Corcho, una cuestión de calidad

“Calidad, sostenibilidad y cultura”, así define la Iniciativa Cork el sector del corcho. Por ello, este año se ha iniciado una campaña de comunicación llamada ‘El corcho preserva lo bueno’ que pretende concienciar a empresas y consumidores de la importancia que tiene este producto en nuestro país. El pasado 9 de julio, Iniciativa Cork invitó a un grupo de periodistas nacionales a visitar una de las zonas más relevantes en la fabricación de tapones de corcho de España: l’Empordà (Girona), donde pudimos entender que el corcho no es sólo un producto, es una filosofía.

Las tecnologías que se utilizan en el proceso de elaboración de tapones de corcho son, por definición, de las más punteras, lo que sitúa a la industria corchera como una de las más pioneras y avanzadas tecnológicamente del país. España lidera, junto a Portugal, la producción mundial de corcho y se ha convertido en un mercado estratégico a nivel global, lo que se ha traducido en grandes inversiones en I+D y avances en aplicaciones de sistemas innovadores. Para mostrar la importancia de este sector en España, promocionar el tapón de corcho y dar a conocer sus principales valores y beneficios a nivel económico, medioambiental y cultural se ha creado la Iniciativa Cork, formada por la Asociación Portuguesa de Corcho (Apcor), la Asociación de Empresarios Corcheros de Cataluña (Aecork) y el Institut Català del Suro (ICsuro)

Existen unas 150 empresas corcheras en España que ocupan hasta 3.000 trabajadores anualmente en zonas rurales, llevando a cabo una actividad sostenible que evita movimientos migratorios masivos y despoblación en estas zonas. La cadena de valor de la industria del corcho se divide en dos tipos de clúster: preparación y fabricación y comercialización. Andalucía y Extremadura están especializadas en la preparación, en Cataluña las empresas se han especializado en la fabricación y comercialización de tapones de corcho para vinos tranquilos y espumosos que representa un 80% de la cadena de valor.

El 65% de la distribución mundial de tapones de corcho pertenece a España, así como un 25% al corcho en plancha, un 7% a auxiliares del tapón (discos, barras…) y un 3% a otros productos como pavimentos, aislamientos, decoración… Al año se producen 3.000 millones de tapones, de los cuales 1.300 se destinan a espumosos y 1.700 a vinos. Más del 50% de la producción se exporta a Francia, Portugal, Italia, EE UU, Argentina y Chile, entre otros, alcanzando 99,5 millones de euros anuales.

Eloi Madrià, pelador profesional, iniciando el proceso de 'saca' en el Macizo de Les Gavarres, un bosque alcornocal mixto en Cassà de la Selva (Girona).

El corcho proviene del alcornoque, perteneciente al género de los Quercus y al subgrupo europeo y asiático Cerris. El corcho, la corteza del alcornoque, se caracteriza por ser muy grueso, agrietado y de color grisáceo. Cuando se extrae, el tronco queda con un aspecto rojizo. Se trata de un árbol de hoja verde perenne con una altura media entre 10 y 15 metros y entre 0,3 y 1 m de diámetro. Es un árbol enorme, longevo y con gran capacidad de regeneración que tiene una vida productiva de alrededor de 200 años, que se inicia con el primer descorche o extracción. Cada año crece una nueva peridermis (anillos que crecen de dentro hacia fuera) que se sobrepone a la antigua y forma la corteza. Esto le brinda cualidades inigualables que ningún otro meterial ofrece: ligereza, elasticidad, coeficiente de rozamiento elevado, impermeabilidad, poder calorífico, manejabilidad, bajo contenido en agua y aislamiento térmico y acústico, además de ser un material 100% natural, reciclable y renovable.

El ciclo de vida del corcho comienza con la extracción de la cotreza de los alcornoques, llamada ‘saca’, que se realiza entre mayo y junio y hasta finales de agosto, aunque el periodo puede variar en función de las condiciones climatológicas. Se necesitan 25 años para realizar la primera saca, y el primer descorche ofrece un corcho irregular y duro al que se le llama ‘corcho bornizo’ y que se utiliza para pavimentos o paneles aislantes. Entre 9 y 14 años después se produce el segundo descorche, ‘corche segundero’, que aún no es válido para tapones. A partir de los 40 y 50 años de edad del árbol se realiza la tercera saca y se obtiene el ‘corcho de reproducción’, ya apto para la fabricación de tapones y que se extraerá cada 9 años como muy pronto. Con una vida de 200 años, se realizan unas 15 sacas en total.

El descorche es un proceso ancestral que realizan profesionales y tiene 6 etapas: abrir, separar las planchas, trazar tamaños, extraer las planchas, quitar posibles parásitos y marcar el año de extracción. “Este proceso lo protagonizan cuatro partes: el árbol, el propietario del terreno, el pelador y el elaborador de tapones”, explica Eloi Madrià, pelador profesional. “El respeto al árbol es esencial”

Albert Hereu, director del Institut Català del Suro, señaló que “el tapón de corcho tiene una huella de carbono negativa por lo que ayuda a recuperar carbono de la atmósfera y mitigar el cambio climático”. Asimismo, indicó que el objetivo de esta campaña es conseguir “una simbiosis perfecta entre naturaleza y economía para que el bosque evolucione junto y gracias a la gestión de las personas”.

Desde la plancha hasta el producto final, el corcho pasa por un conjunto de etapas que se diferencian según el tipo de tapón. Los tapones de corcho natural se fabrican a partir de la perforación de una pieza única de corcho, y los tapones técnicos utilizan un aglomerado de gránulos de corcho al que se le pueden añadir discos de corcho natural.

Discos de corcho natural de 6,5 mm de espesor almacenados en silos hasta su utilización.

La cocción es el primer paso del proceso en la elaboración de tapones naturales. Las planchas se hierven durante una hora en agua para limpiarlas, aumentar su espesor, reducir su densidad y hacerlo más suave y elástico. Tras la cocción se inicia una fase de reposo durante dos o tres semanas para aplanar las planchas. Posteriormente se seleccionan las planchas y se recortan, después se separan por clases en función de su calidad.

A continuación, las planchas se cortan en tiras o rebanadas y se perforan con una broca hueca para obtener el tapón cilíndrico. Se seca y se realiza la rectificación dimensional para pasar a la selección de tapones en clases diferenciadas (Flor, Extra, Superior, 1, 2, 3, 4, 5) a través de controles automáticos y maquinaria con visión artificial. Una vez seleccionados, se limpian y desinfectan, se colmatan si es preciso y se marcan a fuego, tinta o láser. Una vez marcados, se trata la superficie con parafina o silicona para lubricar y facilitar su extracción de la botella y se embalan y transportan al productor de vino.

Planchas de corcho en proceso de reposo en las instalaciones de Francisco Oller. Este proceso permite que el corcho obtenga la consistencia necesaria y un grado de humedad del 14%, el óptimo para su transformación.

El proceso de producción de tapones técnicos se divide en tres fases: producción de discos de corcho natural que se colocan en uno de los extremos del tapón, la fabricación del cuerpo con corcho aglomerado y el montaje del tapón. Joan Puig, director de la empresa catalana Francisco Oller, reveló que “el tapón debe evolucionar de commodity a producto enológico, algo capaz de mejorar el líquido con el que está en contacto." El director puntualizó que desde Oller se está investigando los efectos del contacto tapón-líquido y "los resultados son espectacularmente positivos. Hay mucho camino por recorrer hasta darle un papel activo al tapón”.