Entrevista a Bernardo Herradón García, investigador del CSIC
¿Cómo surgió la idea de organizar el Curso de divulgación ‘Los avances de la química y su impacto en la sociedad’, que este año cumple su tercera edición?
Nació por mi interés en la divulgación científica y por la necesidad que aprecié, durante varias entrevistas que me hicieron algunos medios de comunicación, de informar a la sociedad de cómo impactaba en su día a día los avances logrados por la química. La idea de este Curso es dar a conocer las últimas novedades que se han logrado en el ámbito científico, desvelando al mismo tiempo cómo pueden afectar éstas a la sociedad, tanto en lo positivo como en lo negativo.
¿Es realmente la sociedad consciente de la importancia que tiene la química en su vida cotidiana?
Sinceramente, creo que no. En general la sociedad usa la ciencia pero, en realidad, no es consciente de los beneficios que le aporta. Y en este sentido la química es la cenicienta de todas ciencias porque no tiene el prestigio de la física ni el encanto o el glamour que puede tener la biología o la biomedicina.
Una de las conferencias que componen esta tercera edición del Curso lleva por título ‘Química: ángel o demonio’. ¿Considera que la química sigue teniendo cierta etiqueta de peligrosidad?
La sociedad debe saber dónde está la química, para qué sirve, cuáles son sus beneficios… pero no podemos asegurar que todo lo relacionado con la química es bueno, porque no es cierto. Hay sustancias químicas que, en exceso, pueden ser perjudiciales.
Bien es cierto que esa visión por parte de la sociedad de la química como demonio, está muy relacionada con aspectos medioambientales, sin tener en cuenta que es una ciencia que también contribuye a la conservación de nuestro entorno, como por ejemplo diseñando procesos para capturar el CO2 de nuestra atmósfera. Como toda actividad humana, la química también tiene sus dos caras.
¿Hay algún ámbito de la vida donde no esté presente hoy la química?
No, ninguna. Todo lo que tenemos está hecho de sustancias químicas. Nuestra vida mismamente es química, nos movemos porque se producen reacciones químicas en el organismo, curamos enfermedades gracias a la química…
También es verdad que muchos físicos pueden decir lo mismo, o los biólogos… Por eso, en realidad, todo es ciencia, aunque la química, para distinguirla del resto, podríamos decir que es 'la ciencia de lo cotidiano'.
En el campo de la investigación científica, ¿en qué situación está la química en España con respecto a otros países del mundo?
En general, la ciencia en España no está en mala posición si tenemos en cuenta la escasa inversión que recibe y la falta de tradición científica que existe en este país, que es lo que permite tener universidades con prestigio internacional. A pesar de todo ello, hay que señalar que, cuando salen publicados los rankings mundiales, la química española siempre aparece en una buena posición, sobre todo si se compara con las que ocupan otras disciplinas científicas.
Desde mi punto de vista, en España, la ciencia en general y la química en particular, sufre dos problemas estructurales muy serios que nos debilitan frente a otros países. El primero es que los jóvenes tienen pocas salidas. Es decir, aquí se considera joven a una persona de treinta y tantos años o cuarenta años, cuando en otras partes del mundo eso supone ya una edad muy avanzada para hacer una investigación independiente por primera vez. Y como segundo aspecto, también relacionado, es que la inversión privada en ciencia es muy baja en comparación con otros países. Mientras que en otras naciones la inversión privada puede suponer en torno a los 2/3 del total, en España, como mucho, ésta llega a 1/3. Eso es un gran inconveniente porque implica que mucha gente que se forma en las universidades sólo tiene como salida profesional los centros públicos de investigación, en los que no hay sitio para todos, por lo que al final tienen que emigrar.
¿Se ha deteriorado aún más esta situación que comenta con la crisis económica?
Sí, muchísimo. Las empresas siguen sin invertir grandes recursos en I+D (sobre todo si se tiene en cuenta el PIB de la economía española), y a ello se están sumando los recortes monstruosos que se están produciendo en la financiación pública. La verdad es muchos investigadores jóvenes, la gente que está haciendo hoy sus tesis doctorales, se enfrentan a un futuro bastante negro.
¿También hay ahora menos paciencia a la hora de esperar los resultados de las investigaciones científicas?
Los gestores de la ciencia parecen empeñados en centrase en la ciencia aplicada, cuando, como dijo Pasteur hace 150 años, no existe ‘ciencia básica’ y ‘ciencia aplicada’ sino ‘ciencia’ y ‘aplicaciones de la ciencia’. No puedes construir un edificio si no tienes unos buenos cimientos, los cuales son proporcionados por la ciencia básica.
Realmente se tiene muy poca paciencia con la investigación básica y a veces nos encontramos a los propios responsables de política científica cuestionando las investigaciones con preguntas del tipo ‘¿y esto para qué sirve?’ o ‘¿para qué estamos investigando este aspecto tan teórico?’ Cuando Einstein aplicó la teoría cuántica para explicar algunos fenómenos, como el efecto fotoeléctrico, se lo podría haber preguntado lo mismo, cuando lo cierto es que sin esas investigaciones hoy hubiera sido imposible desarrollar materiales como los lectores de tarjetas, lectores de códigos de barras, ascensores… Es solo un ejemplo pero como ese hay miles que demuestran la importancia de la ciencia básica.
¿Para qué sirve hacer la síntesis de una molécula, cuando alguno puede pensar que es una investigación muy básica? Pues a lo mejor esa síntesis o esa metodología luego sirve para sintetizar un fármaco o un compuesto que permita salvar muchas vidas.
Por tanto, nos tenemos que sustentar siempre en la ciencia básica y, de hecho, si los países más potentes del mundo tienen mucha aplicación de la ciencia es porque detrás hay mucha ciencia básica.
Otra ponencia que compone esta tercera edición del Curso tiene como sugerente título ‘El impacto de la química en la sociedad a lo largo de la Historia’. ¿Cómo sería hoy nuestro planeta sin la contribución que ha hecho a lo largo de los años la química?
La conferencia que señala comienza precisamente con una diapositiva relativa a la invención del fuego, ya que se puede considerar que el primer químico de la Historia fue la persona capaz de controlar y producir fuego. Generar fuego supone una reacción química de combustión, que genera calor y energía, y que, entre otras ventajas, permite cocinar los alimentos, lo que lleva a otras reacciones químicas. Estos alimentos cocinados facilitan además su digestión por parte del cuerpo humano, un proceso que también está caracterizado por procesos químicos…
Por tanto, la química lleva con nosotros desde los comienzos del ser humano y en esta conferencia se hará un repaso desde su contribución a la aparición del fuego o su aplicación en cerámicas o en las tintas de las pinturas rupestres, hasta llegar a los últimos avances en materias como la nanotecnología. Evidentemente todo ello es ciencia, y en esos avances han participado también otras disciplinas científicas.
También se trata en este curso la relación de la química con el deporte. ¿Constituye en este ámbito el dopaje esa parte de ‘demonio’ de la que hablábamos antes?
Como señala, muchas veces se identifica únicamente la química en el deporte por el dopaje, cuando en realidad su contribución en este ámbito es mucho más positiva que negativa. Entre otras cosas, cuida de la salud de los deportistas a través de la bioquímica y mejora su seguridad. El año que viene, por ejemplo, se cumplirán 20 años de la muerte del piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna por el accidente que sufrió en Ímola (Italia). Este trágico desenlace contrasta con lo vivido hace apenas unos años por otro piloto, Robert Kubica, en otro grave accidente del que salió con vida. La obtención de nuevos materiales, de mayor resistencia, en este periodo de tiempo, con la contribución decisiva en este proceso de la química, ha sido clave para ganar en seguridad. La química, por tanto, también contribuye a salvar vidas entre los deportistas. Además, permite tener unas zapatillas más adecuadas para correr o una pista de atletismo apta para batir nuevos records del mundo o tratamientos en piscinas que mejoren la flotabilidad…
Por último, ¿cree que se tiene que fomentar más la formación en química en los colegios y academias españoles?
Sí, sin duda. Primeramente se tendría que destinar a su estudio más horas lectivas, reduciendo la presión que sufre en muchos casos por la congestión del programa académico. Y en segundo lugar, habría que mejorar cómo está estructurada. En Infantil y Primaria (niños ya con 12 años), la química está encuadrada en un ámbito tan genérico como es el de Ciencias Naturales, por lo que los alumnos no saben realmente si lo que están aprendiendo es química, física, geología… Y en Secundaria, la química sigue unida a la física, cuando lo conveniente es que a esas edades ya se impartieran de forma totalmente diferenciada.
A todo ello hay que sumar otro tema importante, que las ciencias hay que enseñarlas en el laboratorio y eso contrasta con los escasos medios que hay en los colegios para desarrollar estas prácticas. Muchas veces se logran más estas prácticas por empeño personal de los profesores que por los propios medios de los que disponen los colegios.
