Perspectivas y previsiones para la próxima campaña de aceite de oliva 24/25
Una buena climatología hasta el final también haría que se recuperasen los niveles normales de rendimiento hasta valores próximos al 21%, y no cercanos al 17-18% de esta dos últimas campañas, lo que sin duda tendría una gran influencia en la cifra final de producción; no obstante, ambos factores, climatología y rendimiento, los iremos viendo con el transcurso de lo queda hasta el otoño, e incluso el rendimiento hasta los primeros días de recolección.
Para hablar del futuro, existe un reto que no debemos permitir se demore ni un solo año más, el abordar una seria y eficaz política hidráulica, en la que se aproveche, no sólo hasta la última gota de lluvia que caiga, sino que también gestione adecuadamente todas las aguas ya utilizadas, desde las domésticas, residuales, etc. No nos sirven los innumerables discursos de políticos cortoplacistas a los que sólo les preocupan sus inmediatos cuatro años de legislatura, una buena política de gestión de aguas necesita de muchas nuevas infraestructuras, y eso sobre pasa las escasas miras de esos cortoplacistas.
A partir de aquí, sin duda se producirán muchos reajustes, los primeros en las tendencias del mercado, lo que sin duda nos pondrá encima de la mesa otro gran reto estructural de nuestro sector, la gestión de nuestras producciones. En la actualidad tenemos excelentes precios para el productor, claro, que tenga aceite, pero no tan buenos para el envasador, por su enorme volatilidad, y con un riesgo añadido, el efecto llamada para inversores que ven en el olivar y en estos precios, una oportunidad de oro para sus inversiones.
Ya nos empiezan a preocupar las enormes producciones que se nos avecinan, con modernas plantaciones en zonas que antes se dedicaban a otros cultivos, y también los procesos de modernización de olivares antiguos pero que, fundamentalmente, unos y otros, por la disponibilidad de agua pasan a intensivos y superintensivos, con grandes y estables producciones, hoy impensables para el olivar tradicional.
Sólo una más justa gestión hidráulica, con repartos más equitativos de este recurso, el agua, puede salvar a este olivar tradicional, en donde observo un excesivo pesimismo, que, como primera consecuencia, trae el desánimo para futuras generaciones que garanticen su continuidad, ya que no ven la manera de afrontar este gran reto. Sin duda, un más justo reparto del agua, junto a una adecuada política hidráulica, y todo unido a una estrategia de diferenciación, para la que existen solventes argumentos, haría recuperar el ánimo a estas nuevas generaciones.
Tenemos un excelente producto, nuestro aceite de oliva, del que cada vez se reconocen más beneficios saludables, sociales y medioambientales, con una demanda, sobre todo internacional, cada vez mayor, y, sin duda, con un montón de argumentos a su favor para recuperar los consumos nacionales y seguir creciendo en el exterior. Pero para esto hace falta que seamos nosotros, los productores, y fundamentalmente los del tradicional, los primeros convencidos de que este futuro es así, esperanzador. También la Administración puede hacer mucho en esta línea, ya hemos citado las políticas hidráulicas, pero también en las normativas, puede ayudar mucho.
El futuro, sin duda que nos viene con muchas incertidumbres, pero también con muchas oportunidades, y de las primeras sí se deberían eliminar aquellas que aportan poco, y dificultan mucho, entre las que destacaría, por ejemplo, una mayor armonización de normas nacionales e internacionales; reformas de algunas determinaciones que, unas veces por su lentitud, y otras por su inseguridad tal y como se aplican, por ejemplo, el panel test, generan mucha incertidumbre, y, muy pendientes de algunas que se avecinan, y que no van a ir en esa línea de facilitar y agilizar las cosas, como son los MOHS y MOHA.
El sector productor y envasador deberían tomarse mucho más en serio lo de “primer productor mundial”, y ejercer más como verdaderos líderes, porque los muchos huecos que deja esa falta de liderazgo casi siempre son ocupados por oportunistas, ajenos al esfuerzo que significa el camino desde el campo hasta la botella, o por una clase política que cuando toma las riendas nos hunde en una maraña de normas y obligaciones. Repito, nos esperan muchas innovaciones en casi todos los eslabones de la cadena de valor, pero su gestión debe estar en manos de quienes de verdad sufren o se beneficia de los logros y fracasos, y no de “quienes ni les va ni les viene”.
No quisiera acabar sin mencionar la gran importancia que en todo esto vamos a tener los laboratorios, sobre todos los que garanticemos la máxima competencia técnica y calidad de nuestras analíticas, y en los que la formación y el asesoramiento a todos los eslabones de la cadena de valor, sean ejes importantes en sus actuaciones, y para ello la información y sinergias de todo tipo a través de estructuras internacionales, como es nuestro caso con el Grupo Tentamus, serán de vital importancia.