La gran feria del outdoor, condicionada por el presente de la industria
Outdoor by ISPO, obligada a reinventarse
Con alrededor de 600 expositores distribuidos en tres pabellones y más de 5.000 metros cuadrados de espacio al aire libre, OutDoor by ISPO cerró sus puertas este miércoles con poco más de 8.000 visitantes profesionales según las cifras oficiales.
Más allá de las cifras oficiales, lo que resulta evidente viendo cómo se ha desarrollado esta edición y viendo, sobre todo, la ausencia de muchas grandes marcas, es que este encuentro necesita reinventarse. Y no porque su formato no sea el correcto ni porque ISPO no haga todo lo posible por construir un salón exitoso, pero es bastante obvio que, a día de hoy, la industria no está respondiendo como cabría esperar. Como lo hacía antes de la pandemia. Y eso, en un universo donde la práctica sigue disparada y cuyo potencial sigue intacto es, hasta cierto punto, extraño. Y confirma, otra vez, que por muy bien que vaya la práctica, si las ventas no siguen el mismo camino, se sufre. Y mucho. Y cualquier feria lo acaba pagando.
No es fácil analizar qué ha pasado este año para que Outdoor by ISPO haya tenido tantas dificultades. El modelo, insistimos, no es el problema. Y el esfuerzo de ISPO por dar un envoltorio de servicios a una feria de producto ha sido, y sigue siendo, impecable. Pero aun así las cosas no han ido como se esperaba. Y no es el primer año. La ausencia de marcas de primera fila es un problema, evidentemente, por el efecto dominó que provoca en otras marcas y porque, al final, también es un hándicap para que muchos profesionales se acerquen a Munich. Tampoco la industria atraviesa su mejor momento, con las ventas retrocediendo en muchos paises, especialmente en los que siempre han sido los mercados clave en Oudtoor by ISPO. Y eso, se nota, y mucho. Como también se han notado, al menos para algunos mercados del centro de Europa, los problemas que han generado las inundaciones en la zona. Al final, todo suma. Y esa suma explica, bastante bien, porque en apenas diez años una feria con todos los grandes actores del mundo del outdoor ha perdido tanta fuerza.
Exponer en ISPO, como en cualquier otra feria, no es precisamente económico, y aunque durante años muchas empresas han tenido un muy buen retorno de su presencia en la feria, los cambios que ha experimentado el mercado -mucho antes de la pandemia, por cierto- han hecho que este retorno haya bajado considerablemente. Por mil razones, y todas ajenas a ISPO, por cierto. La ley del mercado. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que la mayoría de las grandes marcas ya tienen cubiertos los mercados estratégicos, con lo que acudir a ISPO a buscar nuevos distribuidores -una de las razones de mayor peso para exponer en Munich- ya no tiene tanto sentido. Y menos teniendo en cuenta el coste que implica. Un coste que cada vez más marcas prefieren destinar a sus propias estrategias B2B y, sobre todo, B2C. Son cambios de estrategia tan evidente como inevitables…
CAMBIOS - NECESARIOS- PARA MANTENERSE FUERTES
Hay algo que nunca se le podrá reprochar a ISPO, y es que a pesar de estos cambios, a pesar de que año tras año se cuestione la viabilidad de las ferias, siempre ha dado un paso al frente para adaptarse a las nuevas realidades de un mercado en constante evolución y poner sobre la mesa nuevas propuestas para convencer a las marcas de que es importante estar en Munich. Y lo ha ido consiguiendo, sobre todo, gracias a su firme apuesta por los servicios. Por dar protagonismo a todo aquello que va más allá del producto y que, sin embargo, puede ser tan o más importante que una simple compra-venta. El conocimiento como reclamo. El buscar sinergias y compartir para crecer. Individualmente y cómo sector. En eso ISPO siempre ha sido un ejemplo. Sobre todo porque siempre ha sabido cuándo y cómo tenía que cambiar
Por eso no sorprende que, de cara a la próxima edición, y para satisfacer las demandas de la industria internacional al aire libre, se vayan a abordar áreas comerciales adicionales como investigación y desarrollo, diseño, sostenibilidad, logística, gestión de la cadena de suministro y recursos humanos. Secciones adicionales como turismo, aire libre urbano, digitalización/tecnología, reciclaje y economía circular también estarán listas para ocupar su lugar en OutDoor by ISPO del próximo año.
El área de exhibición, que es la pieza central de la feria, tendrá un diseño totalmente nuevo con más opciones para ubicaciones de primera fila, así como más oportunidades y formatos de participación para todos los presupuestos. “A la luz de la situación actual del mercado, estamos ahora entrando en diálogo con los actores clave de la industria y el comercio. El próximo año queremos aumentar aún más la eficiencia del evento con un nuevo diseño, nuevos formatos y ofertas, expandir nuestro alcance como la feria internacional al aire libre más grande para incluir nuevos grupos objetivo emocionantes y al mismo tiempo invitar a los visitantes a explorar y experimentar el evento” ha explicado Tobias Gröber, Director Ejecutivo de Bienes de Consumo en Messe München.
La feria OutDoor nunca volverá a ser lo que fue hace una década. Ni hace falta que así sea. Porque las ferias han cambiado. Todas. Y el mercado también. Y esas grandes ferias con todos los pabellones a rebosar y con prácticamente todas las grandes del deporte dándolo todo, ya quedan muy lejos. Y eso lo saben de sobras todos sus máximos responsables. Pero ISPO, en su día, se propuso marcar un camino, dar oportunidades, proponer soluciones, ayudar al sector siendo un escaparate de tendencias e innovación, y eso, que probablemente sea infinitamente menos rentable que un pabellón lleno de marcas, es el gran valor añadido que ahora mismo debe reforzar ISPO si quiere mantener vivo el gran punto de encuentro del outdoor…