Entrevista a Amparo López-Barrena, gerente de BGM Tecnoelevación
¿Cómo ha evolucionado el sector de la protección solar en los últimos veinte años?
En las últimas dos décadas se ha avanzado mucho en la concienciación ciudadana de la protección solar y el ahorro de energía, no sólo por la comodidad y la economía, sino por el medio ambiente y la salud personal.
El respaldo institucional en este sentido ha dado un giro fundamental y con él, la legislación, que también se ha adecuado a unas construcciones y unas viviendas más bioclimáticas.
Toda la industria implicada en la protección solar se ha desarrollado a la par y ha introducido materiales y dispositivos electrónicos que ayudan a controlar las radiaciones del sol, dentro y fuera de las edificaciones.
BGM Tecnoelevacion, S.A. ha lanzado un anemómetro con receptor y detector solar para gestionar una fachada de toldos motorizados.
¿Cuáles serán las tendencias del sector de la protección solar en el futuro cercano?
Habrá más protección con toldos y screens, fabricados con materiales resistentes a los rayos UVA y UVB.
También se potenciarán las persianas graduables, resistentes, que protejan del viento, frío, sol y ruido.
Asimismo, marca una tendencia al alza el mercado de la motorización y automatismos para persianas, puerta enrollable y toldo centralizables y con domótica. También creo que existe un largo recorrido para el uso de placas solares para la alimentación eléctrica de dispositivos, como anemómetros.
El mercado de la motorización en la protección solar irá al alza.
¿Qué le ha aportado la revista Protección Solar en su día a día profesional en estos veinte años? ¿Qué espera de nuestra publicación en los próximos años y qué secciones o aspectos cree que podríamos mejorar para ayudarle en su labor?
Protección Solar ha sido la imagen fiel del sector en todos sus campos, destacando las novedades en materiales, herrajes, automatismos y diseños.
La revista debe seguir defendiendo la profesionalidad que hay en el sector y deberá proteger a éste de quien pretenda introducir malas prácticas y productos sin una calidad mínima, exigida en el mercado.