Intermat 88
En un marco espléndido, el Parque de Exposiciones de París-Nord Villepinte, y con un despliegue estético espectacular por parte de casi todos los expositores, el certamen francés relanza su imagen dentro de un ambiente muy favorable para el sector de la construcción y obras públicas en Europa. Cuando a mediados de los años sesenta fuimos conociendo las primeras ferias europeas de maquinaria de construcción y obras públicas, éstas se asentaban sobre dilatados espacios abiertos, con los equipos ubicados en austeros stands y con una caseta prefabricada, similar a las utilizadas en las obras, más o menos decorada, en la que el expositor atendía a sus visitantes. Tanto expositores como visitantes soportaban estoicamente el diverso y el transitar entre caminos polvorientos y embarrados, según las circunstancias. La exposición americana Conexpo era ya por aquellas fechas la antítesis, pues a unas instalaciones feriales totalmente bajo techo añadía una espectacularidad de presentación propia de Hollywood.
El paso de los años ha ido cambiando poco a poco la faz de las exhibiciones europeas y su culminación ha llegado de la mano de esta Intermat, clausurada el pasado 22 de mayo, que vio cómo se habían superado los objetivos que sus organizadores se propusieron tras una semana densa de contenido, tanto por la propia y variada oferta de los 1.066 expositores (51% internacionales) como por los actos celebrados durante el certamen tales como conferencias, demostraciones o visitas a obras singulares. Sobre la superficie total del recinto de 226.000 m2, los stands ocupaban 100.000m2 de los que el 70% estaban en el interior de pabellones cubiertos dotados de una climatización y servicios de todo tipo. A ese marco respondieron los expositores con auténticos alardes decorativos, poniendo muy alto el listón confortabilidad. Este hecho que hace tan agradable a los visitantes y a los propios expositores la estancia en la exposición tiene como contrapartida el tremendo costo que para estos últimos tiene y que, en realidad, condiciona la asistencia de muchos o el enorme sacrificio económico que para casi todos comporta. Ahora bien, todo se da por bien gastado cuando, como en estos momentos, se vive un clima de euforia de demanda ante el nuevo impulso inversor que están conociendo casi todos los países europeos en materia constructiva y de infraestructuras.