De Maquiavelo y el éxito en los negocios
Es posible que el término maquiavélico no sea justo con Maquiavelo. Estaba desterrado y escribió estas recomendaciones para congraciarse con los Médici. Para ponerlas en contexto debemos recordar que, en aquella época, un príncipe italiano tenía más opciones de morir apuñalado, estrangulado o envenenado que de muerte natural. Aceptando que quizás Maquiavelo no fuera una persona maquiavélica, la cuestión es si, para tener éxito en los negocios, es fundamental serlo. En mi vida profesional he conocido a muchos empresarios de éxito y la pregunta previa me ha hecho reflexionar sobre cuáles han sido sus motivaciones y capacidades. Cuando hablamos de las motivaciones de un emprendedor es frecuente que se ponga en primer lugar al dinero. Sin embargo, he visto a más de un empresario de éxito seguir al pie del cañón a pesar de tener su situación económica muy bien resuelta. Así pues, debe haber algo más.
Un amigo me contó cómo empezó. Trabajaba en una empresa potente con unas buenas condiciones. No tenía planes para establecerse por su cuenta. Sin embargo, un día esa empresa quebró. Me contó que llegó a su casa, se sentó delante de su mujer y se echó a llorar. Pero al día siguiente había que continuar e inició la que hoy sigue siendo su empresa. Así pues, un motivo claro para emprender es la necesidad. Además, muchas veces se hacen las mejores cosas cuando se tiene la espalda contra la pared. La independencia, el ser dueño de tu propio destino y no tener que dar cuenta de tus decisiones más que a ti mismo, es otro factor de peso. La ilusión de ser capaz de plasmar una idea en algo real, útil y aceptado, de construir y de crear para ti y para tus descendientes. La satisfacción de hacer lo que te gusta. La búsqueda de estatus social y reconocimiento. El dinero también está ahí, lo que es completamente lícito, pero, en contra de lo que pudiera pensarse, no siempre es el factor tractor principal.
Sin duda hay de todo como en botica y no siempre es oro lo que reluce. Ahora bien, las siguientes capacidades son frecuentes en los emprendedores de éxito. Valentía para tomar decisiones e ilusión para imaginar su visión hecha realidad. Tenacidad, tolerancia al fracaso y dureza. Me gusta más decir que son listos, que no ‘listillos’, y espabilados, antes que utilizar el término inteligentes. Una persona puede tener inteligencia para resolver ecuaciones matemáticas complejas y no ser el tipo que estamos buscando. Saben escuchar, transmitir, relacionarse y gestionar bien a las personas, situando al cliente en el centro de su negocio. Siempre tienen ganas de aprender, incluso de la gente más sencilla y/o alejada del mundo de los negocios. Son flexibles y originales. En modo alguno voy a negar la importancia una buena formación, pero ésta no tiene porqué ser necesariamente una académica al uso con muchos másteres. Además, una persona lista sabrá rodearse de otras que cubran sus carencias. Tienen mucho sentido común y les gusta hacer lo que hacen. Las ganas de trabajar duro y la profesionalidad se dan por supuestas, como el valor en el ejército y, aunque no es una cualidad, no olvidemos a la suerte, que también juega.
Quiero mencionar a un clásico, hasta cierto punto entrañable, ‘El Gran Emprendedor’. Como el explorador Coronado con Las Siete Ciudades de Oro o los mineros vagabundos en el Lejano Oeste, busca sin descanso su mina de oro. Se ilusiona con cualquier pista y siempre tiene un gran proyecto en cartera, habitualmente a falta de una sola firma. A su familia la suele tener en vilo con sus grandes emprendimientos. No voy a negar que algunos triunfan y reconozco que me agrada. Los proyectos que tienen buen aspecto a veces se tuercen y los que tienen mal aspecto suelen terminar mal. Así pues, de cuando en cuando una excepción es gratificante. Sin embargo, al ‘Gran Emprendedor’ la ilusión le suele nublar el sentido común y eso es muy peligroso. Un empresario de éxito sabe equilibrar ambos aspectos. Recordemos también a ‘Don Tancredo’. Ese personaje vestido de blanco que en las plazas de toros se quedaba quieto subido a un pedestal, en el pensamiento de que el toro lo consideraría una dura estatua y no le envestiría. Aquí tenemos otra práctica habitual en los negocios, no abandono y sigo ‘quieto’ porque ya he perdido mucho tiempo y dinero. Así pues, sigo dedicando dinero y recursos y lo que hago es perder aún más.
Un empresario de éxito sabe que hay momentos en los que es mejor asumir las pérdidas y retirarse, teniendo el valor necesario para ello. Es tenaz, pero con criterio suficiente para que esa tenacidad no le lleve a un precipicio.
De este breve repaso a las motivaciones y capacidades de empresarios que he conocido, en modo alguno se deduce que sea necesario ser maquiavélico para conseguir el éxito en los negocios. Además, el dinero no aparece por norma como la motivación principal. Se habla mucho de creación de empleo y, para crear empleo, no hay nada más importante que tener empresarios y emprendedores. En un estudio de Educa 2020 y de la Fundación AXA se indicaba que únicamente el 18,8% de los universitarios españoles tenían como vocación crear su propia empresa. Otros datos señalan que el nivel de emprendimiento en España está 1,6 puntos porcentuales por debajo de la media Europea y sitúan a España en el número 22 en la lista de mejores países para emprender. Necesitamos más emprendedores y no sólo el Gobierno, sino toda la sociedad y el sistema educativo tienen que repensar como conseguirlo.
Roberto Hernando es Ingeniero Industrial y Master en Microelectrónica. Actualmente retirado, ha sido muchos años director de empresa, de los cuales los últimos 17 en Intermaher, del sector de la máquina-herramienta.