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Metalocenos: todo depende del precio

Ibon Linazisoro01/11/1999


Su transformación tiene dificultades, pero también muchas ventajas

Los metalocenos son un tema en boca de los profesionales de los plásticoas desde hace unos años. Sin embargo, su penetración masiva en el mercado va más despacio de lo que, en principio,parecía que iba a ser. En base a opiniones recabadas con la ayuda de la organización de la K de Düsseldorf, ofrecemos un balance de la situación.

– MESSE DÜSSELDORF. Lo que si parece claro es que todavía quedan muchos esfuerzos para que los metalocenos sean una realidad en el interior de muchos transformadores. Por ejemplo, Werner Schöne, manager de BASF AG en Ludwigshafen, está totalmente convencido de que los metalocenos les han abierto grandes posibilidades de futuro a los polipropilenos, opina asimismo que en los próximos años serán necesarios aún mayores esfuerzos para determinar en qué aplicaciones y para qué productos el PP de metaloceno puede llegar a ocupar una posición de liderazgo técnico y económico en el mercado. En comparación al polietileno de metaloceno, la comercialización de los polipropilenos basados en los mismos catalizadores recién ha comenzado. De ahí que, según Schöne, serán necesarias aún muchas más investigaciones, antes de que el PP polimerizado a base de metalocenos pueda conquistar ampliamente el mercado. Se está al comienzo de una evolución de grandes repercusiones para el futuro.

Muy distinto fue lo que se anunció en la K ’95; donde el pronóstico fue mucho más optimista. Incluso en el III Congreso de Metalocenos, celebrado en Düsseldorf a mediados del 97 con la participación de conferenciantes prominentes, se trasmitieron una confianza y un optimismo que difícilmente se verán confirmados por la realidad. Con motivo de dicho evento se aclamó a la catálisis de metaloceno como "salto cuántico en la producción de poliolefinas". Sin embargo, se concedió asimismo que los metalocenos eran "compuestos químicos altamente sensibles", cuya producción requiere una gran habilidad, ya que el proceso de fabricación es muy largo y se necesita mucha experiencia para obtener buenos resultados. De ahí que el precio sea tan alto.

Como contrapartida, los metalocenos poseen una ventaja de un valor incalculable: se pueden incorporar a técnicas de fabricación actuales.

También es cierto lo que señaló el químico Andreas Mayer en su exposición sobre las poliolefinas de metaloceno (poliolefinas m) durante un congreso del Verein Deutscher Ingenieure (VDI), la Asociación de Ingenieros Alemanes, en Wiesbaden a fines de 1996. Según la opinión de Mayer, quien es colaborador de la central europea del consorcio americano Dow Chemical en Horgen, Suiza, el empleo de catalizadores de metaloceno y de procesos de fabricación adecuados redundará en un incremento de la oferta de plásticos a base de etilenos. Asimismo, la producción de materias primas homogéneas, así como la posibilidad de variar aún más las densidades a escala industrial, contribuirán a mejorar o incluso a ampliar el espectro de dichos productos.

Los primeros resultados obtenidos en la práctica habrían demostrado, según Mayer, que es posible atender al mismo tiempo a exigencias de rendimiento relativamente opuestas en una medida hasta ahora inimaginable. Debido a estas ventajas, las poliolefinas de metaloceno tienen grandes posibilidades de futuro. Según los pronósticos de Dow Chemicals, la capacidad de producción de materias primas de polietileno obtenidas mediante catalizadores de metaloceno podría aumentar de casi cero en 1995 a 3,5 millones de toneladas en el año 2000.

En busca del óptimo

También es cierto que en la fabricación a escala industrial de los nuevos sistemas de metaloceno basados en combinaciones de metales de transición, como el circonio y el titanio, se lograron éxitos con relativa rapidez. La característica más sobresaliente de las moléculas de dichos catalizadores es que poseen un único centro activo, por lo que en la literatura técnica se habla de catalizadores "single-site". Los mismos permiten producir moléculas y polímeros altamente homogéneos. La construcción de plantas de producción destinadas a la polimerización de polímeros de etileno también se llevó a cabo en poco tiempo, y en especial en los Estados Unidos. En 1992 la firma americana Exxon Chemical ya había comenzado a comercializar polímeros obtenidos mediante su método de fabricación Exxpol basado en metalocenos.

Sin embargo, a pesar de los éxitos ya alcanzados y de la aplicación comercial de este método de fabricación, el estudio de Frost & Sullivan ha demostrado que aún quedan varias cuestiones por aclarar. Además de la cuestión del precio, el cual podrá descender a medida que aumenten la ventas y con ellas la facturación, uno de los principales objetivos del sector de la tecnología de metalocenos es el de mejorar las propiedades de los polímeros. Dow Chemicals y la compañía británica BP Chemicals han anunciado que quieren desarrollar un plástico de metaloceno que se pueda elaborar como un polietileno LD convencional. Más todavía, aspiran a que las láminas producidas por extrusión a partir de dicho material se puedan fabricar en serie como las conocidas películas de polietileno LD.

Muchas de las novedades en el ámbito de las materias primas deben su existencia a la moderna catálisis de metaloceno, como por ejemplo la "Metocene X50081". Bajo esta denominación Targor GmbH, un joint venture entre BASF y Hoechst en el área de los polipropilenos, presentó hace algún tiempo el primer PP de metaloceno producido en Europa con fines de comercialización. Dicho material se adecúa especialmente para fundir por inyección piezas de moldeo de paredes delgadas y de alta transparencia para el sector de envases y embalajes, y podría sustituir en ese sector sobre todo al poliestireno (PS). Frente a este "veterano" dentro del espectro de materiales macromoleculares, el PP de metaloceno se destaca por poseer una gran resistencia a la rotura, conservando una transparencia de contacto similar.

Según la opinión de Hans-Jürgen Kablitz, director del Departamento de moldeo por injección de Targor, el desarrollo y la fabricación del nuevo polipropileno de metaloceno demuestran cómo es posible aprovechar las sinergias que resultan de la cooperación de ambas empresas en el área de los polipropilenos. Hoechst aporta sus conocimientos técnicos y la protección de patentes para catalizadores de metaloceno en todo el mundo. BASF, por su parte, aporta los catalizadores que ha desarrollado exitosamente para su propio método de polimerización en fase gaseosa, así como sus plantas de fabricación a escala piloto y semicomercial, las cuales son importantes para poder introducir el producto en el mercado

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