La nube mancha el cielo, la mancha mancha el mar
3 de mayo de 2010
Nos hemos reunido hoy, queridos amigos, para hablar de manchas. Hace algún tiempo, en este lugar, lo que ocurriera en lugares remotos nos importaba poco. Porque somos solidarios solo mientras dura el flashazo de la tragedia en nuestros televisores y otros medios de comunicación. Pero prodúcese el caso del volcán cuyos efectos no conocen fronteras y cuyas cenizas se erigen en adalides de la libertad para emprender el vuelo hacia tierras remotas y empezamos a conocer Islandia. Es una isla bastante al norte donde hace mucho frío, cuyas entrañas ocultan una actividad más propia del calentón latino que de la indolencia nórdica. Y cuando algo te quema por dentro, acaba saliendo fuera. Y se lía. Cuando creíamos haberlo visto todo, una sociedad azuzada por una crisis galopante se ve en la situación de no poder enviar a sus obreros a volar. Antes volaban unos pocos, pero hoy en día vuela todo el mundo y, con unos días de aeropuertos cerrados por una libre y voluntariosa nube de cenizas, vemos por primera vez qué ocurre en Europa cuando no se puede volar. Seguro que muchos negocios, además de los de las propias compañías aéreas, se han visto truncados o muy dificultados por la imposibilidad de volar. A veces parece que nuestro modo de vida es un castillo de naipes que se puede derrumbar en cuanto una de las variables que están en juego, y con la que no contábamos, se tambalea.
Lo bueno de volar es que aprendes geografía, y lo bueno de la geografía es que se puede aprender sin necesidad de volar, simplemente siguiendo el curso de los desastres y tragedias. El Golfo de México, queridos amigos, no es un personaje originario de México cuyas escapadas nocturnas le han hecho famoso, sino un lugar afectado por otra gran mancha. La provocada por BP. ¿Pero estas plataformas no eran más seguras? Otra carta de la base de nuestro castillo de naipes que se tambalea. Ahora mismo lo están sufriendo Luisiana y los estados adyacentes pero los expertos temen que la mancha se enganche a la corriente del Golfo y viaje por al Atlántico acercándose más a nosotros.
¿No les suena? Una nube de cenizas con origen en Islandia rompe la norma tácita de que un desastre debe afectar solo a la zona desastrada. Es una norma con la que todos contábamos en el sillón de nuestros salones. Ahora, la mancha de fuel busca aliarse con corrientes marítimas para emprender un viaje trasatlántico. Tiene gracia. La corriente del Golfo desplaza agua desde el Golfo de México hacia el Atlántico Norte y alguna de sus ramificaciones afectan a Islandia. La nube de ceniza provocada por el volcán islandés prácticamente no perjudico a Islandia, porque viajó con el viento. Ahora, otra catástrofe a miles de kilómetros, le puede llegar a Islandia.
Esto de la globalización es un desastre. Te lo pone todo perdido.