¿A qué huelen las ferias?
Por las tardes huele en esta bella ciudad alemana a Altbier, esa cerveza propia de Düsseldorf que en la Altstadt fluye con facilidad dada su característica viscosidad. Pero no sólo ahí, sino también en rincones recónditos de barrios alejados del centro, los feriantes de todo tipo se diseminan por hoteles, hotelitos, barcos y casas privadas que absorben buena parte de los miles y miles de visitantes que acuden a esta feria.
Entre los expositores huele antes a nervios, a plazos para enviar y montar todo a tiempo, pero ahora las sensaciones son diferentes. Los resultados ya no dependen de uno mismo y esto crea incertidumbre. Incluso afloran dudas fundamentales. ¿Para qué sirven las ferias? ¿Es rentable acudir a una feria de estas características? ¿A qué huelen las ferias?
Una cosa es segura, si no la ventilan va a oler 200.000 visitantes y 2.900 expositores. Un ataque feroz cuyo frente avanza por los canales de flujo de las fosas nasales para activar en el vendedor el instinto comercial.
Y siguiendo con los olores, ¿se imagina a qué olerá esa burbuja de plástico en la que una banda de música australiana se ha metido en la principal estación de Melbourne para grabar un disco con el público como testigo de todo el proceso? Durará tres semanas. El trío Regurgitator, así se llaman, estarán tres semanas ahí dentro sometidos al escrutinio público en directo, a través de Internet. Bueno, la experiencia que les proporciona el plástico es única, pero, ellos sabrán: se pierden la feria K. Y su olor, ese olor característico.