¿Qué es y para qué sirve una política de responsabilidad social corporativa?
Desde la perspectiva empresa pasa lo mismo, aquí los conceptos son: rentabilidad, utilidad, retorno inversión, expansión, margen…. (podríamos mezclarlos y complicar más el asunto, pero no es necesario).
Para hacer inteligible aquello que no lo es, lo mejor es conseguir identificar los elementos sencill
Empecemos por explicar lo que hacemos
Esto, aunque resulte de perogrullo, suele dar bastante buen resultado. Casi siempre el balance juega a nuestro favor. ¡Nos damos cuenta de que hacemos más de lo que creíamos!
¿Por qué? Muy simple:
• porque muchas veces lo que hacemos no lo hacemos de forma sistemática. Es decir, falta de constancia.
• porque no sabemos para qué sirve. Es decir, no medimos resultados.
• porque, salga lo que salga, no tomamos medidas. Es decir: café para todos, impunidad, no reconocimiento…
Algo de esto que acabamos de relatar puede resultarnos un tanto familiar,
¿no es cierto?
Bien: si definimos un plan de acción concreto, específico, asumible y, a ser posible, construido de forma participativa, esto es, implicando a quienes han de llevarlo a cabo, si lo explicamos, si lo ejecutamos, si lo medimos, si lo revisamos y lo ajustamos, si aplicamos medidas y si explicamos resultados y los vendemos, habremos conseguido que lo intangible pase a ser visible y conocido por todos.
Lo ideal es que sea además percibido como útil y necesario, de forma que se genere un compromiso real para con los propósitos del programa.
No olvidemos que la filosofía subyacente de la RSC es simple, ya la hemos comentado alguna vez, no es más que el resultado evolutivo a etapas en las que el desencanto empresarial ha salido a la luz tras años, décadas de gestiones inadecuadas, insuficientes y también en algunos casos poco o incluso nada éticos, cuyos impactos han comprometido la continuidad de muchos proyectos con el consiguiente efecto de desinversión, pérdida de empleo, de riqueza y de confianza en el sistema empresarial.
La sociedad ha entendido que llegado a este punto, estamos ante el deber de exigir responsabilidades a los gestores, directivos, accionistas y exigir nuevos modelos de gestión.
Pero, ¿quién regula y define pautas?
El GRI, The Global Reporting Initiative: es una institución independiente cuya misión consiste en desarrollar y divulgar pautas y criterios de aplicación para la gestión sostenible y socialmente responsable de las compañías.
Otro organismo muy importante es The Global Compact: promueve los valores fundamentales para satisfacer las necesidades socio-económicas mundiales. Reclama la colaboración y el compromiso de las compañías multinacionales para trabajar junto con las Naciones Unidas en pro de la sostenibilidad de los mercados y de la búsqueda de soluciones en ámbitos sociales.
Vale la pena tener en cuenta estas informaciones si queremos generar informes que contengan datos comparables entre si. También pueden aportarnos algo de luz acerca de qué tipo de contenidos pueden contemplarse en las memorias de sostenibilidad y de responsabilidad social corporativa.
Gestionando la RSC desde nuestras empresas
Se centran en actividades que consideran que aportan un valor añadido y diferencial a sus empleados, a sus accionistas, a la sociedad en general.
Consideran que hacer visibles estas prácticas de gestión socialmente responsable, se hará visible también el aporte adicional y no meramente mercantil que realizan a la sociedad, reforzando la imagen y prestigio de la compañía ante su entorno, tanto interno como externo.
Es importante integrar cada vez más a toda la organización y a los procesos ordinarios y habituales en la dinámica del desarrollo sostenible.
La preocupación por el medio ambiente, las colaboraciones en causas para contribuir al desarrollo del tercer mundo, la implicación de personas con discapacidades, son algunas de las acciones que capturan parte de las aportaciones de empresas que han habilitado programas de participación recurrente y políticas complementarias a su actividad lucrativa habitual.
Grandes organizaciones han creado ya desde hace años y siguen emergiendo estructuras específicas para ello, tales como Fundaciones.
Pero no es suficiente. Hay que empezar por la propia gestión, la del día a día, la relativa al “core business”: es necesario abordar dimensiones tales como las laborales de forma que se garantice una mejor gestión y aportaciones al personal, una gestión comercial responsable, una producción limpia, procesos respetuosos con el medio ambiente, medidas de reciclaje….inversiones responsables, una gestión ética en todas las dimensiones del negocio.
Definir un programa explicito y transparente que todos conocer y siguen, constituye una garantía de buena gestión.
Tiene mucho que ver con los criterios de la gestión por valores compartidos. De hecho es una recuperación de valores y una re-priorización de los mismos para no perder el norte y asegurar una gestión fiable, ética y duradera, cosa que parece obvia y que en los tiempos que corren parece cada vez más difícil.
El valor del reconocimiento
Una observación sistemática y sincera consistente en “dar las gracias” (una forma barata y efectiva de dar y demostrar reconocimiento) nos sorprendería de su gran potencia y eficacia en la gestión cotidiana.
Los psicólogos lo llamamos “refuerzo positivo”. Hay otros refuerzos, o mejor, incentivos, que cumplen funciones como ésta, son más sofisticados y también necesarios, pero no eximen del más básico.
Recoger en una memoria o en una intranet o en el soporte que queramos y en el formato que creamos más oportuno, aquello que hacemos bien, es una forma de evidenciar lo que se ha conseguido y los fines que ello persigue. Es una forma de reconocer y agradecernos, y también de visualizar lo que queda por recorrer, los retos y las oportunidades de futuro.
Un simple balance social indicando evoluciones, logros, nos ayudará a percibir esa progresión y esos cambios que parecían inalcanzables, y que con una simple comparación a diferentes fechas permite observar cómo se plasma esa evolución en los parámetros que hayamos previamente definido.
Simple, pero no siempre lo hacemos.
Como hemos visto antes, sólo con explicar lo que hemos hecho y darnos las gracias, conseguiríamos mucha más credibilidad, complicidad y compromiso para poner en marcha retos futuros.