Traducciones técnicas multilingües de alta calidad: un valor estratégico
La globalización económica y cultural tiene una dimensión lingüística incuestionable. En los últimos años han aumentado vertiginosamente los intercambios comerciales, culturales y de población, y eso ha producido una fuerte expansión del sector de servicios lingüísticos, tanto en variedad de las combinaciones lingüísticas con relevancia económica, como en el carácter de los servicios que demanda el mercado. Los textos de folletos, manuales de instrucciones, ofertas técnicas, páginas web, etc., son, cada vez más, parte integrante de los productos mismos. Y para una sociedad como la nuestra, la competitividad de los productos depende de su calidad. De ahí la enorme importancia de nuestro sector de actividad. Sin duda, en el futuro será cada vez más decisiva y estratégica
De cuarenta a cincuenta: En la primera década del siglo XXI, se puede hablar de unas cincuenta lenguas económicamente fundamentales, de las más de 6.000 lenguas y dialectos que aún se hablan en el mundo:
Muchas de estas lenguas se consideran y denominan “lenguas raras” dentro del propio sector de la traducción, por el bajo nivel de demanda que registran en comparación con los principales idiomas europeos. Pero pensemos que el chino, el árabe o el ruso también eran lenguas raras hace apenas cinco años, y han dejado de serlo debido a la relevancia económica de los mercados en que se utilizan.
Pensemos también en las nueve lenguas que se convirtieron recientemente en oficiales de la Unión Europea, por la adhesión de los países en que son a su vez lenguas oficiales (el caso del checo, eslovaco, esloveno, estonio, húngaro, letón, lituano, maltés y polaco), lo que les ha dado un impulso considerable, dentro de su potencial. La convergencia económica e institucional de estos países, su crecimiento económico superior a la media de la Europa de los 15 y su condición de estados necesitados de infraestructuras y receptores de subvenciones comunitarias los convierte en interesantes mercados para las empresas españolas de sectores como la construcción, la generación y distribución de energía, las telecomunicaciones o la banca (en definitiva, los sectores en los que contamos con empresas internacionales). Igualmente interesantes resultan para las medianas empresas exportadoras de maquinaria, calzado, productos alimentarios y para el omnipresente sector turístico que, no lo olvidemos, es responsable de una quinta parte de nuestro producto interior bruto y que para mantener sus cuotas de ocupación necesitará, entre otras medidas, abrirse a nuevos mercados de consumidores.
Se espera que, en años no muy lejanos, el proceso de integración europea penetre más profundamente en Europa del Este, aumentando la relevancia de lenguas como el serbocroata, el albanés, el macedonio o el búlgaro y rumano. El europeísmo, combinado con los movimientos nacionalistas locales, también debería dar alas a la importancia de idiomas como el ucraniano y el bielorruso. Respecto a otras lenguas caucásicas, el horizonte parece más lejano por la incertidumbre geopolítica, pero el potencial también existe, aunque sólo sea por los importantes yacimientos de petróleo que existen bajo los pies de los hablantes de georgiano y lenguas vecinas.
Saliéndonos ahora de los confines de Europa, pensemos en la relevancia que en un futuro inmediato pueden tener para nosotros lenguas como el turco, el indonesio o el hindi. Muchas de las lenguas de la lista se hablan en países en vías de desarrollo, que son o serán mercados de exportación importantes para la industria española, si queremos seguir siendo un país relativamente próspero en una economía globalizada (y si conseguimos mantener nuestra competitividad).
Los proyectos de traducción técnica multilingüe tienden a ser voluminosos (pensemos en el catálogo general de cualquier fabricante y multipliquémoslo por cinco idiomas, para cubrir sus principales mercados de exportación, o en la ingeniería que compite en concursos internacionales de todo el mundo).
Los campeones de la comunicación
La mayoría de las agencias de traducción de nuestro país ofrecen un abanico de servicios variadísimo, y se definen como empresas capaces de resolver necesidades de traducción en todos los idiomas europeos (se entiende que desde y hacia español, pero recordemos que en la lista de las lenguas más relevantes había no menos de 30 idiomas europeos, y 19 de ellos son lenguas oficiales de la UE), en las principales lenguas asiáticas (una docena), y en árabe. Y todavía no hemos dicho que muchos de esos idiomas presentan variantes regionales muy diferenciadas o geoestilos, entre los que puede existir incluso un cierto choque cultural, como entre el portugués de Portugal y el de Brasil, el español de España y el de México, o el árabe magrebí y el de Oriente Medio. En ciertas aplicaciones (incluida la traducción técnico-comercial) se consideran casi como lenguas distintas a efectos de procedimiento de trabajo.
Prácticamente todas las empresas, además de contar con campos de especialización en los que se sienten especialmente competentes, se declaran en condiciones de traducir toda clase de temáticas, científicas, jurídicas, publicitarias, comerciales, etc.
También tienen capacidad para manejar la inmensa mayoría de los programas informáticos más frecuentes. En definitiva, se declaran capaces de traducir prácticamente cualquier cosa.
Ahora bien: ¿qué recursos propios acreditan para resolver servicios tan variados?
Una media de 5-10 traductores de plantilla. La inmensa mayoría de estos traductores son personal de nacionalidad española, con estudios específicos de traducción e interpretación, capaces de traducir de 2 a 5 combinaciones, generalmente hacia su lengua materna. Los equipos se complementan con gestores de proyectos, que sirven de interfaz entre el cliente y los traductores. El grueso de las traducciones hacia idiomas distintos del español (e idiomas autonómicos) se realiza utilizando “freelance”, traductores autónomos sin ninguna relación contractual con la agencia.
Conclusión
Existe un desfase evidente entre los servicios que se ofrecen y los medios propios de los que se dispone para prestarlos. Aunque la comunicación multilingüe demanda medios propios de producción y, sobre todo, de control de calidad, la inmensa mayoría de las agencias del mercado son entidades exclusivamente locales, sin capacidad real para validar su producción multilingüe. Podríamos decir incluso que analfabetos en muchos de los idiomas que ofrecen, ya que carecen de capacidad para leerlos o escribirlos.
El sector de la traducción tiende a asumir, en los proyectos multilingües, una función de mero intermediario, que no aporta valor añadido a la traducción que recibe el cliente y que la encarece innecesariamente.
Precisamente por ello, la producción multilingüe tiende a presentarse ante los clientes como un proceso de “gestión” (es decir, de superposición de recursos casi siempre externos) y no como un procedimiento estructurado en el que intervienen, bajo un mismo techo, diferentes profesionales, coordinados cuando es preciso –en la traducción técnica casi siempre– con los técnicos del cliente.
Son muy pocas las empresas que, como el Grupo Eurologos, se encuentran verdaderamente en condiciones de garantizar sus traducciones técnicas multilingües. Una adecuada gestión de la traducción multilingüe, con resultados de buena calidad, debería ajustarse a la siguiente premisa:
La empresa “glocalizada”
Una empresa “glocalizada” es la que se encuentra globalizada y al mismo tiempo localizada en los mercados de destino. La empresa que desee abordar con garantías proyectos multilingües necesita desde luego un personal nutrido capaz de asegurar los diferentes aspectos de la producción, el control de calidad y las relaciones con los clientes (relaciones comerciales y de mutuo asesoramiento técnico). A la vista de los requisitos que se han ido apuntando, un proveedor de traducciones técnicas multilingües debe ser capaz de aportar lo siguiente:
- Capacidad para producir y/o controlar los idiomas “allí donde se hablan”
- Garantía de control de la traducción o la redacción hasta la publicación
- Producción basada en herramientas de ingeniería lingüística
El enfoque de una empresa con una plantilla propia de cientos de traductores de todas las lenguas imaginables concentrados en un mismo edificio en Bruselas o en Nueva York es tan irreal como ineficiente (¡una Torre de Babel moderna!). Las lenguas evolucionan rápidamente, y una legión de traductores “emigrados” lo tiene muy difícil para mantenerse al día de este desarrollo. Por no hablar de la ineficiencia comercial que exigiría a un cliente español recurrir a un proveedor “estratégico” digamos en Bruselas. El esquema de Eurologos, perfectamente lógico, pasa por la relocalización de la producción lingüística: una estructura internacional de oficinas locales, cada una de ellas con recursos locales de traducción, revisión y edición, repartidas por los mercados de uso de las lenguas clave. Todas las oficinas se rigen por unas mismas normas de procedimiento, están conectadas entre sí vía Intranet, y pueden considerarse con justicia como verdaderos “departamentos de lenguas”. Así, nuestra empresa glocalizada tiene un verdadero departamento de español en Madrid, uno de polaco en Polonia, uno de ruso en Rusia, y así sucesivamente. Cada oficina se responsabiliza: a) de la atención comercial a los clientes de un determinado mercado; b) de la producción lingüística directa, es decir, desde diferentes idiomas extranjeros al idioma o idiomas locales.
Este tipo de oficinas tiene los recursos típicos de las agencias mayoritariamente dominantes en el mercado español: un cierto número de traductores-revisores con español como lengua nativa y un círculo más o menos amplio de colaboradores externos, cuyo trabajo se puede revisar y validar con recursos internos y con garantías, más los imprescindibles gestores de proyectos y un departamento de edición multimedia. Así, la oficina de Madrid puede ofrecer, de manera perfectamente lícita, servicios de traducción técnica multilingüe a empresas de su mercado. Así, cuando una empresa española exportadora de productos químicos, por ejemplo, desea traducir su documentación técnica a media docena de lenguas europeas, la oficina madrileña gestiona la producción confiando la traducción al neerlandés a su departamento de neerlandés en Bruselas, la traducción al italiano al departamento de italiano de Génova, la traducción al rumano al departamento de rumano de Bucarest, y así sucesivamente. Si el cliente final tiene una duda sobre un término utilizado en la versión italiana, nuestra empresa glocalizada dispone de personal propio para resolver esa duda... residente además en el mercado de uso del idioma. Es posible que la oficina de Génova no disponga de un traductor técnico con experiencia en traducción de textos de química –porque también sigue siendo necesario el concurso de un buen artesano y la traducción es una profesión de trabajadores autónomos–, pero puede localizarlo fácilmente en Italia y, sobre todo, puede validar su trabajo antes de entregarlo al cliente, y garantizar la calidad de los resultados.
Una empresa glocalizada de este tipo sí puede ofrecer con justicia “gestión de proyectos multilingües”, porque lo que estaría haciendo en definitiva es “relocalizar” la producción dentro de su propia estructura, dedicando el grueso de sus recursos internos al imprescindible control de calidad. Con ello, aporta un valor añadido a la gestión del proyecto, y deja de ser un mero intermediario sin capacidad para saber lo que vende.
Indudablemente, para garantizar la calidad del servicio desde la traducción hasta la publicación, el equipo de trabajo debe incorporar maquetadores y diseñadores gráficos, lo que de nuevo, nos hace volver sobre la necesidad de contar con personal propio, nutrido y multilingüe.