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Una visita a la dehesa extremeña permite descubrir in situ el ancestral arte de la saca del corcho

El corcho: calidad, sostenibilidad y cultura unidos en un elemento único

David Pozo20/07/2012
Pocos somos conscientes cuando descorchamos una botella de vino o cava de lo que en realidad tenemos entre nuestras manos. Ese tapón de corcho, que en los últimos años se ha pretendido sustituir en algunos vinos por el tapón de rosca o el sintético, no es sólo una forma de taponar y conservar durante décadas un vino o un espumoso de la mejor manera posible, sino que también es la forma más sostenible de hacerlo. En la primera de las acciones del nuevo plan de acción de la iniciativa Cork, un reducido grupo de periodistas tuvimos la oportunidad de asistir a la saca del corcho en plena Dehesa de Extremadura. Allí, en la corteza de unos alcornoques centenarios, comienza todo el proceso...
Una experiencia única en un viaje único. La visita a la Finca Los Palomares, en plena Dehesa extremeña, fue la etapa principal de un viaje que comenzó el pasado 10 de julio en la capital cacereña con una cena en el Restaurante Atrio, los dominios del sueño gastronómico que comenzaron hace ya muchos años José y Toño, sus creadores. En torno a una mesa y mantel privilegiados se debatió, guiados por algunos de los principales responsables del corcho en España, sobre cuáles son las vías de futuro de este elemento fundamental para nuestra cultura vinícola.
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Germán Puebla, director general del Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (Iprocor), quiso poner el énfasis en la faceta económica y ambiental del corcho. “Gracias a que el corcho tapa nuestras botellas de vino mantenemos un alcornocal tan importante para el desarrollo de nuestra tierra, y para la captación de CO2, combatiendo de forma activa el cambio climático”. Y añadió: “Defendemos el corcho no sólo porque sea importante para nuestro bosque, sino porque creemos que es, sin duda, la mejor forma de tapar nuestro vino”.

Andrés Gilo, presidente de la Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho (Asecor) —única asociación de ámnito extremeño— explicó brevemente cómo se reparten los papeles de la industria en el ámbito nacional. “Aquí, en Extremadura, con la zona de San Vicente de Alcántara como corazón, están situadas la mayoría de las empresas corcheras nacionales y es aquí donde preparamos y clasificamos el corcho que nos demanda la industria transformadora, situada principalmente en Cataluña. Mientras que nosotros hemos crecido mirando al bosque, Cataluña lo ha hecho mirando a la bodega. Esa necesidad se ha convertido en un vínculo de unión entre las dos zonas y queremos trasmitir a la sociedad la importancia que tiene económica, cultural y mediambiental el corcho. Estamos recibiendo muchos ataques del mundo del plástico, que se inventa términos como 'tapón sintético de corcho' y que nos imita en formas y colores, algo que a la vez que nos perjudica, reconoce que lo que nosotros hacemos es bueno”.

La 'saca del corcho': una práctica ancestral y el inicio de todo

La jornada comenzó temprano, cerca de las siete la mañana. El calor ya apretaba pero las cuadrillas ya habían llegado al campo, donde les esperaba una de las últimas jornadas de descorche de esta temporada. Nada más llegar a la Finca Los Palomares nos recibió su dueño, Eduardo Vélez. “Estamos en el cogollo del bosque mediterráneo, que tiene al alcornoque y a la encina como grandes emblemas. Pero esto no siempre será así, sobre todo si no sabemos mantenerlos, porque son estos árboles los que nos deben ayudar a mantener nuestro medio ambiente”, comentaba el propietario a nuestra llegada. “La producción de corcho es una explotación sostenible, que hemos de cuidar por el impacto económico y ecológico que tiene. Son muchas las empresas manufactureras que sobreviven y que dan trabajo a más de 3.000 personas, además de todos aquellos que trabajan en el descorche. Pero este no es el único motivo por el que debemos proteger el corcho y, en su defecto, los alcornocales, sino porque además es un lugar de refugio para gran parte de nuestra fauna, entre la que encontramos el lince ibérico y también a miles de aves migratorias que pasan cada año por nuestro país”.
Eduardo Vélez, propietario de la Finca Los Palomares...
Eduardo Vélez, propietario de la Finca Los Palomares, recibió al grupo de periodistas a pie de campo y nos acompañó durante la demostración de la saca de corcho.
Para Eduardo Vélez existen actualmente dos peligros fundamentales para la industria del corcho. Por un lado, el plástico, que está intentando sustituir el tapón de corcho en los países con poca cultura vinícola. “Si esto se acaba imponiendo, se acabarán por destruir grandes extensiones de alcornocal, que quedarán abandonadas, con todo lo que ello conlleva”, afirmó. El otro gran peligro es el cambio climático. Según el propietario de la finca cacereña, se están comenzando a apreciar enfermedades en los alcornoques que hasta ahora eran desconocidas. “Si entre todos no somos capaces de cuidar el medio ambiente, ese proceso sólo puede ir a peor”.

Ciclo de vida del corcho

El ciclo de vida del corcho en cuanto a materia prima comienza con la extracción de la corteza de los alcornoques, la llamada 'saca del corcho', que se realiza en la fase más activa del crecimiento del corcho, entre mediados de mayo y junio hasta mediados/finales de agosto. No obstante, este periodo puede variar en función del tiempo o cancelarse en caso de viento o lluvia. Precisamente este año se ha avanzado por las altas temperaturas registradas durante la primavera.

Son necesarios aproximadamente 25 años para realizar la primera saca del corcho del tronco del alcornoque. En el primer descorche, se obtiene un corcho de estructura muy irregular y de una dureza que resulta muy difícil de trabajar. Se le denomina 'corcho bornizo', el cual será utilizado en aplicaciones como pavimentos o paneles aislantes, pero no en tapones de vino ya que no cumple con la calidad necesaria.

Entre nueve y catorce años después, según la zona, se produce el segundo descorche, del cual se obtiene un material llamado 'corcho secundario' que cuenta con una estructura regular menos dura pero sin ser aún válido para la producción de tapones. Es en la tercera saca —cuando el árbol tiene entre 40 y 50 años— y en las siguientes, cuando se logra obtener el corcho con las propiedades adecuadas para la producción de tapones de calidad, ya que éste presenta una estructura mucho más regular, con costados y bases lisas. Es el denominado 'corcho amadia o de reproducción'. A partir de este momento, el alcornoque proporcionará cada entre 9 y 14 años corcho de buena calidad. Su explotación durará un promedio de 150 años, lo que equivale a unas 14-15 sacas de corcho.

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La Finca Los Palomares, de 300 hectáreas, cuenta con unos 6.000 alcornoques gestionados por la empresa Jogosa. Su máximo responsable, José Paniagua, fue el encargado de presentarnos a algunos de los integrantes del equipo (cargadores, descorchadores, supervisores de seguridad, etc.) y de guiar al grupo por los secretos de esta ancestral tradición que se realiza aún manualmente.
Jesús Méndez, uno de los manejeros, nos explicó el proceso paso a paso, siempre con la premisa “que cada árbol es distinto y que por ello se tarda más o menos un año en aprender el proceso de saca”:

  1. Se empieza a tallar la corteza con el hacha y se le da con más o menos fuerza dependiendo del corcho. Se golpea siempre en sentido vertical escogiendo la hendidura más profunda de las ranuras de la corteza. Si se aplica un buen golpe, se puede escuchar incluso cómo se rasga el corcho. Si el golpe no ha sido correcto, se produce un sonido corto, firme y seco.
  2. Hay dos operarios por árbol: uno se sitúa en la base del árbol, teóricamente más fácil y otro mientras, va preparando la parte superior. Una vez realizadas las hendiduras, se separa la plancha de corcho a través del corte del hacha entre la parte interior de la plancha y el entrecasco. Después, se ejecuta un corte ladeando el hacha entre el tronco y el corcho que se pretende separar.
  3. Se retira cuidadosamente la plancha del árbol para no partirla. Cuanto más grande sea la plancha, mayor es su valor comercial. Es aquí donde deben demostrar su destreza los descorchadores. Una vez retirada la primera plancha se repite la operación hasta dejar el alcornoque totalmente desnudo.
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4. Una vez pelado, quedan aún algunos fragmentos pequeños que se retiran para evitar que posibles parásitos queden en la cuña del alcornoque. Después se marca el año en que se realizó la extracción.
5. Finalmente, un operario se encarga de tratar el árbol con un aislante que evita que se puedan agrandar las heridas producidas accidentalmente en el tronco durante la extracción.

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La última parte del proceso es la recogida del corcho y su transporte hasta las empresas corcheras de la zona. Un tractor se encarga de recoger las placas y trasladarlas hasta una zona donde una cuadrilla hace una primera clasificación, descartando las pequeñas piezas, sin valor para la producción de tapones, pero válidas para conglomerados y planchas. Una vez seleccionadas, las placas 'vuelan' —literalmente— desde las manos de los operarios situados en la base del camión a los que se encuentran montados en él. Ver cargar el camión resulta todo un espectáculo.
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La importancia de las 'dehesas' de alcornocales

Iván Fernández, responsable de Medio Ambiente del Institut Català del Suro (Icsuro), fue el encargado de explicar detalladamente cuáles son las ventajas que representa la existencia de los acornocales para nuestro medio ambiente. “Estamos en una sociedad donde lamentablemente la única forma que tenemos de valorar las cosas es poniéndoles un precio, cayendo en la trampa de establecer el ‘tanto vales, tan importante eres’. Si en este entorno cayésemos en esa trampa y nos planteásemos la importancia de los bosques de alcornocales a partir de un valor económico, deberíamos considerar que aquí tenemos todo el bien de producción que mueve toda la gestión de la dehesa y que es la causa que se esté gestionando, y por lo tanto, sacar el corcho en crudo y fabricar con él tapones. Es decir, el valor económico de la finca sería proporcional al valor del bien de producción más importante (el tapón), más todos los demás usos. Pero en ese caso sólo contemplaríamos la punta del iceberg”, afirmaba el responsable del Icsuro, para proseguir: “En estos bosques existen elementos de gran importancia que no sabemos valorar, precisamente porque no existen herramientas para hacerlo. En una dehesa de alcornocales como ésta de Extremadura, contamos con unos bienes de regulación que no se tienen en cuenta: la regulación climática, la fijación de CO2, el saneamiento del agua, la protección del suelo, y a la vez, su importancia como barrera contra la desertificación”.
A todo ello se deben sumar los valores culturales, estético, científico y humano, con el que cuentan las dehesas. “Los mercados no están lo suficientemente maduros para asignarles un valor económico y nos estamos perdiendo la gran importancia a nivel medio ambiental y social que tienen este tipo de bosques. Un arconocal absorbe, de media, unas 3,2 toneladas por hectárea de CO2 al año en Extremadura y Portugal —en Cataluña esa cantidad baja hasta los 2,8 t/CO2 anuales—. Gracias al hecho de que estamos sacando este bien de producción que es el corcho y de que estos bosques se siguen gestionando de una forma tradicional, la regeneración propia del alcornoque incrementa entre tres y cinco veces su potencial de fijación de CO2”, añadió Iván Fernández.
Iván Fernández, responsabe de Medio Ambiente del Icsuro, durante su intervención
Iván Fernández, responsabe de Medio Ambiente del Icsuro, durante su intervención.
El problema radica claramente en que las dehesas dependen directamente de que la vida del tapón de corcho se perpetúe, al tratarse del único producto con un valor económico elevado y afianzado. Si éste desapareciese y fuera sustituido por otros, seguramente este tipo de bosques acabarían desapareciendo. Ello significaría bajar directamente el potencial de fijación que tienen las dehesas españolas en la mitigación del cambio climático.

El responsable del Icsuro quiso dar incluso una vuelta de tuerca más: “Teniendo en cuenta todo el ciclo productivo del tapón de corcho, desde su extracción hasta su transporte final a la bodega, la huella de CO2 que resulta es negativa. Ese es uno de los grandes argumentos que tiene el sector corchero. Si el sector vinícola se conciencia en utilizar tapones de corcho, y teniendo en cuenta los datos que nos han transmitido las propias bodegas, está demostrado que el tapón de corcho natural podría reducir entre un 40 y un 60% la huella de la botella de vino”.

Un tapón de corcho natural tiene una huella de CO2 negativa y puede disminuir la huella de una botella de vino entre un 40 y un 60%...
Un tapón de corcho natural tiene una huella de CO2 negativa y puede disminuir la huella de una botella de vino entre un 40 y un 60%.
Cork, el proyecto que une el sector en torno a un objetivo común

Cork es una iniciativa llevada a cabo por instituciones y patronales del sector del corcho para promocionar el tapón de corcho y dar a conocer sus principales valores y beneficios. Las entidades que lideran la iniciativa Cork en España son:

- Aecork: La Asociación de Empresarios Corcheros de Cataluña aglutina a las empresas dedicadas a la fabricación y/o comercialización de productos de corcho que tienen su centro de trabajo en Cataluña.

- Asecor: La Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho tiene como objetivo la promoción socio-cultural y económica del sector del corcho, representando, gestionando y defendiendo los intereses de las empresas corcheras.

- Apcor: La Asociación Portuguesa de Corcho, creada para representar y promover la industria del corcho portuguesa.

- C.E. Liège: La principal actividad de la Confederación Europea del Corcho es llevar a cabo investigaciones y estudios para establecer normas internacionales e intercambiar conocimientos con otros institutos y organizaciones en el sector del corcho

- Institut Català del Suro: El Institut Català del Suro es una entidad de carácter consorcial integrada por la Generalitat de Catalunya; Aecork; el Consorcio Forestal de Cataluña; las Cámaras de Comercio de Palamós, Sant Feliu de Guíxols y Girona; el Ayuntamiento de Palafrugell, Sant Feliu de Guíxols y Cassà de la Selva; la Universitat de Girona y Retecork. Sus ejes principales de actuación son: la mejora en la calidad, la formación técnica a colectivos relacionados con el mundo vitivinícola, la normalización del producto corcho, la investigación en los campos de la sostenibilidad y nuevas aplicaciones del corcho y la promoción del sector corchero.

- Iprocor: El Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal fue creado por la Junta de Extremadura con el fin de promocionar y apoyar tecnológicamente al sector corchero de la región.

- Retecork: Red Europea de Territorios Corcheros, con más de 60 socios de España, Portugal, Italia y Francia, que representa y defiende los intereses de las colectividades territoriales con presencia en el sector corchero, contribuye a la valorización y difusión del legado cultural y patrimonial vinculado a esta actividad y promueve el desarrollo sostenible local a nivel económico, social y ambiental.

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