Tribuna de opinión
El proyecto de la nueva ley de residuos, un arma de doble filo para la Economía Circular de los plásticos
Isabel Goyena, directora general de Cicloplast
21/05/2021El Gobierno acaba de aprobar el proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados (PLRSC), que se ha remitido al Congreso de los Diputados para iniciar su tramitación parlamentaria y aprobación final en los próximos meses. Se trata de una propuesta que, si bien tiene un objetivo general que creemos imprescindible para reducir los residuos abandonados en el medioambiente y fomentar la Economía Circular, presenta unas medidas propuestas para el sector del plástico desproporcionadas, que no consideramos adecuadas para impulsar el avance del sector en el reciclado y la Economía Circular. Además, estas medidas pueden volverse en contra de los objetivos de la propia ley, incrementando el peso final de los residuos generados y el desperdicio alimentario. Es decir, que se presenta como un arma de doble filo.
Esta ley legisla y traspone la directiva de residuos y la directiva de productos plásticos de un solo uso, que da libertad a los Estados Miembros para fijar cuantitativamente algunos de los objetivos, y es aquí donde encontramos la primera medida incongruente y desproporcionada.
Los objetivos de reducción del consumo de determinados plásticos de un solo uso que propone: un 50% en 2026 y un 70% en 2030. ¿Son conscientes los legisladores de que reducir un 70% de productos plásticos para una empresa es, directamente, su eliminación? ¿Han estudiado detenidamente las consecuencias ambientales, sociales y económicas de este punto?
Recientemente, el dictamen del Consejo de Estado sobre el proyecto de ley precisamente indicaba que estos objetivos ambiciosos podrían suponer importantes cargas y costes económicos para los diferentes agentes económicos, por lo que se hacía necesario llevar a cabo una adecuada justificación de los objetivos establecidos, la cual no queda reflejada ni en la norma ni en su memoria.
Es poco conocido que la cantidad generada de residuos municipales es de 22 millones de toneladas con un pobre índice de reciclado del 34% (uno de los peores de Europa) y, sin embargo, los residuos de envases plásticos domésticos no llegan al millón de toneladas de producción, es decir, suponen aproximadamente solo un 4% del total de residuos municipales. El índice de reciclado de los envases plásticos en Europa está en segundo lugar en el ranking de países y supera el 51%, cuando la media de Europa, según datos de Eurostat, es del 42%. El envase doméstico plástico tiene índices de recogida y reciclado mejores incluso que los de otros materiales. ¿Realmente esos objetivos de reducción de envases plásticos tan desproporcionados van a solucionar un problema o van a generar otros?
No se han tenido en cuenta ni los impactos económicos, ni los medioambientales. De acuerdo a los datos de la plataforma EsPlásticos, en lo económico significará el cierre de muchas de las 3.000 empresas que forman el sector, mayoritariamente pymes, y un enorme impacto sobre el empleo directo de calidad de más de 90.000 personas, y empleo indirecto e inducido de más de 255.000, muchos de ellos en la España rural. Una gran parte de estos trabajadores se verán afectados, ya que el empleo directo puede llegar a reducirse en más de un 40% de aquí a 2030. ¿Por qué destruir puestos de trabajo cuando podemos incluso aumentarlos apoyando a la Economía Circular del plástico?
Desde la vertiente ambiental, a la hora de fijar los objetivos no se han tenido en cuenta los esfuerzos que ha realizado el sector para poner en el mercado envases y productos cada vez más reciclables, con reciclado y con menor huella ambiental.
Además, se favorece la sustitución de los plásticos por otros materiales, siempre más pesados, que generan más residuos y que utilizan muchos más recursos energéticos y más huella de carbono, y con la posibilidad de que aumente el desperdicio alimentario por no utilizar los envases adecuados. Estos objetivos se alejan de los conceptos de reciclabilidad del envase y del contenido reciclado, y obvian los esfuerzos realizados en algunas de las empresas.
Las compañías del sector de los plásticos trabajan incansablemente desde hace años para garantizar una Economía Circular de estos materiales completa, fomentando acciones y proyectos para lograr esta transición. Invierten para mejorar sus procesos de producción fabricando productos más reciclables; modifican los diseños de los envases para que el producto conserve su frescura; modifican las materias primas; realizan cambios en la producción para incorporar materiales reciclados, añadiendo nuevos equipos y ensayos… sin embargo, parece que todos estos avances no son suficientes ni reconocidos para algunas administraciones, que acaban dibujando un panorama en el que cada autonomía legisla de manera diferente y crea un pequeño caos de mercado sin precedente. ¿En qué autonomías están prohibidas las maquinillas de afeitar o las bolsas de plástico? ¿Y las anillas de las latas? Anillas fabricadas, por cierto, con plástico 100% reciclado y mucho más sostenibles que algunas de las propuestas de sustitución que se ponen encima de la mesa.
El impuesto a los envases de plástico no reutilizable, una medida discriminatoria, y que acabará repercutiendo en el bolsillo del consumidor
También se nos impone un impuesto a los envases de plástico no reutilizable, y es discriminatorio porque solo se aplica a los plásticos, además de desproporcionado, porque grava toda la fabricación desde el origen de la lámina, el impuesto más complejo de aplicar actualmente en España, y que repercutirá en los consumidores con menos recursos y restará la competitividad de los productos españoles en una época muy compleja como es la actual, de pandemia o postpandemia.
El Gobierno ha justificado este impuesto como una figura tributaria para responder al nuevo recurso propio comunitario que van a tener que pagar los Estados Miembros por los envases plásticos no reciclados, sin embargo desde nuestra opinión esto no se justifica ya que, por un lado, España está a la cabeza en Europa en el reciclado de envases de plástico y, además, solo Italia, de todos los países de la UE, ha presentado un impuesto similar. El resto de países miembros no ven conveniente para su economía la subida de impuestos y, mucho menos, la creación de otros nuevos.
Quizá una solución más positiva para la transición sería bonificar fiscalmente aquellos envases que son más reciclables o que introducen reciclado.
Reclamamos medidas que solucionen y no imposiciones que crean inseguridad
Una ley es algo suficientemente importante como para tener en cuenta todos los factores y a todos los actores implicados, y debería legislarse con mucho rigor y consideración, puesto que el esfuerzo de las empresas del sector así está siendo: sensato y considerado. Cada semana, desde diferentes asociaciones (no solo del sector del plástico) se escriben cartas y alegaciones intentando aclarar este desorden legislativo, argumentos que se diluyen en la complejidad competencial y de tramitación de nuestro país.
El principal catalizador parece ser la mala prensa que tiene el plástico, cuando se está confundiendo el producto con su residuo abandonado. Reclamamos medidas que solucionen el problema, ¿por qué no centrar los esfuerzos en educar a la sociedad para que sea consciente del daño que hacen determinadas actitudes irresponsables en lugar de acabar drásticamente con el plástico? Existen también medidas para mejorar la recogida de nuestros residuos y que no acaben mezclados en los vertederos, como la responsabilidad ampliada del productor, la mejora de la gestión de los puntos limpios y la clasificación en las plantas de tratamiento de basura en masa, que se supone empezarán a reducir su materia orgánica y, por lo tanto, se podrán obtener productos de mejor calidad. La tecnología de clasificación ha evolucionado mucho y se pueden recuperar también muchos materiales.
Acabamos de vivir una pandemia donde, lamentablemente, hemos podido comprobar lo imprescindible que es este material: los plásticos cumplen con las legislaciones y normativas más exigentes a nivel internacional, europeo y nacional. Son los materiales que se someten a más controles de seguridad en alimentación de todo el mundo y son la opción imprescindible para el sector sanitario, tanto en materiales de un solo uso como para sistemas que salvan vidas: desde jeringuillas y guantes, hasta kits de transfusión sanguínea o incluso como parte de los corazones artificiales.
Este material seguirá existiendo porque es esencial, y las empresas seguiremos apoyando la Economía Circular del plástico. Lo único que nos falta es un mayor apoyo por parte de las administraciones y seguridad jurídica para lograr esta transición y que todos los esfuerzos de la industria se vean recompensados por un marco legal justo y proporcionado.