La BIEMH desde otro punto de vista
29 de junio de 2010
Una acalorada tarde de la última semana de mayo, en compañía de mi experimentado jefe, nos dirigimos a una Bienal de Máquina Herramienta por la que todo el mundo en general tenía curiosidad.
Curiosidad de cómo la tan temida crisis había afectado a la que antaño era la grandiosísima feria BIEMH. Ya de antemano se sabía que grandes marcas de fabricación de herramienta no iban a estar. Se rumoreaba también que se habían puesto de acuerdo para no asistir en conjunto y así ahorrar unos euros en lo que a marketing se refiere. Que no todo va a ser bajar costes reduciendo lo que muchos creen que es lo único que se puede reducir: recursos humanos.
En fin, aparcamos el coche en el inmenso aparcamiento del BEC y, tras fijarnos en la letra y número que habíamos aparcado, nos encaminamos con el tiempo justo para echar un vistazo a la feria.
Lo colosal del BEC acentuaba en mi humilde opinión la soledad de los asistentes que correteaban los inmensos pasillos de la feria. Enfrente del torniquete agradecí a la fortuna el tener un e-ticket por haberme registrado de antemano y no tener que pagar así los 15 que valía la entrada, que si es verdad que realmente estamos en crisis, y doy fe de ello, me parece un poco cara la entrada como para pagarla y entrar a echar un vistazo sin más.
Una vez dentro comenzamos la visita por las máquinas gigantescas que estaban de exposición en el primer recinto. Para ser jueves por la tarde y apenas quedar un par de días para que concluyera la feria, más que corbatas y trajes se veían zapatillas y camisetas por los pasillos de la bienal. Me dio la sensación que había muchos estudiantes y menos profesionales que en las ediciones anteriores, aunque de todos modos, los estudiantes de hoy serán los profesionales del futuro. La sensación que percibí en esta edición era de tranquilidad, calma y para nada el agobio de gente en función del día elegido para la visita que en ediciones anteriores podía haber ocurrido.
Saludamos a algún que otro comercial con el que hemos tenido el gusto de trabajar —con los que hemos tenido el disgusto de trabajar ni siquiera los saludamos— y nos confirmaron que el ambiente relajado que se respiraba el jueves por la tarde había sido incluso desértico en las primeras jornadas de la feria en cuestión.
Con algún comercial incluso nos paramos un buen rato a tomar algo y las mesas que en otra época estuvieron a rebosar de copas y buen vino apenas albergaban a gente conocida con la que se tomaba un café o algo baratillo y se charlaba de la situación general y la tan temida crisis. Me imagino cuantos miedos habrán quitado los whiskys de la bienal para cerrar el trato de una importante adquisición, pero eso sin duda, ha sido en ediciones anteriores.
Fabricantes de herramientas esta vez ha habido muy pocos y, desgraciadamente, creo que es algo que puede resultar interesante en estos momentos de apretarse el cinturón. Una máquina gorda puede suponer una inversión elevada, cambiar de herramientas es un costo que se puede asumir más fácilmente y puede repercutir en mejoras de productividad si se hace la elección correcta. Una pena no haber podido encontrar más información sobre este mundillo.
De cara a la galería a mi lo que más me llamó la atención fueron las máquinas de corte por agua y láser. La verdad, tenía ganas de ver algo funcionando y me resultó espectacular.
También me entró bien por el ojo todo el mundillo de robots, visión artificial y demás desarrollos tecnológicos que van saliendo y tratan de facilitarnos (y agilizarnos, que el tiempo es oro) las tareas diarias que realizamos en nuestros respectivos trabajos. Parece que cada vez hay más instrumentos y aparatos automatizados y desde luego me pareció un campo muy interesante para seguir y estar al día en lo que a innovaciones tecnológicas se refiere.
Se notaban ya las piernas un poco cansadas de tanto andar para atrás y para adelante y como ya era la hora de cerrar nos dirigimos a la salida para fumar un cigarro tranquilos y comprobamos como la salida no era un flujo constante de gente y, en lo que en otros tiempos hubiera sido una aglomeración de ansiosos por salir a fumar tras una ardua visita a la bienal, esta vez eran grupitos sueltos que se iban alejando del evento interrumpidos de vez en cuando por unos chavales que repartían propaganda. Curiosamente la propaganda era de señoritas de compañía y me da a mí que esta vez incluso ellas notarán la crisis.