Cambio salario por felicidad
4 de diciembre de 2012
El 64% de los españoles sacrificaría parte del salario por ser más feliz en el trabajo. Es una de las conclusiones de un estudio reciente que dice también que casi el 78% de los trabajadores está contento con su empleo y que el 96% de los empleados creen que si fueran más felices en su trabajo rendirían más. Lo primero es lo primero y desde aquí trasladamos a los autores del estudio nuestras felicitaciones por el esfuerzo que ha debido suponer encontrar a suficientes empleados como para realizar el estudio.
Esto de los estudios hay que pensarlo bien. Vamos a ver, si el 78% está contento y el 96% piensa que rendiría más si fuera más feliz, quiere decir que muchos de los que están contentos aspiran a estar más contentos. Lo cual es bueno. Si por algo nos caracterizamos los humanos es por la permanente búsqueda de la felicidad. Algunos la buscan en dilucidar, de una vez por todas, si había o no un buey y un burro en el Nacimiento y si los Reyes Magos eran andaluces, y otros la buscarán en la cola del INEM. Lo sorprendente de este nuevo estudio es que, contra todo pronóstico, son muchos los que cederían parte de su salario por felicidad, algo que sitúa al actual homo sapiens en otra dimensión. Porque, no nos engañemos, por el motivo que sea, hemos ido evolucionando hacia un tipo de homo poco sabio, un ser que ha buscado la felicidad en la opulencia. Y ahora, cuando la soga nos aprieta el cuello, resulta que cederíamos parte de nuestro salario para ser más felices. ¡Pero qué cosa más bonita, por dios! Yo lo que haría con ese dinero que sobra es invertirlo en un pisito en el pueblo, que ahora están baratos. Luego taparía unos agujerillos y me pegaría el gustazo de un viaje a un resort de esos en los que puedes tomarte un cocktail de colores metido en la piscina.
Vivimos en el filo de la navaja. A la izquierda el abismo del desempleo y las empresas quebrando. A la derecha, una pared con clavos ardiendo. Y en el propio filo, su peligro intrínseco. En Estados Unidos las cuchillas son los segundos objetos más peligrosos para los genitales humanos. Allí, tras analizar los más de 140.000 casos que acudieron a los servicios de emergencias del país entre 2002 y 2010 por daños en sus partes íntimas, han determinado que el objeto más peligroso es la bicicleta, seguida de cuchillas, tijeras y cortauñas. A continuación vienen las cremalleras, las caídas y patinazos en el baño, las pelotas de baloncesto, las de baseball y voleyball y, finalmente, el esquí y el snowboard. Vamos a poner a todo nuestro equipo de investigación a conocer mejor el proceso según el cual una persona se daña los genitales con el cortauñas.
Conclusión: una persona feliz es aquella que cobra menos, que sabe vivir en el filo de la navaja sin caer ni a la derecha ni a la izquierda y que no sólo maneja el cortauñas con destreza sino que se sube la cremallera con sumo esmero.