Tecnología + habilidad + modelo de gestión = competitividad
En el anterior artículo publicado por el Grupo de comunicación Interempresas bajo el título ‘10 pasos hacia la iluminación, parte II’ introducía el concepto de ‘gestionectica’ como convergencia de los aspectos fundamentales de todo proceso de transformación de los negocios: la técnica y los modelos de gestión, necesarios para sacar el máximo fruto a dichas ventajas técnicas, pero que solo tienen sentido teniendo en cuenta el objetivo final del mantenimiento de la ventaja competitiva y las habilidades en toda la organización necesarias para maximizar el conjunto. Profundizamos en este artículo sobre dicho concepto.
En plena vorágine de transformación digital, en la que el tsunami tecnológico es evidente y al que debemos adaptarnos y prepararnos para aprovecharlo, nos surge una pregunta. ¿Disponer ‘per se’ de las nuevas técnicas será suficiente o será necesario adquirir nuevas capacidades (habilidades necesarias para el mejor uso de la tecnología) que nos garanticen el éxito? Parece que no; hay más factores. Y, a pesar de ser evidente, surge inmediatamente otra pregunta: ¿Gestionar una organización con tecnología del siglo XXI y con sistemas y modelos de hace siglos es la mejor opción para aprovechar todas las capacidades del nuevo conocimiento? Sobre ellos trataremos en este artículo.
Sí, el clásico ciclo Deming revisado
Indudablemente una aproximación hacia la excelencia como la que promueven tanto el Lean (Sistema de Producción Toyota) como el modelo europeo EFQM, tienen en común los círculos de mejora continua o revisión del avance. En el primer caso, el ciclo Deming es la expresión de la rueda que gira y gira sin parar en pos de la excelencia. En nuestro caso hemos de tener en cuenta otra de las variables sustanciales: el propio modelo de gestión la organización. Es necesario como el esqueleto del organismo para sujetar todas las funciones que unidas contribuyen al fin último de la organización, para desarrollar el (exitoso esperado) negocio y crear valor.
Y es que al mismo tiempo que se produce en avance científico y tecnológico (transformación digital incluida), deben desarrollarse todo en la organización: tanto las habilidades de las personas que usan esta tecnología, para sacar los máximos frutos, como la misma organización. Ésta debe, sin duda, evolucionar en su modelo de gestión. Esta evolución es innata al hecho de cuestionarnos continuamente si todo está en su estado óptimo, en su estado de máxima eficiencia y eficacia, alineado con los objetivos de la organización.
Pero la rueda debe superar la pendiente, la tendencia natural de la organización a dejarse llevar. La gráfica adjunta representa tanto la relación de las distintas etapas del proceso de transformación-adaptación como la evolución hacia la máxima eficiencia global.
Como vemos, la pendiente es directamente proporcional al aumento de eficiencia que pretendamos obtener. Es decir, cuanto mayor sea la mejora a obtener, mayor será el esfuerzo necesario. Bien en términos de eficiencia global o de adaptación a nuevos clientes vía nuevos productos o servicios. Esto nos plantea adicionalmente otra cuestión y es ¿perdurará lo conseguido?, ¿será vivido y permeará la organización?, ¿consolidaremos lo conseguido con tan duros esfuerzos?
Parece que aquí la respuesta natural es que solo la implantación efectiva y vivida del Lean debe servir como herramienta, como una cuña para esta rueda que provoca una mejora infinita que evite perder la nueva posición.
Disponer de nueva tecnología o conocimiento solo es útil a su máximo nivel si disponemos de las competencias en nuestros recursos humanos para sacarle chispas. Pero de nada servirá esto solo si la gestión, o más en concreto si el modelo de la organización, no está igualmente diseñado para obtener el máximo de esta combinación de tecnología y personas. Lo mismo que la tecnología y las habilidades de las personas cambian, lo ha de hacer el sistema de gestión, el modelo de relación y solo así podremos elevar verdaderamente a nivel excelente la eficiencia de la organización. La tecnología, las personas y la organización tiene que andar juntas y al mismo ritmo hacia los objetivos sociales.
Ciclo transformador crecientemente acelerado
Si antes del actual periodo transformador, caracterizado por la presencia de lo digital en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana, el cambio podía no ser una motivación relevante. Ahora eso es ineludible. Lo digital lo inunda todo o lo inundará en los próximos años. Los actores relevantes y la propia administración europea están activamente promoviendo la integración de las nuevas capacidades para hacer de ellas una ventaja competitiva regional.
Antes de la revolución digital la velocidad de giro de nuestra rueda era reducida e incluso las empresas más atrevidas se permitían el lujo de pararla…hasta que el Tsunami de la tecnología, la falta de atención a sus clientes, la competencia, o el mismo impulso de la iluminación de sus responsables les hizo ser conscientes de que a corrían o les pasaban por los lados.
Y es que en un entorno cada vez más volátil, impredecible, caótico y ambiguo la frase mágica debe ser ¡A transformar, que no queda otra!