Juan Ignacio Yagüe, Director Comercial de Pferd-Rüggeberg
La industria ha tenido mucho que ver en esta bonanza económica, siendo la mejora de la productividad uno de sus pilares fundamentales. El sector de la herramienta ha contribuido, en parte, en este proceso mejorando la calidad de sus productos, ofreciendo cada vez mejores herramientas y más adecuadas a los requerimientos del usuario.
La mayor parte de las empresas consideran que el empleo de herramientas de calidad en sus procesos de fabricación es sinónimo de mayor rendimiento y en consecuencia, mayor rentabilidad.
A pesar de ello, algunas empresas, primando el precio sobre la calidad, en su decisión de compra, han optado por herramientas fabricadas en el Sudeste Asiático, con escasos requerimientos de seguridad, utilizando mano de obra en pésimas condiciones laborales y sin ningún control sobre los efectos medioambientales.
La mayor parte de los fabricantes europeos de herramienta cumplimos escrupulosamente la legislación comunitaria en nuestros procesos de fabricación: derechos laborales, medioambiente, seguridad en el trabajo, etc., así como los requerimientos referentes al producto: calidad, seguridad, garantías, etc.
Es necesario poner de manifiesto que la lógica observancia y cumplimiento de estas normativas suponen unos gastos que no soportan otros fabricantes y en consecuencia, nos sitúan en una clara e injusta desventaja respecto a ellos, hecho que debiera ser tenido en cuanta por todos.
Muchas empresas han decidido deslocalizar su producción hacia otros países con menores costos y requisitos legales, lo que puede privar a medio y largo plazo del tejido industrial en los países desarrollados. Si este proceso llega a generalizarse, nos podemos convertir en meros proveedores de servicios con una dependencia total de otras economías.
A pesar de estas circunstancias, algunos fabricantes de herramienta, hemos continuado fabricando aquí, mejorado nuestros productos, reforzando sus medidas de seguridad, su ergonomía y comodidad de uso, preocupándonos de que nuestras herramientas trabajen más rápido, sean más cómodas y seguras en su aplicación.
Y por último, también estamos preservando el medio ambiente, produciendo con las técnicas más modernas, minimizando los residuos y utilizando materias primas menos contaminantes.
En cuanto a la evolución del sector y las tendencias, diría que la desaceleración económica iniciada en Julio del 2007, se ha trasformado en crisis en el año 2008. El sector de la construcción ha entrado en una recesión clara y es previsible que arrastre a otros sectores.
Si atendemos a las cifras de ventas de nuestro canal de distribución, suministros industriales y ferreterías, estamos recogiendo información de que se están produciendo caídas importantes en sus ventas (entre el 15 y 20 por ciento) respecto al mismo periodo del año pasado.
Desconocemos todavía el nivel de gravedad, pero es evidente que, al menos, va a suponer que la actividad económica se ralentice. En cualquier caso, parece que no va a ser tan grave como la última crisis que padecimos a principios de la década de los noventa.
Por otra parte, la duración es impredecible, pero según las distintas fuentes podría prolongarse hasta el año 2010.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta que de la misma forma que cuando se han producido grandes incrementos en la construcción, no ha repercutido en incrementos de la misma magnitud en el sector industrial, ahora ocurre lo mismo en la dirección opuesta.
El frenazo de la construcción, con descensos del 20 ó 30 por ciento del volumen de ventas, no ha supuesto los mismos porcentajes de caída en el sector industrial: La tasa media del IPI (Índice de Producción Industrial) se sitúa en un -3,7 por ciento en los tres primeros meses de 2008. Descontando los efectos de calendario, esta tasa media se sitúa en el _ 0,2 por ciento.
En resumen, los 2 ó 3 próximos años no van a ser de grandes crecimientos para el sector industrial, pero tampoco va a suponer una crisis profunda.