Redondo es
Pongamos, por favor, un poquito de seriedad. Que los valores importantes no pueden ser gestionados entre fogones. ¿De verás tiene el comer un valor tal? Puede ser, porque en este mundo hay gente para todo, que algunos sí lo sitúen en ese pedestal, pero si nos ponemos sensatos, si bajamos los pies a la tierra y pensamos en el de dónde venimos y hacia dónde vamos, señores, el fútbol aquí no tiene parangón. Vean sino la reacción de la ciudad de Barcelona al ganar su equipo la liga. ¿Se imaginan algo similar por un buen plato? ¡Unas lentejas no nos levantan de nuestro asiento! El fútbol es lo que nos redondea la semana, cuando domingo tras domingo nos entregamos al transistor o el televisor con incómodo disimulo, según la compañía de ese momento. No hay parto sin dolor, ni domingo sin transistor. Redondo es el objeto de nuestras pasiones y más ahora, con todo un mundial por delante, al menos antes del cierre de esta edición, donde los plásticos pondrán de manifiesto su importancia en nuestras vidas. Se acabaron ya aquellos balones de cuero que absorbían el agua y dificultaban el fútbol. Ahora, desde hace tiempo, las multinacionales de los plásticos abordan el fútbol con la relevancia que merece y dedican al desarrollo de un balón los esfuerzos correspondientes. El balón de este mundial y la peculiar forma de producirlo, que explicaremos en esta revista próximamente, no hace sino corroborar la teoría del fútbol como pilar básico de nuestra condición de humanos. En estos días todo se viste de fútbol. Los aeropuertos alemanes ya un mes antes del mundial, contaban con alfombras verdes pintadas con áreas y puntos de penalti en la zona del “check-in” y es difícil librarse de un balón si uno acude a una feria en Alemania.
Redonda es la Tierra, que acoge un negocio redondo llamado fútbol, donde un objeto redondo es tratado con los pies y no tanto con la cabeza, para redondear la sensación de que si el comer es importante, el fútbol sabe ponernos en nuestro sitio.