Portugal encuentra las claves para moldear su futuro

Visitar moldistas en Portugal es algo que siempre motiva. Con una industria del molde española y europea muy mermada desde hace años, el caso de los moldistas de nuestros vecinos es digno de ser analizado y, sobre todo, de ser visto. Empresas con los mejores medios productivos, en permanente evolución, audaces con la inversión y tenaces en su estrategia. Lo cierto es que muchos constructores de moldes de Portugal juegan en la primera liga de los mercados internacionales. Interempresas se desplazó hasta los dos principales polos de ese país, Marinha Grande y Oliveira de Azeméis, donde se concentra la mayor parte de los moldistas, para, al igual que a lo largo de otros muchos años, volver a conocer esta industria próspera a pesar de los tiempos.

Durante años la industria portuguesa de los moldes, a través de su asociación o de su clúster Pool-Net, ha invitado a Interempresas a un tour tecnológico por moldistas portuguesas. Muy lejos del “visto uno, vistos todos”, visitar a muchos moldistas de este país es una experiencia grata y motivadora para cualquiera involucrado en la industria. Grata, porque lo cierto es que es un placer ver cómo, a pesar de la dificultad de competir en todo el mundo desde un país pequeño, los moldistas han sabido encontrar el camino de la innovación y la inversión para seguir prosperando. Y motivadora porque abre las puertas de la esperanza en una industria europea que, en demasiados sectores, ha dejado la producción en manos de otros continentes para, en tiempos de escasez, tener una dependencia excesiva del exterior. Todo ello aderezado con otro factor menos tangible, pero muy arraigado y probablemente determinante: la pasión. Uno de los CEO de las empresas, con 50 años experiencia a sus espadas, así lo dijo. “El molde es mi vida y mi pasión”.

Los profesionales de la industria internacional del molde saben que la industria portuguesa de fabricación de moldes desempeña un papel central en Europa y en el mercado mundial. Integra grandes cadenas de valor para dar soporte a clientes globales (OEMs y proveedores de primer nivel) de más de 80 países del mundo.

Si el tamaño es con frecuencia un problema en muchos sectores para acceder a los grandes proyectos, en Portugal han sabido sortear este obstáculo. Sus empresas son principalmente, pequeñas y medianas lo cual les da la ventaja de poder estar más orientado al cliente y, sobre todo, una gran flexibilidad productiva. Pero si algo destaca cuando uno va de puerta en puerta de los moldistas durante varios días, es su integración como colectivo. Su confianza en el grupo, en la industria en su conjunto. Saben, y lo creen de verdad, ser empresas individuales que compiten ferozmente por los mismos proyectos, pero saben también que en ocasiones deben colaborar, unirse, ser una sola fuerza. En todos los países, España no es una excepción, hay muchos clústeres en muy diversos sectores. Pero lo sorprendente en el país luso es que allí el clúster, por decirlo de alguna manera, es verdadero. El uso de la marca colectiva de los miembros de Pool-Net favorece su diferenciación y la valorización de los productos y servicios del clúster, al tiempo que refleja su ubicación geográfica y sus características específicas (innovación, tecnología, calidad y know-how). No son pocos los que abordan proyectos internacionales conjuntamente, o los que crean empresas en otros países de forma agrupada. Saben ser amigos en México y “enemigos” en Alemania, competir con todas sus fuerzas para ganar un proyecto en China, pero unirse para abordar un mercado latinoamericano en el que, por motivos muy variados, necesitan un fuerza mayor que la que tienen individualmente. “Una de las razones por las que esta industria sigue aquí es por la colaboración”, señala un conocido moldista.

La colaboración no se limita a la cooperación entre los propios moldistas, sino con todo el entramado de formación y centros tecnológicos construidos a su alrededor.

Otra de las grandes virtudes de todos ellos es su capacidad para ofrecer soluciones completas. “Nuestro ADN es la ingeniería”, afirma el CEO de uno de los moldistas visitados, una aseveración que bien podría utilizarse para muchos otros. El discurso no es nuevo, es el más utilizado en los últimos años por todas la industrias. “No vendemos productos, vendemos soluciones”. Pero cuando uno pasea entre máquinas de electroerosión y centros de mecanizado en Portugal, cuando se acerca a sus oficinas técnicas, el corazón de sus negocios, observa que tienen interiorizada la necesidad de ofrecer un paquete integrado que va desde el diseño, pasando por el mecanizado, hasta el montaje y la propia inyección de las piezas. De hecho, muchos de ellos han pasado de tener un número limitado de inyectoras para la realización de pruebas, a la construcción de un pabellón adjunto para la inyección de piezas en condiciones de producción. Son moldistas y transformadores de plásticos, un modelo que tampoco fue extraño en España cuando nuestra industria florecía, pero que se marchitó por un conjunto de circunstancias.

En la parte productiva cuentan con los mejores medios, no solo en el mecanizado en sí mismo, sino también en softwares de simulación o utilización de elementos finitos. Y los moldes están configurados para la inyección con todas las más actuales formas de inyección, entre ellas la asistida con gas, con agua, espumaciones tipo MuCell, moldes para compresión... Conocer a los moldistas portugueses es aprender que solo con un carácter innovador y apostando por los mejores medios, uno puede ser competitivo en el feroz entorno de un mundo ávido de lo mejor, al mejor precio.

Con máquinas de producción, de metrología, de control dimensional y softwares de las primeras marcas internacionales, no es de extrañar que la fabricación aditiva, uno de los grandes temas de conversación en el mundo productivo, esté muy presente en la industria portuguesa. Según explicaron a Interempresas los moldistas visitados, está tecnología es un área prioritaria para el sector en términos de inversión, investigación y formación. Con frecuencia se utiliza para los canales de refrigeración de los moldes, con formas imposibles de realizar con métodos convencionales de mecanizado. En ocasiones también para producir moldes a partir de los cuales se pueden moldear por inyección tiradas cortas. Esto permite probar rápidamente el diseño del molde, el flujo del mismo y el proceso de inyección para poder hacer correcciones antes de construir el molde de producción.

La industria del molde de Portugal exporta la mayor parte de sus moldes. Especialmente a la industria del automóvil, a la que dirige más del 70% de su producción. Esto la sitúa en el comienzo de muchas innovaciones que los automóviles modernos integran y en los cuales el moldista está inmerso, colaborando, aportando su conocimiento, desde el principio. Como es lógico, la pandemia, pero también y sobre todo las incertidumbres de este sector previas a la Covid 19, están condicionando mucho al moldista portugués. No obstante, aunque con la lógica preocupación y responsabilidad, no se percibe pesimismo entre ellos. En algunos casos porque están inmersos en proyectos importantes, en otros porque están diversificando y buscando nichos diferentes, como pueden ser el envase y el médico, que permitan reducir el riesgo y mantener el negocio. Si por algo se caracteriza el moldista de este país es por su inquietud y la permanente búsqueda de oportunidades.