El sector viario español o los árboles que impiden ver el bosque
Recurriendo a un símil médico, cabe afirmar que el sector viario español es un enfermo al que sólo se le administra medicación sintomática, negándosele reiteradamente el adecuado tratamiento curativo y preventivo.
Desde la Asociación Española de la Carretera (AEC) en modo alguno eludimos la necesidad de afrontar un proceso de saneamiento de las cuentas públicas (causa última de los sucesivos y reiterados recortes), pero entendemos que hubiera sido deseable que se arbitrase implementando y promoviendo medidas que ayudaran a la reestructuración de la industria de la Carretera y favorecieran su progresiva adaptación al nuevo escenario, con una red de alta capacidad consolidada y madura, de elevados estándares de calidad, que requiere, en consecuencia, de un mantenimiento exigente; pero también con una red convencional de tráfico muy significativo, decisiva para la accesibilidad al territorio y necesitada de una atención especial asociada a la elevada accidentalidad que registra.
El no haber considerado esta responsabilidad ha derivado en un incremento notable de los déficits de conservación que las redes viarias (del Estado y las Comunidades Autónomas) han ido acumulando durante este período crítico, cifrados, según se desprende de nuestra auditoría sobre el estado de las carreteras publicada el pasado mayo, en más de 6.600 millones de euros.
Las consecuencias: deterioro de la comodidad de la circulación y de la seguridad vial; pérdida de competitividad interterritorial y con respecto a nuestros socios europeos; aumento exponencial de los costes de reparación (cada euro no invertido a tiempo en refuerzo de firmes se transforma en 5 € a los tres años y en 25 € en el quinto); incremento de los costes de mantenimiento de los vehículos y aumento de las emisiones contaminantes, etcétera.
La AEC está convencida de que las carreteras se sitúan en el lado menos favorable de la balanza presupuestaria porque no cuentan con masa social suficiente que las defienda y las ponga en valor. Es por ello que, políticamente, resulta sencillo sacrificar la inversión en obra pública para “garantizar” al gasto social, en lugar de dedicar esfuerzos a reducir el gasto público burocrático y no productivo.
Nosotros, el colectivo viario, negamos la mayor. Las carreteras son un servicio público de primer orden y, por lo tanto, su correcta conservación deber ser una prioridad política y social.
En efecto, la política de infraestructuras debe partir de la concepción de la carretera como servicio público. Un servicio público versátil, de disponibilidad plena, 24 horas al día, 365 días al año. Un servicio que es sinónimo de uso público, carácter público y responsabilidad pública. El servicio público que atiende a más ciudadanos diariamente.
En 2017 nos hemos propuesto seguir trabajando por cambiar la idea equivocada de que las carreteras pueden “resistir” sin mayores consecuencias el envite de la falta de inversión, y tratar de que ello tenga reflejo en los Presupuestos Generales cuya aprobación está, actualmente, en fase de negociación.
Consideramos que son tres las áreas prioritarias, en el orden en que se enumeran:
- Recuperar progresivamente el déficit de conservación de la Red de Carreteras del Estado y de las que gestionan las Comunidades Autónomas.
- Poner en marcha un Plan Específico de Seguridad Vial en la red convencional, donde se concentran el 80% de los fallecidos por accidentes de tráfico.
- Adecuar paulatinamente las infraestructuras viarias a las nuevas exigencias derivadas de la movilidad autónoma, conectada, eficiente y segura.
Respecto al primer punto, no hay que descartar soluciones que se han implementado con éxito fuera de nuestras fronteras. En Europa hay países con sistemas estables de financiación de infraestructuras viarias que no dependen tanto como en el caso español de los vaivenes de la economía. Otra estrategia podría pasar por un programa de conservación planificado, vinculado al valor patrimonial de la red y sostenible en el tiempo.
En el ámbito de la seguridad vial, venimos insistiendo en la aplicación de una medida de gran éxito en países como Suecia o Finlandia, las carreteras 2+1. Partimos de una vía de un carril por sentido y construimos un tercero de circulación alterna durante un número determinado de kilómetros. No se trata de los denostados carriles reversibles que tan poco éxito cosecharon en su día, porque a diferencia de éstos, los de las carreteras 2+1 se delimitan mediante una barrera para que los coches no puedan invadir la calzada cuando no les corresponda. Se elimina así el choque frontal como consecuencia de adelantamientos imprudentes o temerarios y se reduce el riesgo de impacto frontolateral.
Una medida a la que pueden sumarse otras orientadas a la actuación sobre la infraestructura desde la perspectiva conceptual de las “carreteras clementes”, esto es, carreteras cuyo diseño, trazado, pavimento y equipamiento se conciben para “perdonar” los errores de los usuarios o, lo que es lo mismo, evitar que dichos errores desencadenen un accidente y, en caso de producirse éste, atenuar sus consecuencias.
Por último, y en cuanto a la nueva concepción de la movilidad que se está instalando en la sociedad de la mano de revolucionarias tecnologías que irrumpen, sobre todo, en los vehículos, el sector viario tiene ante sí un amplio campo para la innovación y la generación de nuevos servicios dirigidos a la creación de entornos más saludables, seguros y eficientes, impulsores de empleo y riqueza.
En las próximas décadas será posible cruzar una ciudad como Barcelona, de un extremo a otro, con todos los semáforos en verde. Nuestro vehículo ya no será nuestro, lo compartiremos, y buscaremos en él las prestaciones de un terminal móvil: conexión con otros automóviles o con sistemas de gestión inteligente del tráfico que nos faciliten la circulación, los accesos o el aparcamiento.
En este escenario surgen nuevos usos de las carreteras (absorción de NOx, generación de energía…), nuevas tecnologías –como la fotovoltaica- para asfaltar carreteras o nuevos modelos de contratación, como la Compra Pública de Innovación. Retos a los que la industria viaria se enfrenta en el medio plazo y en cuya formulación e implicaciones en todos los órdenes la Asociación Española de la Carretera trabaja actualmente.
En suma, las infraestructuras viarias son y seguirán siendo un modo de transporte prioritario para personas y mercancías. No cometamos el error de creer que carecen de recorrido y que no merecen atención. Tratemos de ver el bosque más allá de los árboles.