¿Sabes si el profesional que has contratado para reformas en casa cumple con las medidas de seguridad en el trabajo?
En este contexto, para los ciudadanos, como propietarios que reciben a los profesionales de las reformas en sus hogares, resulta muy importante contar con conocimientos básicos sobre la prevención de potenciales accidentes laborales. Desde Asepal (Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual), se quiere poner en valor algunas consideraciones básicas. Y, en especial, dar a conocer la entrada en vigor, este mes de abril, del nuevo Reglamento (UE) 2016/425, que como señala Luis Gil, secretario general de la asociación, “acentúa el rigor en el modelo de protección, y posiciona a los usuarios como los principales beneficiarios de la nueva normativa al incrementarse sus niveles de información”. Un nuevo escenario como referencia para toda la casuística de circunstancias que resulta preciso prevenir, y más en un ámbito con tanta diversidad de funciones o necesidades como es el de las reformas en el hogar.
En trabajos de albañilería, fontanería, electricidad, etc., resulta obligado emplear los equipos de protección individual reglamentados para evitar incidencias no deseadas, circunstancias que deben ser observadas por los propietarios que contratan a los profesionales con el fin de no verse implicados en coyunturas de accidentes por falta de prevención o negligencia.
Bien es cierto que es responsabilidad de las empresas que realizan las reformas el que todos sus trabajadores cuenten con los EPI necesarios (de lo que han de llevar registro). Con todo, los propietarios deben, cuando menos, conocer esta realidad y observar el uso continuo de los mismos. Hay equipos de protección individual (EPI) destinados a proteger todas las partes del cuerpo, y otros más específicos, y en función de la evaluación de riesgos se deben usar unos u otros, por lo que se le ha de exigir a las empresas y a los trabajadores que dispongan de ellos y los utilicen, ya que constituye una obligación.
La construcción
En las reformas de inmuebles, en especial en los trabajos de albañilería, el personal de construcción ha de adoptar especiales precauciones a la hora de abordar los trabajos. Y son distintos los riesgos a prevenir respecto de la integridad de los operarios. Por ejemplo, proteger los ojos y la cara de los profesionales. Los protectores se han de seleccionar en base a las amenazas anticipadas. Las gafas de seguridad y caretas resultan fundamentales en aquellas operaciones que puedan causar que objetos extraños dañen el rostro o los ojos, por ejemplo, cuando se está cortando, puliendo, clavando, o manipulando sustancias químicas. En cuanto a las manos, es clave que se empleen las protecciones adecuadas para el diferente desempeño que se vaya a acometer: soldaduras, riesgos eléctricos, etc.
En relación con la cabeza, aunque aparentemente todos los cascos parecen iguales, existe una gran variedad tanto en los materiales en que están fabricados como en las prestaciones para las que han sido diseñados, utilizables según el escenario de prevención que se quiera contemplar. También son importantes los elementos de protección respiratoria: mascarillas autofiltrantes, semimáscaras, máscaras completas y equipos con aporte de aire, según las situaciones. Y en lo relativo a las protecciones auditivas, destacar el empleo de manera continuada, siempre que sea necesario, de las orejeras o los tapones auditivos.
Asimismo, los trabajadores de la construcción pueden utilizar zapatos o botas de uso profesional con suelas resistentes a resbalones y perforaciones. El calzado con punta de metal es usado para prevenir que los dedos de los pies queden aplastados cuando se trabaja alrededor de equipo pesado u objetos que caen.
Trabajos eléctricos
Labores de fontanería
De igual modo, las labores de fontanería en las reformas del hogar implican una serie de riesgos nada desdeñables, que pueden ser de diversos tipos: ergonómicos (posturas forzadas, sobreesfuerzos, etc.), higiénicos (exposición a temperaturas extremas, a fuentes de ruido, a radiaciones no ionizantes, a agentes químicos o biológicos, etc.), o de seguridad (caídas, cortes, golpes, atrapamientos, proyección de fragmentos o partículas, contactos eléctricos y descargas, etc.).