Entrevista a Felipe Gómez, investigador del Centro de Astrobiología
16 de enero de 2012
Además, va equipado con REMS (Rover Environmental Monitoring Station), una estación ambiental desarrollada por el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) de Madrid.
Sí, es la primera vez que un instrumento completamente español, y con el investigador principal español, el doctor Javier Gómez-Elvira, vuela hacia Marte.
¿Cuáles serán las tareas del robot en el planeta rojo?
Las tareas científicas se centrarán en el estudio del entorno marciano de Gale, un cráter de más de 100 kilómetros de diámetro y con una característica que lo hace muy interesante.
¿Cuál?
Una elevación en su centro, a modo de monte, que se eleva 5 kilómetros. Se sabe que estuvo ocupado por un lago en el pasado ya que quedan rasgos mineralógicos que indican presencia de agua. Este hecho lo convierte en un candidato ideal desde el punto de vista del potencial de habitabilidad. Curiosity estudiará ese entorno geológico en busca de rastros de materia orgánica. Este robot va equipado con un brazo robótico que permite el contacto con rocas del entorno marciano para su estudio. Tiene la posibilidad de tomar muestras para introducirlas en instrumental que va situado sobre el robot para la búsqueda de materia orgánica.
¿Y qué hará REMS?
Estudiar el entorno ambiental, es decir, la temperatura, la velocidad y la dirección del viento, la temperatura del suelo, la dosis de radiación ultravioleta que baña la superficie del planeta Marte y la humedad ambiental. Será la primera vez que se midan estos parámetros en la superficie de Marte con la precisión de que es capaz REMS. Además, nos permitirán integrar modelos de cálculo con los que determinar el potencial de habitabilidad de la superficie del cráter Gale.
¿A qué se refiere con potencial de habitabilidad? ¿Es que se pretende vivir en Marte?
Afirman que el robot cuenta con la última tecnología disponible para conocer en profundidad el planeta rojo. ¿Qué esperan encontrar en Marte?
Fundamentalmente, rastros de presencia de agua al menos en el pasado. Determinar esos minerales que son indicativos de la presencia de agua. Por otro lado, la presencia de materia orgánica es otro de los puntos científicos que se persiguen con esta misión y, por supuesto, la caracterización medioambiental de la superficie utilizando REMS.
¿Y usted cree que hay agua líquida?
Agua líquida se sabe que sí que hubo en el pasado y hay una gran controversia entre distintos autores sobre la posible presencia del líquido elemento en el presente. Los estudios con la estación REMS serán determinantes para zanjar esta cuestión.
Y la de si hay o no vida en Marte…
Sí. Según nuestra experiencia en ambientes extremos en el planeta Tierra, es necesaria la presencia de agua líquida para que se dé la aparición de la vida. Los resultados que obtengamos con esta misión serán importantes para poder empezar a comprender algo tan difícil de definir como es ese proceso físico-químico que conocemos como ‘vida’. Encontrar rastros de vida supondría un avance científico sin precedentes en la historia de la humanidad.
¿En qué condiciones trabajará Curiosity?
Trabajará en condiciones muy restrictivas de presión, temperatura y radiación ambiental. La presión en la superficie de Marte es de apenas 7 milibares, es decir, varios órdenes de magnitud inferior a la terrestre. La temperatura oscila enormemente del día a la noche y de una estación a otra, pudiendo ser de 70 °C bajo cero hasta próxima a los 0 °C. Las dosis de radiaciones son muy elevadas: pueden deteriorar materiales en la superficie y son muy dañinas con los rastros de vida.
¿En qué consiste el instrumento REMS?
Consta de dos booms y un medidor de radiación ultravioleta. En los booms se sitúan las sondas que medirán los parámetros ambientales. También lleva una unidad central de comunicación entre las sondas de medición y el ordenador del Rover.
¿Desde cuándo trabajan en esta tecnología?
Se ha trabajado en este instrumento durante la última década. La misión MSL estaba programada para 2009, aunque finalmente se retrasó para 2011. Por tanto, el instrumental estaba ya desarrollado para ese año.
¿Qué recursos han invertido en ella?
La inversión humana ha sido considerable. Aunque nosotros, el Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-Inta), hemos liderado el proyecto, hemos contado con la colaboración de otras instituciones como con la empresa EADS/Crisa, la Universitat Politècnica de Catalunya, el Instituto Meteorológico Finlandés (FMI), la Universidad de Alcalá de Henares y diversas instituciones norteamericanas.
¿Cómo tomará los datos de la superficie?
A través de unos sensores desarrollados para la medición de los parámetros ambientales. El sensor de humedad es una patente del instituto de meteorología finlandés mediante tecnología que aplica técnicas de higroscopia. En el caso de la temperatura utiliza infrarrojos para la lectura de este parámetro sobre la superficie. Los sensores están expuestos directamente a la atmósfera marciana para la motorización de estos parámetros medioambientales.
¿Qué tipo de tecnología incorpora?
Fundamentalmente, sensores de infrarrojos, de viento y de humedad. Aquí no puedo ser muy explícito por motivo de patentes.
Los datos que recoja el robot, ¿cuándo se recibirán? ¿Cómo?
Se empezarán a recibir una vez se haya posado sobre la superficie, es decir, el día 5 de agosto de 2012. A partir de ese momento se empezarán a enviar comunicaciones que serán recogidas por las estaciones de comunicación de Goldstone (California), de Canberra (Australia) y de Robledo de Chavela. Dependiendo del momento del día, se recibirán en una de las tres, que las enviarán directamente al Jet Propulsion Laboratory (JPL) en California.
¿Y en esa fase de recogida y evaluación de datos participarán usted y su equipo?
Sí, claro. Se trata no sólo del desarrollo del instrumento sino de una colaboración científica con la NASA. Seremos nosotros, los científicos españoles, quienes analizaremos los datos procedentes de Marte.
¿Qué otras aplicaciones puede tener REMS?
Este instrumento tiene la característica de ser compacto, sin partes móviles para poder usarlo en misiones espaciales, por tanto, cualquier aplicación, también en la Tierra, que requiera de estas características. De forma directa, es decir, con su diseño actual, en futuras misiones espaciales para la monitorización de este tipo de parámetros.
¿Por qué cree que la NASA ha contado con la colaboración de su centro?
La razón fundamental ha sido la experiencia científica que atesora el Centro de Astrobiología en estudios e interpretación de datos astrobiológicos. El Centro de Astrobiología (CAB) es un centro asociado a la NASA a través del NASA Astrobiology Institute o Centro de Astrobiología de la NASA. Cuando este centro se creó en el año 1998, se presentó un proyecto para integrar el Centro Español en el NAI que, dada su calidad científica, fue aceptado. Fue el primer centro fuera de las fronteras de Estados Unidos integrado en el NAI.
¿Qué supone para la investigación en nuestro país el hecho de que la NASA haya contado con nuestra tecnología?
La corroboración de la valía y la calidad de la ciencia española. A veces, somos demasiado críticos con nosotros mismos y con nuestro país y no vemos ese prestigio internacional que la ciencia española posee. Dada la inversión que España ha dedicado a la ciencia en estas últimas dos décadas tenemos un desarrollo tecnológico que puede competir internacionalmente. Espero que esto continúe siendo así.
La misión ‘Mars Science Laboratory’ partió el pasado 26 de noviembre de 2011 desde el Kennedy Space Center de Cabo Cañaveral, en Florida (Estados Unidos) a bordo de un cohete Atlas V. El próximo 5 de agosto de 2011, poco más de ocho meses después, se posará sobre la superficie de Marte, el cuarto planeta del Sistema Solar, donde permanecerá, por lo menos, un año marciano, es decir, más de lo que tarda el planeta rojo en dar una vuelta alrededor del Sol, eso es, 686 días terrestres. El proyecto consiste en llevar a Marte un robot, el Curiosity, con el objetivo de realizar sobre el terreno análisis de tipo físico, químico y meteorológico para identificar trazas biológicas e interpretar procesos geológicos y climáticos.
El lugar de destino escogido ha sido el cráter Gale, de unos 150 kilómetros de diámetro, y con un montículo central de cinco kilómetros de altura. Los investigadores creen que pudo haber sido un lago.