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El ocaso ocasional versus la defensa de la alegría

Ibon Linacisoro. Director01/06/2009

1 de junio de 2009

¿Esto que está pasando estaba escrito? Para muchos sí, ya se sabe cuántos sabían que lo que está sucediendo iba a suceder. Pero ¿por qué mayo se ensañó con la humanidad? 12 de mayo – Antonio Vega, el de Nacha Pop, lo deja todo. 17 de mayo – el poeta uruguayo Mario Benedetti, también. 20 de mayo – nos dicen que el PIB español sufre la mayor caída en 50 años.

Lunes, 18 de mayo - La guipuzcoana Edurne Pasaban corona el Kangchenjunga (8.586 m), entre otros con el veterano Juanito Oiarzabal, convirtiéndose en la primera mujer del mundo que logra 12 de los 14 ochomiles. Tal vez lo primero que viera desde la cima fuera el ocaso de la luz de Mario Benedetti. Desde allí arriba, rozando el cielo de los buenos, pudo quizá toparse con el espíritu del célebre poeta uruguayo o quién sabe si pudo tener unas palabras con Antonio Vega, otro estilo, otro poeta de la movida madrileña.

Quizá desde allí arriba observara el tenue apagarse de los principios morales, la devaluación de la confianza de la sociedad acomodada en unos señores que se pagan el kit kat, la piscina y la pay-per-view con el dinero del contribuyente, que se ajustan el traje de todos a sus cuerpos particulares. Quizá Edurne Pasaban tuvo el privilegio de verlo todo desde allí, en la tercera montaña más alta del mundo, porque no hay nada mejor que la perspectiva para comprenderlo todo.

Y desde allí, tal vez viera, que la caída de un 1,9% del PIB español entre enero y marzo, la mayor en 50 años, y el retroceso interanual del 3%, se produjo porque el ascenso a ese pico anual del PIB que celebrábamos todos los años, no se hizo con los códigos de la alta montaña, sino con el fin único de llegar al pico. Fuera como fuera. Se subió a toda costa, de forma fraudulenta para los códigos éticos, y se olvidó el camino de vuelta. Sin saber bajar, llegó la caída.

Quién sabe si, tal vez, desde la distancia, desde la altura de los ochomiles, pueda uno ver las cosas de otra forma. Se pueda uno convencer de que todavía hay esperanza. Que tal vez lo de mayo fuera ocasional. Un ocaso ocasional. Que esta sensación de ocaso definitivo se puede reconvertir, tan solo volviendo a trabajar. Nada raro, como antes. Trabajar para conseguir cosas. Vuelta al montañismo de antaño. A las subidas naturales del PIB. Puede ser cuestión de tiempo, pero de las cosas bien hechas, salen cosas buenas. Aunque sólo sea por homenajear a Mario Benedetti, el poeta resistente conocido por defender la alegría, hagamos el esfuerzo de salir del recodo oscuro, asomarnos a la ventana para ver a la chica de ayer, jugando con las flores de mi jardín.

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