Con éste son ya 100. Teniendo en cuenta que durante muchos años Plásticos Universales se editaba cada dos meses, la presencia de este medio en el mercado español de los plásticos adquiere ya casi la categoría de histórica, porque este primer número del año 2005 es precisamente el número 100. ¿Y eso en qué se nota? Bien, pues ciertamente en nada, porque no es éste uno de esos pretendidos números especiales en los que uno gusta de recrearse con sus propias virtudes. Es, simplemente, un número más. Una nueva edición de Plásticos Universales con el mismo objetivo que cualquier otro, informar a los profesionales del sector de los plásticos y plantear cuestiones que puedan servir a cada uno a la hora de adquirir un equipo, solucionar un problema técnico concreto o racionalizar la gestión de la empresa, buscando incluso las soluciones fiscales oportunas. No nos hemos querido mirar hacia dentro, más bien ofrecer hacia fuera lo que pueda servir a alguien. Lo especial del número 100 de Plásticos Universales es que, al contrario que en el cuento de la Bella Durmiente, donde un príncipe hubo de besarla para despertar tras 100 años de obligado sueño, a nosotros no ha tenido que venir nadie a despertarnos. Los ojos bien abiertos, los sentidos motivados, la búsqueda de lo realmente interesante es lo que ha guiado y guía a este medio, tanto en su versión impresa como en la electrónica, y lo que le ha posicionado en el primer lugar de nuestro país, con la máxima audiencia, el mayor volumen de publicidad, y, desde luego, de información.
Plásticos Universales 100 incluye, entre otros, un reportaje interesante basado en la mesa redonda realizada con la práctica totalidad de los suministradores de inyectoras en nuestro país. Reunidos por esta revista en el Centro Español de Plásticos, expresaron sus opiniones en torno a la situación de un sector cambiante que necesariamente debe decantarse por la tecnología. Lo pueden leer en la página 40.
En la despedida, en esto sí nos dejamos llevar por el tópico en estas ocasiones y le agradecemos, te agradecemos, querido lector, tu fidelidad e interés por nuestros medios. Y amigo Príncipe, nuestras disculpas por tu largo viaje baldío.