El uso del cobre seguirá en aumento los próximos años
Las principales fuentes del cobre que reciclamos provienen de la chatarra obsoleta y de las construcciones derruidas, donde se pueden encontrar abundantes muestras de este metal provenientes de las instalaciones de fontanería y calefacción, por su resistencia a la corrosión y a las bacterias. Gracias a su excelente conductividad eléctrica, así como a su ductilidad y maleabilidad, lo encontraremos también presente en el cableado eléctrico y en todo tipo de componentes electrónicos.
El cobre obtenido se clasifica posteriormente según su nivel de pureza. Su proceso de reciclado es mucho más económico que el de la minería, dado que la conversión de mineral a metal requiere de mucha más energía (alrededor de un 75% más), ingiriendo un mayor impacto medioambiental. Chile es el principal productor de cobre mundial y China su principal consumidor.
Hablamos sobre el estado actual del cobre con Joana Roche, propietaria de Chatarras Gil, empresa especializada en la gestión de residuos y de chatarras férricas, que cuenta con más de medio siglo de experiencia en el sector:
¿En qué forma y de qué manera suele llegar el cobre a vuestro centro de gestión?
Principalmente nos llega de la mano de lampistas autónomos, empresas de construcción y particulares, que nos traen tuberías o instalaciones de calefacción y aire acondicionado.
¿Qué tratamiento recibe el cobre una vez llega a vuestro centro de gestión de residuos?
Siguiendo el lema de Fernando García, fundador y alma de esta empresa, el misterio está en clasificar y separar.
Antes de transportarlo a fundición para finalizar el ciclo del reciclaje, procedemos a su saneamiento. Limpiamos restos de otros metales que puedan contaminarlo, como roscas, fundas, bridas, tornillos, etc. para su posterior clasificación.
¿Por qué es más lucrativa la venta de cobre que de otro tipo de chatarra?
Para los gestores de residuos no es más lucrativa la venta de cobre dado que todo va en función del margen que obtengamos, en bolsa su precio está más alto pero el margen que tenemos como centro es el mismo que con el aluminio, por ejemplo.
El consumo mundial de cobre aumenta sobre las 600.000 toneladas anuales y dado que nuestro futuro próximo pasa por la disminución de las emisiones de CO2 mediante la implementación de métodos de automoción eléctricos, que requieren el doble de cobre que los tradicionales, y sumado a la creciente e imparable popularidad que los smartphones, tablets, etc., han adquirido en el mercado, todo parece indicarnos que tanto el consumo de cobre como sus diferentes usos, seguirán aumentando exponencialmente durante las próximas décadas.
