Insectos, más cerca de lo que creemos
A finales de año se celebró en Barcelona una jornada de actualización tecnológica sobre el futuro de los insectos. Organizada por el cluster Food N’ Nutrition y Entoma Foods, el evento dio a conocer la situación que atraviesa esta tipología de alimentos y las posibilidades de futuro que presenta. Joan Quilez, presidente del clúster, advirtió durante la inauguración que “los insectos tienen una proyección de futuro muy importante en alimentación humana y animal, por lo que es imprescindible para las empresas del sector conocer qué pueden ofrecer y tenerlos en cuenta”. Encarni Avilés, jefa de Capacitación de equipos de Clúster en ACCIÓ, recordó que lo único necesario para iniciarnos en este mercado es “romper la barrera cultural y explicar sus ventajas nutricionales y de costes de la producción”.
El desconocido mundo de los insectos
Mahin Chowdhury, fundador de It’s Enjoyable, fue el encargado de explicar todos los detalles del sector de los insectos: “Esta industria puede crear un gran impacto en el futuro ya que son una alternativa muy válida y de amplia proyección, aunque no debe ser tratada como la única alimentación posible”.
Tal y como explicó Chowdhury, en Europa y Estados Unidos no consumimos insectos debido a la revolución agrícola que se produjo hace 12.000 años. Antes de esta revolución, los habitantes de estas zonas eran nómadas y vivían de la recolección de plantas y animales, incluidos los insectos, pero tras ella, la domesticación de bovino hizo que fuera más rentable tener animales y ejercer la ganadería que cazar y recolectar.
Situación internacional
Según las previsiones de crecimiento de población para 2050 (se esperan 9.000 millones de personas), el consumo humano de insectos se presenta como una gran oportunidad para saciar la demanda de alimentos mundial, ya que es imposible que la producción de carne se duplique y que las áreas agrícolas puedan alcanzar tanta producción.
En el mundo hay alrededor de 126 países donde se consumen insectos, principalmente por los 3.000 grupos étnicos repartidos por el Sudeste Asiático (especialmente Tailandia, China y Vietnam), África, Oriente Medio y Sudamérica (Brasil y México). Se conoce que existen unas 2.000 especies comestibles, lo que supone un mercado actual de 105 millones de dólares, con una previsión de crecimiento en volumen de negocio de 1.200 millones de dólares a nivel global en 2023.
Así pues, la zona del Sudeste Asiático es donde los insectos tienen más incidencia ya que son vistos como un producto delicatessen y no como un alimento de subsistencia, algo que sí sucede en algunas comunidades rurales de China. A pesar de que estos países se están occidentalizando, con una clase media creciente que demanda más carne ya que le otorga un mayor estatus social, el consumo de insectos sigue teniendo mucha fuerza.
Entonces, si en Europa y EE UU ya consumimos artrópodos acuáticos, como langosta o cangrejo, ¿por qué no consumir los terrestres? “Porqué no estamos acostumbrados, nunca lo hemos necesitado y no forma parte de nuestra cultura gastronómica”, aclaró Mahin Chowdhury. “En la zona del Mediterráneo será complicado introducir estas especies ya que tenemos una cultura alimentaria muy marcada y establecida, cosa que no sucede en el mercado anglosajón, por ejemplo, donde precisan de innovación constante al no contar con una cultura tan rica como la nuestra”.
Por este motivo, según Chowdhury, los insectos deben ser una alternativa más, como la carne de laboratorio o los hongos: “El sector de los insectos no debe ser blanco o negro, simplemente es una opción a la que podemos acostumbrarnos”.
Ventajas de la producción de insectos
Actualmente, el 26% de la superficie seca del planeta se está utilizando como pastos para ganadería y el 33% de la tierra para cultivo se destina también a cosecha ganadera. Estas prácticas son responsables del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero —principalmente de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)— que se emiten en todo el mundo, por lo que es necesario un cambio de paradigma. Y es aquí donde entran en juego los insectos, que ofrecen menores emisiones de CO2 que la ganadería tradicional (vacas, cerdos, gallinas...), menores consumos de agua y bajos riesgos de zoonosis, así como una gran adaptabilidad a la economía circular. Asimismo, la eficiencia productiva es mucho mayor ya que según datos de la FAO, los insectos pueden convertir 2 kg de alimento en 1 kg de masa de insecto, mientras en ganadería se precisan alrededor de 8 kg de alimento para generar 2 kg de carne.
De las más de 2.000 especies comestibles de insectos y arácnidos conocidas, las que tienen mayores posibilidades son los grillos y las larvas, pero también los escarabajos, los saltamontes, las langostas o las cucarachas. “Las barritas energéticas, los snacks y la harina de grillo son algunos de los productos más interesantes. La harina es muy versátil y aprovecha el 100% del insecto”, explicó Chowdhury. “Además, rompe con la barrera visual de ver al insecto entero y se contempla como un alimento más común. Para su producción se siguen las 4 fases habituales: pulverización, torrefacción, escaldado y congelado".
A nivel nutricional, los insectos se caracterizan por su elevado aporte de proteínas, en especial los saltamontes, los grillos y las langostas, con una masa formada por más del 60% de proteínas: 100 gramos de insectos pueden concentrar un 43% de proteína, mientras el pollo se mueve alrededor del 23% y la ternera, del 20%. También son una fuente de ácidos grasos, minerales y fibra, además de ser bajos en carbohidratos, y presentan niveles altos de micronutrientes como cobre, fósforo, magnesio, hierro, manganeso, selenio y zinc. Asimismo, contienen importantes cantidades de vitamina B, sales minerales ricas en calcio y tienen poco colesterol.
Situación legal en Europa
Rafael Guallar, director de Entoma Foods, expuso la situación legal de los insectos en Europa. “El mercado europeo permite la comercialización de producto final en todo su espacio, lo que incluye productos con insectos. Sin embargo, en España, Italia o Suecia, entre otros países, no existe autorización para producir ni comercializar insectos para consumo humano”, declaró. A pesar de que el 1 de enero de 2018 entrara en vigor la regulación de la UE sobre Novel Foods, España todavía no ha adaptado una legislación propia específica. Aunque sí se ha autorizado el uso de insectos y su cría para animales, mascotas y acuicultura, el consumo humano todavía no cuenta con una normativa concreta.
Para poder vender insectos, las empresas deben enviar su proyecto a la Autoridad Europea de Salud Alimentaria (EFSA) en Bruselas, lograr una autorización comercial y esperar que cada país establezca una legislación determinada. En España, una vez la legislación este desarrollada, se necesitará un permiso de Sanidad para garantizar la entrada de cada producto en el mercado y su venta.
“En Francia y Alemania, la autorización para producir y comercializar se da de forma oficial a ciertas empresas. En Bélgica y Austria se tolera la producción y comercialización de 10 especies de insectos bajo guías y estándares nacionales. En Reino Unido, Dinamarca u Holanda, consideran que los insectos no son nuevos alimentos y, por tanto, autorizan su producción y comercialización en su totalidad bajo los estándares europeos de producción animal”, concluyó Guallar.