Entrevista a Manfred Renner, director del Instituto Fraunhofer de Tecnología Medioambiental, Seguridad y Energía UMSICHT
La división de Maquinaria para Plásticos y Caucho de la asociación alemana VDMA habló con Manfred Renner, director del Instituto Fraunhofer de Tecnología Medioambiental, Seguridad y Energía UMSICHT, para obtener más información sobre el reciclaje químico o la economía circular.
¿Cuál es la tarea del reciclaje químico en la economía circular?
En la transformación hacia una economía circular, el reciclado químico y el mecánico se complementan. No es una cuestión de uno u otro, sino de ambos. Ambas tecnologías son necesarias si se quiere reutilizar los plásticos como materia prima tras su uso. El reciclado químico tiene dos ámbitos de aplicación principales: En primer lugar, cuando el reciclado mecánico alcanza sus límites –por ejemplo, cuando el esfuerzo necesario para clasificar y limpiar es demasiado grande–. En segundo lugar, el reciclado químico entra en acción cuando el material ya ha sido procesado mecánicamente varias veces; esto se debe a que las cadenas de polímeros se acortan con cada uno de estos procesos de reprocesado y los aditivos suelen acumularse en el reciclado. Pero si lo que se busca es generar material de alta calidad, se necesita un reciclado químico para descomponer el polímero en sus componentes antes de volver a ensamblarlo. Si no se hace de esta manera, habría que introducir en la cadena material virgen derivado del petróleo, y no nos alejaríamos de las materias primas fósiles. Por eso el reciclado químico es una parte indispensable del tratamiento de los plásticos al final de su vida útil.
Manfred Renner, director del Instituto Fraunhofer de Tecnología Medioambiental, Seguridad y Energía UMSICHT.
A menudo se critica el escaso balance energético del reciclado químico. ¿Cuál es su opinión?
No se puede criticar el balance energético en general. Cuantas más fracciones –es decir, materiales diferentes– componen un proceso de reciclado químico, más separación es necesaria. En consecuencia, se requiere más energía a medida que aumenta la complejidad. Pero eso no significa que la huella de CO2 aumente con ella. En un proyecto de investigación llevado a cabo con el Instituto Wuppertal y la empresa de análisis Carbon Minds, hemos evaluado recientemente un proceso de pirólisis con diferentes materias primas y hemos llegado a la conclusión de que la huella de carbono puede reducirse hasta un 50% en comparación con el material virgen.
Un estudio del Öko-Institut concluye que el reciclado químico presenta peores resultados que el reciclado mecánico en cuanto a características respetuosas con el clima.
Se han publicado un enorme número de estudios sobre el tema de la huella de carbono del reciclado químico y mecánico, algunos de los cuales llegan a conclusiones completamente diferentes. Lo único es que estas aportaciones no suelen discutirse en absoluto. El estudio del Öko-Institut proporciona el resultado que algunos agentes del sector necesitan para desacreditar por completo el reciclado químico. Por el momento, se está librando una batalla para mantener el 'statu quo'.
¿Qué método es adecuado para cada aplicación concreta?
Hasta ahora, la mayoría de los recicladores químicos han estado trabajando con poliolefinas, que también son fáciles de procesar en el reciclado mecánico. ¿Por qué no estudian plásticos más complejos?
Actualmente, las empresas buscan flujos de materiales que ofrezcan una expectativa realista de generar beneficios a medio plazo. No se empieza con los materiales más difíciles y se hacen grandes inversiones en plantas sin saber si se pueden utilizar económicamente o comercializar. La tecnología no es el problema, sino crear capacidades y desarrollar los flujos de materias primas paso a paso. Por supuesto, en el reciclaje químico también se pueden procesar flujos de materiales complejos y conseguir altas calidades, pero el esfuerzo necesario para el fraccionamiento es mucho mayor. Y mientras el petróleo como materia prima sea barato, esto tiene poco sentido desde el punto de vista económico.
¿Cuál es el papel de la política en esta situación de conflicto?
En la industria del plástico tenemos cadenas de valor bien establecidas y muy eficientes. Si queremos transformarla en una economía circular que funcione bien, esto no puede hacerse sin directrices políticas. Al fin y al cabo, se trata de un sistema económico completamente nuevo. Ahora entra en juego el dilema del huevo y la gallina, por el que los políticos no quieren regular demasiado, para evitar que el mercado quiebre antes de que surja algo nuevo. Pero un nuevo mercado solo surgirá si hay guardarraíles legislativos, porque económicamente no se explica por sí mismo. En eso estamos ahora. Tenemos que ser conscientes de que la transformación es un proceso que llevará años, si no décadas.
¿Qué significa eso en términos concretos?
Tampoco aquí hay reglas simples. Pero, sin duda, la regulación debe ser específica para cada grupo de productos. Hay que considerar paso a paso lo que es posible, sensato y factible para la industria y los productos en cuestión, y tampoco deben prescribirse ni favorecerse tecnologías específicas. Por ejemplo, el reciclado mecánico y químico no deben considerarse por separado, sino conjuntamente. Esto incluye también el procedimiento de balance de masas. A los grupos de clientes que deseen un contenido reciclado auténtico se les debe proporcionar específicamente este plástico. Para otros grupos de clientes, puede bastar con indicar en la carcasa de un teléfono móvil que se ha reciclado mediante balance de masas hasta un X por ciento.
¿Será un éxito la economía circular?
Eso depende del valor que demos a la defosilización. Desde un punto de vista puramente económico, tendría más sentido dejar como están las cadenas de valor lineales altamente eficientes. Pero si la lucha contra el cambio climático es muy valiosa para nosotros, también debemos estar dispuestos a cambiar nuestro comportamiento y aceptar el coste. Implantar la economía circular costará billones, pero también ofrece inmensas oportunidades económicas. Los distintos procesos de reciclaje, clasificación y marcado son tecnologías de futuro pioneras, que pueden exportarse internacionalmente como un sistema. De repente, se convertirá en un concepto global muy positivo. Se invierte, pero también se abren importantes mercados internacionales. Esto representa una gran oportunidad para las empresas alemanas de los sectores más diversos.