Esto es lo que hay (y lo que habrá)
1 de octubre de 2010
Permanece estable dentro de la gravedad, suelen decir los médicos cuando el enfermo sigue en la UCI, sedado, sondado y con ventilación asistida, pero sin indicios claros de inminente deceso. Puede resultar tranquilizador o inquietante dependiendo de las circunstancias y de las expectativas. Si la víctima ha llegado al hospital apenas sin aliento y todos temían lo peor puede resultar un alivio. Pero si el enfermo lleva así meses y meses sin ningún síntoma de mejoría, ese “estable dentro de la gravedad” acaba por resultar desesperante.
Como ya habrán supuesto, hablo de la economía española. Sin signos de recuperación pero sin alarma de shock sistémico. Lo dicho, estable dentro de la gravedad. Llevamos así dos años. Y lo que nos espera.
Parece que acertaron los que auguraban una evolución del crecimiento en forma de ele. Después del brusco descenso de 2009 las previsiones apuntan a una leve caída del PIB a finales de 2010 y un ligerísimo repunte en 2011. En ambos casos menos de medio punto. Y el paro seguirá sin bajar del 20%. Así pasaremos una larga temporada. Nada indica que la situación tienda a mejorar de forma rápida (a pesar del optimista cuadro macroeconómico que nos quiere vender el gobierno) ni tampoco parecen creíbles los pronósticos catastróficos de algunos economistas visionarios.
En suma, lo que tenemos hoy es, poco más o menos, lo que tendremos en los próximos meses y años. Así pues, a aquellos empresarios que han fiado su plan de negocio a la previsión de recuperar sus ventas a lo largo de 2011 al mero albur de la recuperación económica habrá que mostrarles el aviso que encontró Dante a las puertas del infierno: “abandonad aquí toda esperanza”.
Es tiempo de reaccionar. Hechos ya los ajustes pertinentes, las empresas que han logrado capear lo más crudo de la tormenta tienen que empezar a moverse. Hay que repensarlo todo sobre la base de esta nueva realidad caracterizada por la atonía persistente de la demanda. Es un buen momento para ajustar costes y mejorar procesos, hay oportunidades de inversión en bienes de equipo tan atractivas por su precio como por sus facilidades de financiación, es hora de lanzarse a la conquista de nuevos nichos de mercado o de mercados exteriores más dinámicos, de adaptar nuestros productos o servicios a las necesidades cambiantes y a los nuevos hábitos de nuestros clientes y consumidores, de asumir plenamente que estamos inmersos en la revolución digital, en el estallido de las redes sociales, en las compras a través de Internet, en los nuevos modelos de comunicación a través de portales, ediciones electrónicas o e-mailings. Tenemos que reinventarnos. Más aún, tenemos que estar permanentemente reinventándonos.
Y es tiempo, también, de saber aprovechar las oportunidades que nos brinda una economía en pleno proceso de reajuste. Hay empresas que quieren comprar empresas y empresarios que quieren vender las suyas, hay otras que han cerrado y han dejado disponibles segmentos de mercado y profesionales con talento y experiencia que otros pueden aprovechar, hay sectores en los que hay demasiadas empresas o son demasiado pequeñas y este puede ser un gran momento para explorar alianzas o fusiones.
Hemos conseguido estabilizar al enfermo, siempre dentro de la gravedad. Ahora hay que sacarle de la UCI. Que empiece a respirar por sí mismo, que se acostumbre a alimentarse sin sonda, que se atreva a dar sus primeros pasos por el jardín. Solo así lograremos que, con el tiempo, su salud se fortalezca y pueda volver a correr maratones. Si no hacemos nada, si nos quedamos en la sala de espera con la esperanza de que mejore por sí mismo, se nos acabará muriendo, no por un agravamiento de la enfermedad o una fatal recaída, qué va. Será de puro aburrimiento.