Insersa: en el corazón de Riotinto
Minas de Riotinto se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de la provincia de Huelva. Tanto el propio municipio como la mina de la que ha tomado su nombre –y que le ha aportado buena parte de su riqueza- forman parte de uno de los parajes más espectaculares y con una mayor carga histórica a sus espaldas de la región.
Texto y fotografías: Lucas Manuel Varas Vilachán
Tras el cese de la actividad minera en 2001, entrar hoy en las inmensas instalaciones de una de las mayores minas a cielo abierto de Europa significa volver a ver toda aquella actividad de antaño y que tan importante ha sido para la actividad económica de la región. Voladuras, perforaciones, extracción de material y dúmperes transportando la carga por sus enormes desfiladeros son una constante las 24 horas del día.
Tras volver a la actividad en 2015, el proyecto de Atalaya Mining, propietaria de la mina al 100%, prevé la explotación de los recursos de este legendario yacimiento de cobre durante 16 años. Con una inversión inicial de más de 200 millones de euros, el proyecto no solo supone la vuelta a la actividad minera en Riotinto, sino la modernización tecnológica y de procesos llevados a cabo en el yacimiento.
Uno de los principales responsables a la hora de aplicar estos estándares de seguridad y sostenibilidad ambiental propios del siglo XXI es Insersa. La empresa onubense -su domicilio social está el propio municipio de Minas de Riotinto- es la responsable en la actualidad de los trabajos de perforación, voladura, carga y transporte en la Corta Atalaya.
Desde su nacimiento a finales de 1988, Insersa ha diversificado e internacionalizado su actividad, con ambiciosos proyectos como Aguas Teñidas –en 1997 llevó a cabo el desarrollo de sus galerías para el grupo irlandés Naván-, Mina Sotiel o la nueva Mina Magdalena, todas ellas en la provincia de Huelva y propiedad de Matsa. Sin embargo, su ámbito de trabajo va mucho más allá de la rica zona minera onubense, habiendo realizado trabajos de explotación no solo en otras cuencas mineras españolas, sino con trabajos de sondeo en Portugal, Marruecos, Francia o Chile.
Una empresa con alma minera
A día de hoy, Insersa es una empresa cuyo capital social es cien por cien andaluz y que cuenta con una plantilla de más de 600 personas, de los cuales un 90% son trabajadores onubenses, y con una facturación de 80 Millones €.
Se trata de una empresa de contrastes. Desde un fuerte apego a lo local y arraigada en el origen familiar de la empresa, la compañía es un ejemplo de modernización, seguridad para los trabajadores y respeto por el medio ambiente aplicado a la minería del siglo XXI. Al mismo tiempo, una visita tanto a sus instalaciones en Rio Tinto como a la mina acompañados por varios de sus responsables nos muestra un equipo humano con una amplia experiencia tanto en el trabajo de campo como en la gestión del capital humano. La citada modernización de procesos afecta también a la tecnología y a los equipos que operan en la propia mina. Enrique Mota, director comercial de Perforación, Carga y Transporte de Sandvik, uno de sus principales proveedores de maquinaria, nos pone sobre aviso: “Insersa siempre quiere los equipos tecnológicamente más punteros, independientemente de su coste”.
La relación entre Sandvik e Insersa se remonta a más de diez años atrás. Desde entonces, cerca de treinta de la flota empleada por Insersa en sus proyectos llevan la firma de Sandvik. Esta política queda patente en una de las entregas de equipos más recientes llevadas a cabo por la multinacional sueca, una quincena de máquinas de sondeo para diversas labores en la Faja pirítica. En concreto, en Rio Tinto se pueden ver trabajando actualmente seis perforadoras de superficie DP 1500i y una unidad adicional modelo DP 900i. Asimismo, los proyectos de Insersa en Sotiel, Aguas Teñidas o Mina Magdalena también cuentan no solo con el apoyo de diverso equipamiento Sandvik de reciente adquisición –las dos enormes palas LH621 de 21 t que operan en Magdalena son una buen ejemplo de equipamiento puntero empleado por la minera andaluza-, sino que además están acompañados en todo momento por técnicos de la compañía sueca sobre el terreno.
En la sede de la firma en Minas de Riotinto fuimos recibidos por Javier de Aspe, su consejero delegado, Evaristo Martín, director de la División de Minería, Juan Carlos Pérez de la Blanca, director de la División de Investigación Minera y Rafael Moreno director Financiero, con quienes tuvimos la ocasión de conocer de cerca el trabajo de Insersa en la mina onubense. “Insersa es, hoy por hoy, nuestro mejor cliente”, afirma Enrique Mota respecto a la relación entre ambas compañías. Una afirmación ante la que asienten los responsables de Insersa: “Nuestra consigna es ir a por lo mejor del mercado. Apostamos por la seguridad y productividad con maquinaria de última tecnología”, confirman desde la compañía andaluza.
Para mejor muestra, el botón de Atalaya Mining. De nuevo, Rio Tinto rebosa actividad las 24 horas del día. 320 empleados y una media de 200 contratistas trabajan en esta mina que cuenta con reservas de 153 millones de toneladas de mineral con un 0,45% de cobre. Sus volúmenes de producción y las dimensiones del proyecto impresionan sobre el papel: se estima que la producción de cobre de la mina permitiría abastecer el 14% de la demanda nacional de este metal. Añadido a este beneficio directo en forma de actividad, puestos de trabajo y riqueza para la zona (la mina y su historia son un atractivo turístico por sí mismas), se calcula que el proyecto tendrá la capacidad de aportar hasta 1.300 millones de euros al PIB de la provincia de Huelva durante sus más de tres lustros de actividad.
A pesar de estas cifras, es difícil hacerse una idea de las dimensiones de esta mina hasta que no se visita la propia Corta Atalaya. Difícilmente se puede apreciar en imágenes las verdaderas proporciones de la mina, su profundidad (350 metros), el diámetro de la corta (más de 1.200 metros) o los centenares de kilómetros de rampas para la circulación de dúmperes y vehículos de asistencia. La amplitud de la mina, unida a los tonos cobrizos y verdosos que dominan en la que todavía es una de las mayores minas a cielo abierto del mundo, dotan al lugar de una belleza muy particular.
Acompañados por personal de Insersa y Sandvik, incluido su personal técnico de apoyo en la mina, bajamos a una de estas cortas, en la que estaban trabajando a pleno rendimiento y de forma simultánea cuatro carros de perforación de superficie de la marca sueca en la preparación de una próxima voladura.
Las voladuras, una constante diaria en el trabajo de cualquier mina a cielo abierto, son una de las actividades que más exigen extremar las medidas de seguridad. “Queremos dejar muy claro en todo momento que la seguridad es lo primero para nosotros”, señalaba efusivamente Evaristo Martín, director de la División de Minería de Insersa, sobre el terreno. “Quien no esté dispuesto a cumplir en todo momento las medidas de seguridad no puede trabajar con nosotros”, explicaba, tajante. Así, ante una voladura “de pequeño tamaño”, como la que presenciamos durante nuestra visita a la mina, se establece un radio de seguridad de varios centenares de metros que asegure tanto la integridad física de los operarios como de los numerosos equipos que se encuentran trabajando sobre el terreno.
Construyendo el futuro
Le gestión de una mina de las dimensiones de Riotinto exige mucho más que un conocimiento exhaustivo de todos los procesos mineros. La gestión de equipos humanos, económicos y técnicos es del más alto nivel, con el añadido de la sensibilidad que rodea a la actividad extractiva y su impacto en la comunidad local. Así, la contratación de personal local, su formación o la presencia cada vez mayor de mujeres en diversas funciones de la mina, desde ingenieras hasta personal de administración, pasando por operarias de vehículos, normalizan una actividad que necesita más ejemplos como este de Riontinto. Y es que municipio y mina comparten mucho más que nombre: tienen una historia común y un futuro ilusionante por delante.
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