Un hotel con vistas revaloriza su precio hasta un 15%
Lo que muchos desconocen es que la solución a estas instantáneas de baja calidad está en el propio edificio y en una de las zonas que, a priori, puede pasar más desapercibida. Se trata de la azotea, que puede convertirse en un espacio ajardinado y verde en medio de la ciudad. Además, según Danosa, especialista en sistemas integrales para la construcción sostenible, esta inversión tiene retorno, pues permite revalorizar hasta un 15% el precio de las habitaciones.
Además, las azoteas ajardinadas pueden abrir una nueva vía de negocio para el establecimiento hotelero, ya que le permite recuperar una zona en muchos casos desaprovechada y descuidada para instalar un jardín de verano, creando un ambiente agradable y tranquilo y proporcionando una experiencia completa al viajero.
Por otro lado, las cubiertas ajardinadas tienen otro tipo de beneficios que ni se ven ni se escuchan, pero se sienten. Su sistema de impermeabilización y de aislamiento acabado en una superficie vegetal, contribuye al ahorro energético de los hoteles, haciéndolos más cálidos en invierno y más frescos en verano, reduciendo el gasto de climatización.
Este ahorro en la factura energética es fundamental en el sector hotelero, pues un 30% del total de la energía que consume se destina precisamente a lograr una climatización del agrado de los huéspedes. En concreto, Danosa cifra también en un 30% el ahorro en la factura energética de los hoteles gracias a la reconversión de la azotea en una zona ajardinada.
El pulmón del hotel
Con este ahorro de energía, el hotel no solo mejora sus finanzas, sino también el medio ambiente, un aspecto en el que estos establecimientos están redoblando esfuerzos en los últimos años por la importancia que cada vez más tiene en la selección de un establecimiento. De hecho, el 30% de las personas que viajan por motivos de negocios eligen alojamientos respetuosos con el entorno.
Al proteger al edificio del calor, la azotea ajardinada reduce el gasto en energía, logrando así rebajar las emisiones de CO2 a la atmósfera hasta en un 50%, según las estimaciones de Danosa. Además, estas zonas se convierten en el verdadero pulmón del hotel, ya que compensan la falta de zonas verdes en los núcleos urbanos, con el impacto positivo que tienen al mejorar la calidad del aire y reducir la contaminación atmosférica, actuando como sumideros de dióxido de carbono.
Silencio… se duerme
Además, la azotea ajardinada permite aislar al edificio del ruido, ya que estos sistemas absorben las ondas sonoras, al contrario que el cemento, que hace efecto rebote. Esto aumenta la calidad de la estancia de los huéspedes para quienes el silencio en las horas de descanso es fundamental. De hecho, el 30% de las reclamaciones de los clientes tienen su origen en el ruido que perturba el sueño.
Todos estos aspectos intangibles, como la temperatura de una estancia o el nivel de ruido que soporta, cada vez tienen más peso en la satisfacción del usuario. Es el denominado “confort oculto” que está empezando a ser determinante en la elección de un hotel y que se ha convertido en el nuevo reto que la industria hotelera tiene por delante.