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Poesía industrial

Ibon Linacisoro, Director15/09/2005
En un país europeo, cuyo nombre no queda feo, cuajó una nueva costumbre, que ya ha llegado a la cumbre. Era frecuente criticar, pero más lo era llorar y vistos los resultados, no parecían exagerados, pues va terminado el año con un cliente tacaño que cuando vende es un cielo y cuando compra es un lelo.

Rara es la ocasión en que Plásticos Universales se lanza por la angulosa senda de la poesía industrial, pero ante la evidencia de determinadas conductas, no podíamos por menos que dejar fluir nuestro verbo fácil al servicio de una causa de difícil abordaje. Lelo es sin duda una alusión excesiva en un mundo contenido, pero cómo sino tildar a los que hacen fuerte su argumento de venta basado en la calidad, en el servicio, para luego convertirse, cuando están en el otro lado de la barra, en compradores insensatos que priman el precio por encima de todo sin considerar otros argumentos. Dar lecciones no es función de este medio, pero no parece lógico, en un mundo que no lo es, defender un concepto para luego actuar al revés. Y sin haberlo deseado, de nuevo, nos ha salido un pareado.

Evitemos la rima, pero no abandonemos el argumento. Cuando uno compra algo, siempre tendrá ante sí una diversidad de calidades. Podrá optar por el jamón de primera o el de cuarta, el automóvil clase “top”o el utilitario funcional y así en todo. Pero obtener un clase “top” a precio de utilitario debe ser tan agradable como ciertamente improbable.

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