La reforma, el revulsivo para un parque de viviendas envejecido
La mitad de las viviendas de todas las comunidades autónomas de España tienen más de 40 años. Cuatro décadas en las que las necesidades de los hogares han variado mucho, al igual que la sociedad, que ahora dibuja una realidad completamente distinta a la de los años 70.
Si el país no es el mismo que hace 40 años, no podemos esperar que las casas sean las mismas. Sobre todo en lo que hace referencia al confort en el hogar, algo que igual hace cuatro décadas no se tenía tan en cuenta, pero que hoy en día debería estar entre nuestras más elevadas prioridades, pues es la base del bienestar en el resto de aspectos de la vida.
En España, a pesar del ‘boom urbanístico’ y de todo lo que se construyó hace 10 años, el parque de viviendas está envejecido, construido con apenas exigencias regulatorias en aspectos cualitativos ligados a factores de bienestar y valor, como confort acústico, ahorro energético, salubridad, accesibilidad, diseño funcional, espacio, etc.
Esto supone que tenemos viviendas antiguas en las que reside una población para la que también pasan los años. ¿Y qué implica? Que las necesidades de reformar esas casas crecen cada día que pasa, pues al notable deterioro que muchas deben presentar ya se suman las nuevas necesidades de sus habitantes, que son diferentes a las que tenían cuando las compraron.
Teniendo en cuenta que actualmente se construyen al año 60.000 viviendas nuevas frente a las 700.000 que se llegaron a levantar en los años del ‘boom’, la solución para la mejora de las condiciones de habitabilidad y para evitar el deterioro del parque de viviendas es la reforma.
Las claves del auge de la reforma
El pasado año las familias españolas gastaron un 5% más en reformar sus hogares, hasta los 829 euros de media. Desde 2013, el año en el que la reforma volvió a crecer tras su travesía por el desierto durante la crisis inmobiliaria, el gasto se ha incrementado más de un 18%, pero aún seguimos lejos de los niveles previos a la crisis, pues entre 2006 y 2015 el gasto en reformas cayó un 35%, muy por encima de otros gastos en consumo como las telecomunicaciones o la hostelería.
En el último año, la compraventa de viviendas de segunda mano ha sido el factor que ha impulsado la reforma de los hogares. Además, esas mejoras pueden incrementar el valor de las viviendas hasta un 20%. Pero no es el único factor que ha influido en este auge de la reforma. Ni tampoco el envejecimiento antes comentado. Se trata de otro tipo de factores de carácter sociológico que pueden marcar el futuro del sector y a los que hay que dar una respuesta de calidad con la máxima profesionalidad.
Por ejemplo, hablamos del repunte del alquiler como forma de acceso a la vivienda, sobre todo entre los más jóvenes, que no sienten la misma necesidad de poseer una casa en propiedad como la tenían sus padres. Pero no solo el alquiler de larga duración, hablamos también del alquiler vacacional, que se ha convertido en la forma idónea de viajar para muchas personas y que en España está irrumpiendo ahora. Para dar respuesta a estas necesidades de alquiler las viviendas deben estar adecuadamente acondicionadas y, para ello, la reforma es vital.
Por otro lado, a pesar de que la población desciende, el número de hogares ha crecido cerca de un 40% en la última década, ya que ahora hay nuevos modelos de familia (solteros, divorciados, familias monoparentales, pisos compartido entre amigos…) que tienen otras necesidades que, igualmente, requieren reformas en los hogares. Todo ello aderezado con el descenso de las cargas hipotecarias de los españoles, que hacen que tengan más dinero disponible para apostar por renovar su casa desde dentro.
Sin embargo, en España no existe cultura ‘reformista’ en los hogares. Se sigue pensando que reformar la casa es un gasto, incluso un lujo, cuando realmente es una inversión. No solo por lo que revaloriza el inmueble la mejora, sino porque se trata de una inversión en bienestar y en calidad de vida. Muchas veces no somos conscientes de que si no descansamos bien (porque escuchamos los ruidos del vecindario a través de las paredes) o si nuestra casa no es accesible ni cómoda para movernos por ella o para hacer las tareas cotidianas (como cocinar), nuestra vida personal se verá resentida a la larga… aunque nos acostumbremos a vivir con ello.
Apuesta por el hogar desde todos los frentes
Es por ello que en España aún necesitamos crear ese caldo de cultivo para que la reforma, basada en criterios de calidad y no simple ornamentalidad, despegue. Y es que, a pesar de que representa el 80% del valor de los materiales en el segmento residencial y de que el año pasado movió un volumen de negocio de más de 15.200 millones de euros, la reforma necesita del apoyo de las administraciones públicas para concienciar a la población de su importancia y para convertirla en palanca de la recuperación económica, complementario al turismo o el sector del automóvil.
Para ello, es imprescindible recuperar la deducción en el IRPF por rehabilitación de vivienda habitual en los tramos estatal y autonómico para incentivar a las familias a reformar su casa. Asimismo, hay que plantear la integración de la reforma en el Plan Estatal de Rehabilitación, Renovación y Regeneración urbana para apoyar la reforma interior de viviendas bajo criterios de accesibilidad, ahorro energético, seguridad y salubridad.
Al igual que existe el Código Técnico de la Edificación (CTE), es importante que se desarrolle un Código Técnico de Reforma (CTR) que marque las pautas por las que debe regirse la reforma desde el punto de vista de impulsar mejoras cualitativas objetivas que den seguridad a los usuarios pero también a las administraciones, y que cubra el vacío que deja el CTE, que solo se dirige a la vivienda nueva. Además es más que necesaria la creación de la figura troncal del Asesor Técnico en Reforma, una figura profesional e imparcial que asesore de forma independiente al usuario, le haga fácil el complejo proceso de la reforma y que, además, audite a posteriori que esté bien realizada.
Se trata de hacer una apuesta por la reforma desde todos los niveles, tanto por parte del comercio especializado en sus soluciones como de las administraciones y de los propios usuarios. Porque España necesita un sector de la reforma fuerte que actúe como palanca de crecimiento de un sector denostado y, lo más importante, que pueda dar respuesta a las necesidades básicas de vivienda de calidad que la sociedad tiene y que con el paso de los años irán aumentando.