Un segundo para el olvido
Afortunadamente vivimos en un país de primeros. Casi todos somos los primeros en algo. Maquitec, por ejemplo, fue la primera industrial en España de 2005, no en el tiempo, sino en volumen y calidad. Fue una edición de transición, una celebración bisagra para pasar de los años pares a los impares y aunque con notables ausencias entre los expositores, lo cierto es que las sensaciones de visitantes y expositores fueron bastante mejores de lo esperado por muchos.
Dentro de un mes nos veremos muchos en la BIEMH, en Bilbao. Los previsores habrán prescindido de la imposición del ROA y habrán repartido el segundo a lo largo del año o incluso lo habrán dejado para la Bienal de Máquina-Herramienta, porque allí sí que hará falta un segundito más. Aunque sólo sea para salir a la calle a fumar. Será la primera BIEHM donde expositores y visitantes de la primera feria española de la máquina-herramienta deberán guardarse un segundo para subir al segundo piso, que en realidad es el primero, y fumar en la calle.
Un segundo puede ser determinante, puede ser primero en las prioridades de muchos. Por ejemplo, bajar un segundo un ciclo productivo. Un segundo grandote, un segundón, sin embargo, siendo más grande y conceptualmente imposible (un segundo es un segundo y no los hay grandes y pequeños) no lo quiere nadie. En el año del segundo de más, los segundones quedaron en el olvido.