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¿Nos “acemos”?

01/04/2005

Cuenta la leyenda que un buen día, dos ciudadanos circulaban en su vehículo por la localidad alavesa de Llodio y, al ver uno de ellos, el más lanzado, la fábrica ‘Aceros de Llodio’ preguntó a su compañero: “qué, ¿nos acemos?” El buen hombre no podía resistir semejante oferta. Desde entonces el sector del acero ha cambiado mucho, la tecnología para su producción, la propiedad y ubicación de las acerías. La verdad, viendo la subida de los precios de la que los fabricantes de máquina-herramienta y los de las propias herramienta vienen alarmándose desde hace ya algún tiempo, dan ganas de no “acerse”. Al menos de no “acerse” de acero. A veces más de uno tendería a hacerse invisible y ello porque hay sectores que, independientemente del precio del acero, no acaban de levantar cabeza. Tal es el caso de los constructores de moldes, que atraviesan un momento delicado, entre otros motivos, por esa competencia de otros países que han decidido jugar en nuestra liga.

“Acerse” no ya de Llodio, sino de España, es para muchas personas una necesidad vital. La llegada masiva de gentes de diversas nacionalidades está situando a muchos industriales en una disyuntiva peligrosa. Decantarse por mejorar su cuenta de resultados a base de contratar mano de obra poco cualificada, muy barata, es una opción que algunos están eligiendo, pero válida sólo a corto plazo, al menos en aquellos puestos de trabajo que requieren conocimiento y experiencia. Y de estos hay muchos en el sector metalmecánico. La contracción de los costes internos de una empresa no puede basarse sólo en la apuesta por un tipo de trabajo que compite fundamentalmente con las empresas asiáticas. Sin embargo, es comprensible la falta de inversiones en nuevas tecnologías cuando las cosas no van bien. En los nichos de mercado, en la especialización, pero también en la máxima flexibilidad para adaptarse a cualquier demanda del mercado y en el servicio en su máxima expresión, se encuentra el camino a seguir.

A veces, más que de Llodio, lo que nos “acemos” es daño. Pero con una voluntad férrea, nos “acemos” invencibles.

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