Sergio Copetti, Director Comercial de J. Clusellas
Para poder satisfacer la demanda de material que el sector planteaba, de los más de 800 talleres especializados que nuestro departamento comercial tiene censado, podemos afirmar que entorno al 45 por ciento actualmente dispone de maquinaria que permite garantizar una amplia capacidad de producción, dicho de otra forma, en los últimos años los talleres se han concienciado de que la única manera de poder ser competitivos en precios y tiempos de respuesta pasaba inexorablemente por la adquisición de maquinaria, que lejos de ser vista como un gasto ha sido considerada acertadamente como una inversión, amortizable en muchos casos, al cabo de 2 años de funcionamiento.
Es cierto que en períodos de fuerte bonanza como los que hemos vivido hasta ahora la tolerancia del mercado es absoluta, es por ello que en España han florecido numerosas empresas en el sector de la fabricación e instalación de conductos que, con menor o mayor acierto, han intentado hacerse con una parte del pastel. Muchos aventureros han visto la oportunidad de desarrollar negocio sin disponer de los conocimientos técnicos ni mecánicos necesarios empujados por la motivación de grandes beneficios, ante una etapa de fuerte actividad. Este hecho, extrapolable incluso al sector de los propios fabricantes de maquinaria, en algunas ocasiones solo ha contribuido a distorsionar la imagen de las empresas del sector, poniendo en entredicho muchas veces la profesionalidad y rigurosidad de todos los fabricantes.
Hoy, situados a las puertas de una recesión recurrentemente anunciada, se nos presenta un horizonte repleto de incertidumbres. Por una parte, los fabricantes que hayan entendido que la mecanización de los procesos es la única vía lógica para un buen posicionamiento de sus empresas van a disponer de los medios para 'soportar' los precios de un mercado a la baja, ya que los costes de producción de sus fabricados son muy inferiores a los talleres con estructura manual, por otra parte, ante la más que predecible desaparición de los talleres menos mecanizados, el reparto de trabajo, aunque sensiblemente inferior, se va a producir entre un menor número de empresa por lo que no es gratuito sostener que posiblemente estas a medio plazo se vean beneficiadas por esta situación. Otro tema importante es la cada vez menor diferenciación entre el fabricante de conductos y el instalador.
Estas figuras, a lo largo de los últimos años se han ido confundiendo, ya que muchos instaladores ante el gran número de obras contratadas, decidieron adquirir maquinaria para la producción de sus propios materiales. Una vez producido este material se dieron cuenta de que debido al alto grado de productividad podían fabricar excedentes para su comercialización, operación a través de la cual han obtenido un doble beneficio, por un lado la autosuficiencia en todo el proceso y la posibilidad de ofertar precios en paquete mucho más atractivos para el contratista, y por otro, al comercializar una parte de su producción en el mercado han obtenido ingresos extras que les han ayudado a amortizar el coste de adquisición de la maquinaria.
Así pues no es de extrañar que cada vez más se haya consolidado la figura del fabricante-instalador.