Donde hay capitán no manda marinero
En tiempos, a la entrada de una fábrica japonesa, vi un cuadro con una pirámide de fichas. Cada ficha representaba a un empleado y cada empleado estaba a un determinado nivel en la pirámide. La mayoría de las fichas eran blancas, pero había unas pocas amarillas en la parte superior de la pirámide y, arriba del todo, una ficha negra, la del director de fábrica. De este modo se buscaba motivar al personal para trabajar duro e ir subiendo escalones en la pirámide. Esto me hizo reflexionar sobre los diferentes estilos de gestión y su efectividad.
La moda actual tiende a estructuras planas, con pocos niveles jerárquicos, delegación y decisiones compartidas. Ahora bien, he visto empresas de éxito que han seguido modelos de gestión muy diferentes, por eso mi primer apunte es que, estando muy bien conocer modas y tendencias, el modelo de gestión que sigamos tiene que ser consistente con nuestro propio carácter. Diciéndolo de forma simplificada, si no somos simpáticos no tratemos de hacernos los graciosos, ya que nos saldrá fatal.
Por otra parte, pienso que los modelos de éxito no son de aplicación horizontal. He visto a gerentes aplicar en una empresa un modelo de gestión con el que han tenido éxito en otra y fracasar estrepitosamente. Los gestores verdaderamente buenos son flexibles y adaptan su forma de actuar para sacar el máximo rendimiento a los medios de que disponen en cada momento.
A veces estamos tan condicionados por nuestra situación que, a la hora de tomar decisiones, las ramas no nos dejan ver el bosque. Yo, en más de una ocasión, he presentado un problema a gente completamente alejada a mi negocio e incluso sin una formación al uso. No olvidemos que el sentido común, el más importante de los sentidos, no es patrimonio de la gente con muchos títulos y muchos masters.
Evitemos organizaciones y planes complejos para que nuestra gente los pueda entender con claridad y no tengamos contemplaciones a la hora de eliminar manzanas podridas, ya que no hay dinero mejor invertido. Creo que es muy conveniente escuchar a nuestra gente antes de tomar decisiones. En primer lugar, porque cualquier persona en la empresa, sea cual sea su estatus, puede aportar grandes ideas. Además, cuando alguien ha tenido la oportunidad de opinar, incluso aunque no lo haya hecho, va a ser mucho más pro-activo cuando la acción se ponga en práctica. Este intercambio de opiniones suele ser muy efectivo cuando se hace en conversaciones relativamente informales, ya que la convocatoria formal de un gerente a su despacho puede intimidar demasiado.
Ahora bien, que escuchemos a nuestra gente no debe ser excusa para escurrir el bulto y la responsabilidad en caso de un fallido. La responsabilidad seguirá siendo completamente nuestra.
Para terminar, quiero volver a incidir en mi primer apunte. La forma de actuar que me ha ido bien a mí, no tiene por qué ir bien a otros, ya que pienso que es fundamental que nuestra forma de actuar sea consistente con nuestro propio carácter.
Roberto Hernando es Ingeniero Industrial y Master en Microelectrónica. Actualmente retirado, ha sido muchos años director de empresa, de los cuales los últimos 17 en Intermaher, del sector de la máquina-herramienta.