el análisis de cómo han evolucionado los servicios integrados en la edificación a lo largo de este periodo.
Poco después se inician las Torres de Colón de Antonio Lamela, edificio doble que también constituye un hito estructural, por otros motivos. Se trata de dos edificios gemelos, cuyas plantas están realizadas mediante una estructura suspendida de 18 cables desde una plataforma situada sobre el núcleo central de hormigón que aloja a los ascensores. Esta estructura también resulta muy compleja y fue diseñada por los mismos ingenieros que la anterior, además de Leonardo Fernández Troyano.
Las instalaciones se corresponden ya con las necesarias para el uso de oficinas, aunque con las dificultades derivadas de la conversión del proyecto previo de viviendas a un uso administrativo.
Los años 60 son de expansión económica, y se están realizando simultáneamente numerosos edificios de oficinas de carácter singular en muchos casos. En particular los ejes de La Castellana en Madrid y La Diagonal de Barcelona se van poblando de inmuebles que tienden cada vez a una mayor verticalidad.
Entre 1966 y 1969 Miguel Fisac construye el edificio para sede de IBM, casi enfrente de las Torres de Colón, con una fachada muy característica de piezas prefabricadas verticales de hormigón que tamizan la luz solar, evitando la radiación directa del Oeste y reduciendo la demanda energética. La forma singular de estas piezas configuró una imagen corporativa de la compañía durante muchos años en nuestro país.
El conjunto de edificios Trade, construidos entre 1966 y 68, de José Antoni Coderch y Manuel Valls agrupa cuatro torres de 11 y 13 plantas, en un solar único con una solución muy elegante de muro cortina negro con unas esquinas curvas que diluyen la sensación de pesadez de unos volúmenes obligados por la ordenanza. Casi contemporánea es la torre de La Unión y el Fénix, de Luis Gutiérrez Soto, con un lenguaje arquitectónico distinto de aplacados de granito negro, con una gran sobriedad. Ambos edificios responden a la recuperación plena en España de una arquitectura internacional, en este caso con influencias de los edificios en altura de EEUU.
Todos los edificios de oficina de estos años ya están dotados de las instalaciones centralizadas para la regulación de las condiciones de habitabilidad. Se trata en general de grandes instalaciones que distribuyen el fluido por agua hasta ventiloconvectores.
Sin embargo, esta no es la situación habitual del parque construido que, en el mejor de los casos dispone exclusivamente de calefacción por agua a través de radiadores, y ningún tratamiento de aire. En esa época se estaba produciendo un trabajoso ajuste a estos sistemas centralizados en los hoteles de lujo, como el Edificio España, y en algunas oficinas singulares.
No es algo generalizado y poco a poco se van poblando las fachadas de ruidosos y poco eficientes aparatos de ventana. Aun así se trata de los edificios comerciales, ya que a las viviendas aún no ha llegado esa posibilidad.
Estamos en el umbral del gran desarrollo de la implantación de los sistemas de climatización en las viviendas, algo habitual en los Estados Unidos, pero que llega con retraso a Europa en general. En un periodo de energía barata que parece inagotable los sistemas no tienen en cuenta excesivamente el rendimiento, siendo prioritario el coste moderado de los equipos. La ingeniería del aire acondicionado vive su apogeo y los grandes sistemas centralizados reinan en los gigantescos edificios de oficinas de Nueva York o Chicago, marcando la pauta al resto del mundo.
En 1970 se falla el concurso para el proyecto del Centro Pompidou en París que ganan los jóvenes arquitectos Richard Rogers y Renzo Piano, que va a suponer un cambio radical en la forma de entender la imagen representativa de los edificios, influyendo en generaciones de arquitectos, e iniciando el denominado high-tech. Se trata de un enorme edificio de actividades artísticas con una imagen radicalmente industrial y cuyas instalaciones se muestran en la fachada con un código identificativo de colores, invirtiendo la tradicional posición de estos elementos, ocultos en las zonas centrales.
La utilización de las instalaciones y sus pasarelas de mantenimiento, junto a la propia estructura, aleja de manera enfática al edificio del racionalismo y lo entronca con el posmodernismo en sentido amplio. El concepto de edificio como un contenedor para sus usos y la facilidad de acceso a las instalaciones son muy adecuados, pero su disposición pretende una nueva formalización desde las instalaciones y sistemas.
Volviendo a nuestro país, también en 1970 Sainz de Oiza fue el ganador de un concurso en 1971, y estaba destinado a albergar la sede social del banco BBVA en Azca en Madrid. Se construye entre 1978 y 1981. Se trata de una torre de planta rectangular, de 28 plantas de altura, construida sobre el túnel del ferrocarril con un núcleo de hormigón a cada lado que constituyen la estructura vertical portante e incluye los servicios. Estos núcleos sostienen seis plataformas de hormigón pretensado que soporta cada una cinco pisos de estructura metálica y una planta de instalaciones. La fachada está recorrida por pasarelas de mantenimiento que recorren todo el perímetro de la torre con una imagen característica, de carácter tecnológico y funcional.
La crisis del petróleo de 1973 representa un punto de inflexión muy importante en la evolución de los sistemas que consumen energía. El precio del barril se cuadriplicó en un año y se promulgaron las primeras regulaciones sobre reducción del consumo en los motores de los automóviles y la reducción de velocidad.
Se produjo una gran crisis económica mundial y, lo más importante, se produjo una mentalización hacia el ahorro energético y marcó una línea de evolución.
En nuestro país la crisis del petróleo se superpuso a la crisis política del fin de la dictadura, y se alargó más en el tiempo, con un bache de la construcción que no se superó plenamente hasta la incorporación a la Unión Europea en 1985.
Desde los años 70 una corriente estilística nueva, la arquitectura posmoderna, ha ido variando la imagen de los edificios, buscando una mayor variedad y expresividad, frente a la simplicidad de la arquitectura moderna, cuyo famosos slogan era “menos es más”. Sus características, no excesivamente uniformes son el pluralismo, la doble codificación, la ironía y la paradoja, y el contextualismo. También se buscan las formas esculturales, la heterogeneidad frente a la repetición y se recupera el ornamento en los edificios.
“Desde los años 70 una corriente estilística nueva, la arquitectura posmoderna, ha ido variando la imagen de los edificios, buscando una mayor variedad y expresividad, frente a la simplicidad de la arquitectura moderna”
Todo esto se realiza con los elementos formales resultantes de los 70 años de evolución de la arquitectura moderna, olvidando las formas clásicas, aunque en algunos casos se recuperan con bastante asiduidad, como en el caso de Ricardo Bofill.
Desde estos años es difícil ver ningún edificio que no tenga algún aspecto que rompa la simetría o la repetición de sus superficies.
En 1975 se finaliza el edificio Walden 7, en Sant Just Desvern, del Taller de Arquitectura, creado por Ricardo Bofill, un grupo multidisciplinar que pretendía unir la ingeniería con la arquitectura. Se partía de un proyecto muy ambicioso de 1970 cuyo objetivo era definir un nuevo concepto de ciudad de 446 viviendas sociales para clase media baja simulando un pequeño barrio en vertical con 16 pisos de altura, formado por 18 torres que se desplazan de su base formando una curva y contactando con las torres contiguas. El resultado es un laberinto vertical con siete patios interiores comunicados vertical y horizontalmente. La orientación de los pisos en cuestión es perfecta para aprovechar el ciclo del sol y la mejora en la envolvente del inmueble realizada en la rehabilitación finalizada en 1995 les permite no necesitar medios de climatización.
Los ciclos de la economía marcan los ciclos de la construcción, y se produce una nueva explosión en los años ochenta, que en nuestro país culmina en 1992, con la celebración de los juegos olímpicos.
Los años ochenta son el periodo de las grandes operaciones de renovación urbana con realojo de miles de infraviviendas, muchas de ellas autoconstruidas, como la operación de Palomeras, en Madrid, donde se construyeron 12.000 viviendas de nueva planta para realojar a sus habitantes. Sin embargo este periodo no refleja excesivos avances en la redefinición de las instalaciones ni la investigación tipológica de las viviendas.
Muchas de estas intervenciones desarrollan investigaciones sobre nuevas tipologías de los edificios de viviendas, pero los estándares de las instalaciones permanecen inalterables hasta el cambio de siglo.
Sin embargo se percibe la necesidad de sistemas de refrigeración, y la mejora económica hace que se conviertan en masivos los sistemas individuales, colocados sin coherencia con la propia arquitectura, que no lo había previsto. Esta tendencia sigue imparable y a partir del año 2000 se vendieron alrededor de un millón de equipos anuales.
Otro momento importante se produce en 1992 año que convierte a Barcelona en un escaparate mundial de la arquitectura, no solo deportiva, ya que la Villa Olímpica constituye un muestrario de la tipología residencial del momento, que luego pasará a la venta tras los Juegos Olímpicos.
También se construyeron dos torres de 44 plantas y 154 metros, la torre Mapfre de Iñigo Ortiz y Enrique León y el Hotel Des Arts de Bruce Graham, mostrando una nueva fachada de la ciudad al mar.
La ingeniería de las grandes instalaciones resulta protagonista, en todo caso. Especialmente las estructuras de los grandes estadios.
En 2001 se proyecta el edificio de 155 viviendas de precio tasado en el barrio de San Chinarro, de Madrid, por el estudio holandés MVRDV y Blanca Lleó para la EMV, terminado en 2005. Se trata por tanto de viviendas de protección púbica y resalta inmediatamente por su enorme mirador en el centro del edificio, como una perforación de 5 plantas de altura.
Las innovaciones para satisfacer las nuevas exigencias se abrían camino por otros ángulos del proceso de edificación. La incesante progresión del área urbanizada amenaza con agotar el territorio y requiere soluciones menos ávidas de recursos.
El año 2006 se publica el Código Técnico de la Edificación y el 2007 se aprueba el primer decreto sobre Calificación Energética de los Edificios, de acuerdo con la Directiva Europea EPBD. Se trata de un paso más, ya no voluntario, en la dirección de reducción de consumo energético que es la tendencia mundial ante las evidencias del cambio climático. Estas nuevas exigencias, que se irán incrementando progresivamente hasta llegar al edificio de consumo casi nulo, producen un nuevo enfoque de los proyectos, de manera progresiva, que requieren la necesaria colaboración de todos los profesionales.
En 2009 Cesar Ruiz Larrea proyecta un bloque de 92 viviendas denominado Hemiciclo Solar. Se trata de un bloque curvo de 6 plantas que se adapta al movimiento solar permitiendo el mayor aprovechamiento de su energía y de la luz natural, mediante unas galerías orientadas al Sur. Además todas las viviendas son pasantes y permiten que los vientos predominantes contribuyan a la refrigeración.
El aire de ventilación se introduce en las viviendas a través de conductos enterrados que aprovechan la estabilidad térmica del terreno para calentar o enfriar el aire, reduciendo la necesidad energética. Este aire se conduce a dos UTAs (Unidades de Tratamiento de Aire) desde donde se impulsan a las columnas que lo conducen a las viviendas. La extracción del aire se realiza mediante chimeneas solares que tampoco consumen energía. El edificio dispone también de captación solar térmica y fotovoltaica.
"A partir de la segunda década de este siglo la exigencia da un paso más y se empiezan a implantar las denominadas 'Herramientas Verdes' de carácter voluntario"
A partir de la segunda década la exigencia da un paso más, y se empiezan a implantar las denominadas “Herramientas Verdes” de carácter voluntario.
En 2016 se concedió a la cooperativa de viviendas Arroyo Bodonal de Tres Cantos la certificación Leed Platinum, por parte del USGBCI (United States Green Building Council Institute), diploma internacional que reconoce la máxima excelencia en la construcción sostenible, el respeto medioambiental y la eficiencia energética, siendo el primer edificio de viviendas de Europa que lo ha conseguido. El proyecto, de Carlos Nieto Gómez, cuida las correctas orientaciones de las viviendas y su ventilación cruzada. La climatización del edificio se realiza mediante captación geotérmica y ocho bombas de calor que funcionan en cascada, tanto para frio-calor como para ACS. Las unidades terminales son suelo radiante para calefacción y refrigeración. Se trata, por tanto de sistemas que ya son habituales en el mercado.
Todos estos edificios, además de unas instalaciones eficientes y perfectamente integradas en el proyecto, incorporan medias pasivas bien concebidas.
Los edificios de oficinas, y terciarios en general, llevaban un adelanto en ese aspecto, algo razonable debido a la mayor capacidad de inversión en estos inmuebles.
Entre 2004 y 2009 se construyó en Madrid el complejo Cuatro Torres Business Area, según proyectos de Cesar Pelli, Norman Foster, Carlos Rubio Carvajal y Enrique Álvarez-Sala, y Ieoh Ming Pei y Henry N. Cobb. Aunque son proyectos muy distintos y con usos diversos, tienen una escala semejante, entre 230 y 250 metros y la complejidad de los edificios de esa escala. Todas disponen de plantas técnicas y la integración de accesibilidad, evacuación de incendios, seguridad y climatización requiere proyectos muy complejos.
Los edificios posteriores a esta época ya toman como un valor la sostenibilidad y acreditan su excelencia con sellos como el Led Platino del Edificio Repsol de Méndez Álvaro, obra de Rafael de La-Hoz, o la nueva sede de Vodafone en Madrid, por Tetris Arquitectura, remodelación de un edificio existente, que marcan la tendencia en estas operaciones de conseguir la máxima eficiencia energética.
La domótica ya aparece en el control de mecanismos desde los orígenes de la electricidad, sin embargo, su evolución acelerada tiene relación con las redes informáticas y las comunicaciones vía internet. El objetivo actual es unificar los protocolos y conseguir que sean totalmente compatibles entre ellos.
La realidad actual depende más que nunca de las innovaciones técnicas que repercutirán en la propia arquitectura obligando a una interpretación formal de estos desarrollos. En una nueva pirueta la arquitectura deberá integrar tanto las necesidades cambiantes de habitabilidad y las nuevas formas de vida con una representación satisfactoria de las nuevas instalaciones y sistemas que controlan cada aspecto de la vida cotidiana.
La domótica, ya presente, pero la robótica de múltiples facetas, la conectividad continua y las redes como nueva forma de convivencia tendrán necesariamente que marcar una nueva forma de proyectar y construir en un mundo de cambios permanente y escasa estabilidad donde la necesidad energética se convierte en el objetivo fundamental que marca las posibilidades vitales.
Cada vez más el proyecto debe ser algo integrado de todas sus intervenciones, no algo superpuesto en fases sucesivas que se ignoran entre sí.
* Pilar Pereda es asesora de Desarrollo Sostenible en el Ayuntamiento de Madrid.