La tecnología sanitaria aporta seguridad y resulta coste-efectiva en la prevención de las infecciones nosocomiales
19 de septiembre de 2013
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En los últimos años, la tecnología sanitaria se ha convertido en una pieza clave en las estrategias de prevención de las infecciones nosocomiales, aportando soluciones innovadoras y seguras en la atención sanitaria, además de ayudar a reducir los costes asistenciales destinados a su tratamiento. Pese a las medidas en materia de higiene y seguridad hospitalaria, el 5,54% de los pacientes ingresados en hospitales catalanes en el último año contrajo una infección durante su estancia, según datos del Estudio de Prevalencia de las Infecciones Nosocomiales en España (EPINE - EPPS 2012). Cataluña se sitúa así siete centésimas por debajo de la media del conjunto nacional, cifrada en el 5,61%.
Detrás de esta cifra, cuyo impacto presupuestario para el sistema sanitario español se estima entre 500 y 1.000 millones de euros, se esconde un problema de dimensiones aún mayores: los costes indirectos relacionados con la pérdida de actividad laboral y autonomía del paciente, el deterioro de la calidad de vida, el dolor, las posibles secuelas o la propia muerte. Así lo ha señalado Carlos Sisternas, director de Fenin Catalunya, con motivo de la III Jornada sobre prevención de infecciones nosocomiales y VI Jornada de seguridad del paciente, organizada hoy en el Hospital Universitario Vall d'Hebrón por la Fundación Tecnología y Salud, la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) y el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya.
En su opinión, “se necesita una estrategia nacional global en la prevención de las infecciones nosocomiales, válidos para todas las comunidades autónomas y todos los centros sanitarios, que permita conocer la incidencia del problema para determinar sobre qué infecciones actuar y con qué estrategia”.
Con el fin de alcanzar estos objetivos, Fenin y la Fundación Tecnología y Salud proponen parámetros evaluativos a nivel de centro sanitario, de forma que las instituciones sanitarias que cumplan sean recompensadas y las que no, penalizadas. “El sistema sanitario británico es un gran ejemplo en este sentido, y las penalizaciones pueden ser financieras o incluso llegar a la destitución de los gerentes de los centros sanitarios” señala Sisternas.