Reflexiones sobre el futuro de las bolsas de plástico
5 de febrero de 2010
La actual polémica en torno a las bolsas de plástico ha generado una reacción de quien cuestiona si es la solución más adecuada y medioambientalmente correcta. Encontramos dos posturas opuestas.
En contra
Por un lado, se encuentran los detractores del uso de bolsas de plástico de un solo uso. Esta postura se defiende alegando que su proceso de fabricación tiene connotaciones negativas para el medio ambiente. A parte del uso de agua y de energía, hay que añadirle el uso de tintas para su impresión y, sobre todo, el uso de un recurso no renovable, el petróleo, que es uno de los responsables a través de sus emisiones de potenciar el efecto invernadero. Una vez llega su fin de vida real, el cual es muy breve, su reciclaje de momento no es rentable, siendo más costoso éste que la fabricación de bolsas nuevas, su eliminación es por incineración o bien en vertederos, y además, estas bolsas tardan entre unos 150 y 1.000 años en descomponerse. Como alternativa al uso de estas bolsas se propone el uso de bolsas reutilizables con una vida útil mayor, así como sistemas culturalmente más tradicionales como el uso del carro de la compra o bolsas de papel.
A favor
Por otro lado, encontramos la postura a favor del uso de las bolsas de un solo uso. Esta postura se defiende alegando que proceden del petróleo, al igual que otros productos alternativos (por ejemplo, las bolsas biodegradables de fécula de patata para su fabricación se utiliza un elevado tanto por ciento de plástico) y el resto de artículos fabricados en plástico. En este caso se resalta la importancia del depósito de los residuos de bolsas en los contenedores de recogida selectiva de plástico, ya que a través de su reciclaje se ahorra en el consumo y en el agotamiento de materias primas.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el peso económico del sector fabricante de bolsas de plástico en España y la repercusión económica que conllevaría su eliminación del mercado. Alegando además la necesidad del estudio y control de la procedencia de estas bolsas, ya que muchas de ellas proceden de países terceros, fabricadas en condiciones que pueden no tener en cuenta que van a estar en contacto con alimentos, y que por legislación, deben estar inscritas en el registro sanitario, identificadas y fabricadas con materiales aptos para estar en contacto con alimentos. Muchas veces están fabricadas en condiciones higiénico-sanitarias y de respeto al medio ambiente muy distintas de las exigidas a nivel nacional, o bien sin ningún tipo de reglamentación o exigencia en el país de origen.
Un aspecto clave a tener en cuenta es que en enero de 2009, esta problemática queda reflejada en el Plan Nacional Integrado de Residuos (PNIR). En este plan, entre sus directrices, promueve la reducción del consumo de bolsas de un solo uso a partir del 2010 en un 50%, de momento no se han fijado fechas para llevar esto a la práctica aunque parece ser que el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino durante el 2010 va a presentar la propuesta de calendario de reducción, que puede asemejarse a la propuesta de la Generalitat de Catalunya que ha marcado 2012 como fecha tope de consecución. También el PNIR fomenta la sustitución de envases de un solo uso por envases reutilizables para reducir el consumo de bolsas de un solo uso.
Alternativas
Frente a las dos posturas enfrentadas, existen varias alternativas para actuar de la mejor manera posible y hacer frente a esta situación, sin llegar a tomar decisiones extremas. Pero para todo cambio es necesario un periodo de adaptación, por ello, es imprescindible una buena campaña de concienciación ciudadana para dar a conocer los objetivos reales del PNIR para que los usuarios hagan un uso correcto de las bolsas de un solo uso. De modo que se fomente un uso racional de bolsas y una gestión adecuada mediante su depósito en el contenedor de recogida selectiva. Para así conseguir la disminución progresiva en el uso de bolsas de un solo uso, uso de materias primas vírgenes para su fabricación y evitar el impacto ambiental asociado a su mala gestión (por ejemplo, las bolsas abandonadas en el medio, montañas y mares, con los consiguientes impactos como mortandad de fauna asociada).
El desarrollo a través de la investigación de nuevos materiales por institutos tecnológicos, universidades y entidades afectadas como, por ejemplo, la alternativa de la Asociación Española de Industriales de plásticos (Anaip), en la que proponen que para conseguir evitar el elevado consumo de bolsas de plástico de un solo uso, el consecuente abandono y el cumplimiento de PNIR, el uso de “la bolsas de polietileno reutilizable”, las cuales van avaladas por la normativa (Norma UNE 53942) que certifica que estas bolsas se pueden reutilizar hasta 15 veces reduciendo el consumo aproximado de 6.000 millones de bolsas al año, pudiéndose reciclar un 100% y contribuyendo a su recogida y recogida selectiva con el pago del correspondiente punto verde.